La Jornada Semanal,   domingo 19 de febrero  de 2006        núm. 572
 
Ricardo Guzmán Wolffer
entrevista con Rafael Aviña

EL Humor en el cine

Rafael Aviña es el crítico de cine más afamado y talentoso de su generación en México; ha publicado varios libros sobre temas cinematográficos y es colaborador permanente en diversas publicaciones especializadas. Entre otros cargos, se desempeñó como director del cineclub del inba; actualmente es becario del Sistema Nacional de Creadores de Arte y próximamente un guión suyo será hecho película.

-¿Hacia dónde se dirige el humor cinematográfico?

-A lo visual. Pero el contexto, como en los documentales, puede acercar la película al humor: Masacre en Columbine o Fahrenheit 9/11 tienen mucho de humor negro contra la administración Bush y la estupidez en general; en Superengórdame, cuyo realizador se sometió a una repulsiva dieta de hamburguesas, entre gag y gag, nos habla de temas importantes: la economía, la comida chatarra, la salud y cómo los medios enajenan a los niños.

-¿En México tendremos un documental sobre la vitamina T?

-La prefiero a las hamburguesas; que los niños coman sus tostadas, sus tacos y su tepache.

-¿Cómo ves el humor involuntario?

-Se da en muchos lados. Como en los anuncios de Fox. En el cine es un subgénero. Tenemos las historias fantásticas y las de lucha libre, que son un monumento al humor involuntario. O melodramas como los de Libertad Lamarque; en su momento eran tragedias, ahora son risibles. Son más divertidas que las películas de Clavillazo o de Resortes.

-Algunas de Clavillazo eran para llorar, y no de risa.

-Clavillazo es de los comediantes más patéticos, con humor sentimental y argumentos deprimentes y lacrimógenos.

-¿Pepe el Toro se ha vuelto un bufón de las clases lumpen?

-Pedro Infante engloba la relación incestuosa del humor negro y del humor involuntario, que se da en la mezcla malograda de la tragedia y la comedia. Antes, sus películas eran un reclamo social; ahora son historias de humor involuntario; como cuando al Camellito le cortan las piernas o el mariguano Don Pilar se madrea a la mamá de Pepe. Nos reímos, pero la piel se nos enchina. Es un horror morboso.

-¿Al espectador de la llamada época de oro del cine mexicano, le gustaba reírse de sí mismo?

-Es el eslogan, reírnos de nosotros mismos. Hasta lo más terrible se prestaba al humor: Roberto el Panzón Soto se burlaba de los asesinatos de Goyo Cardenas.

-¿Y Cantinflas?

-De ser subversivo, con una verbosidad fascinante, se transformó en un moralino lastimoso.

-Tin Tán también tuvo un final antiglorioso, como Tsekub en las películas de Chanoc.

-Estaba adelantado a su generación. Su última escena fue con Blue Demon. Lo rescatable es que al final apoyaba a figuras populares: el propio Blue, a Zovek, las historietas de Chanoc. Creo que eso reivindica su triste final.

-¿De verdad lo crees?

-Cambió el humor que existía en México; reinventó el lenguaje. En su momento Novo y Paz lo criticaban mucho. Luego Novo se hizo su amigo.

-Eres especialista del cine oscuro, ¿alguna película de este género te llama al humor?

-Los crímenes reales tienen algo de humor negro. Está Jeffrey Dahmmer, el carnicero de Milwaukee, coetáneo de El silencio de los inocentes. Al detenerlo encontraron partes humanas en su casa, ya sazonadas o cocinadas. Tantas cosas absurdas terminan por divertir. Los policías que lo detuvieron debieron reírse de eso. En una película nadie lo tomaría por real, es demasiada demencia. Tras detener a este caníbal verdadero, apareció un libro apócrifo de sus recetas.

-¿El cine modifica la percepción del espectador?

-El cine ha sido papá, sacerdote y maestro de los espectadores. La gente quiere ligar o triunfar como en el cine; quiere parecerse al tipo duro o a la niña bonita. Es fundamental en la educación sentimental de la gente.

-¿Así como la industria del video en ciudades pequeñas?

-Sustituye a la telesecundaria. Ahí, Lola la trailera, los Almada y otros, son iconos educativos.

-¿En esta educación paralela, el humor se pierde?

-No, el humor cohesiona; incluso el involuntario; incluso como el que dan ahora los políticos: son como los antiguos carperos.

-¿Qué película les recomendarías para que se les mejore el humor que se cargan?

-El Ceniciento para Fox, por aquellos quince minutos en Chiapas: Tin Tán es un indio chamula que triunfa. Víctimas del pecado habla del abandono de los niños, pero tiene dos secuencias de antología, con todo y ser un melodrama. Una es cuando la mujer, a petición del cinturita, deposita al bebé de ambos en la basura, frente al monumento a la Revolución. Otra es cuando este niño crece: la mamá está en la cárcel por matar al padrote; el hijo, un papelerito callejero, junta dinero para visitarla el 10 de mayo; empeña su cajón de bolero y le compra sus flamantes zapatos, pero al llegar a la cárcel para entregarlos, dos soldados lo detienen y le dicen que ya es tarde y que regrese el próximo año.

-¿Qué mensaje deberían advertir de todo eso los políticos?

-Pues que qué poca madre de todos ellos.

-¿Dónde queda el llamado cine de ficheras?

-Esas películas se sostenían por los excelentes actores carperos. Simplemente fue un filón exitoso repetido hasta cansar. En el fondo eran como las películas rancheras. Pedro Infante y Jorge Negrete se decían las mismas cosas, pero sutilmente. Las películas de ficheras en realidad nos hablaban de lo que vivía el país, muestran el contexto social. No en balde López Portillo terminó casándose con Sasha Montenegro.

-¿Tiene algún rumbo el humor actual, difuso, agringado, kamikaze del cine mexicano, con sus ganas de identificarse con el público mexicano?

-El actual cine mexicano de comedia es deprimente. Como en Siete mujeres, un homosexual y Carlos o Avisos de ocasión, o Dame tu cuerpo: comedias de grado cero, sacadas de la peor televisión, con chistes sobados. Como el mariconcito de rigor, ya usado desde los treinta. Repetirlo muestra que el cine mexicano de comedia está para llorar. El humor intelectual, pretencioso, como en Tu mamá también, no funciona del todo. Prefiero Temporada de patos, una historia tragicómica con dolor y emoción; como en la vida real, nos reímos de lo adverso. Ese humor crítico es el único que puede funcionar.

-O sea que a ti no te vale pito el humor.

-No, pero siempre será importante que haya uno en las películas de humor.