Usted está aquí: martes 7 de febrero de 2006 Opinión El Foro Social Mundial de Caracas: un balance

Luis Hernández Navarro

El Foro Social Mundial de Caracas: un balance

La sexta edición del Foro Social Mundial (FSM) tendrá este año cuatro sedes distintas. En dos de ellas: Bamako, Malí, y Caracas, Venezuela, ya se efectuaron los encuentros. Los otros se realizarán próximamente en Bouznika, Marruecos, y en Karachi, Pakistán.

A diferencia de los foros anteriores, la reunión de Caracas tuvo un carácter más marcadamente político-estatal, es decir, estuvo centrada en el debate sobre las estrategias de poder, la naturaleza de los gobiernos de izquierda en América Latina, la resistencia al imperialismo y la integración regional.

Esto no quiere decir que las reflexiones sobre el estado actual de los movimientos feministas, indígenas, ambientalistas, por un software libre, de comercio justo, por una comunicación alternativa, contra la deuda externa, por la diversidad sexual o a favor de una economía popular estuvieran ausentes. Sin embargo, el sello específico del foro no estuvo marcado por sus reivindicaciones.

Como ha sucedido desde la cuarta edición del FSM, realizada en Mumbai, distintos puntos de vista sobre el futuro del foro se enfrentaron en esta ocasión. De un lado, aquellos que quieren conservarlo como espacio de encuentro e intercambio de ideas y experiencias; del otro, quienes desean centralizar su funcionamiento, dotarlo de un programa y convertirlo en instrumento de coordinación para acciones comunes.

Muchas de sus discusiones estuvieron atravesadas por cuatro elementos nodales: a) la compleja relación que se ha establecido en América Latina entre movimientos populares y gobiernos progresistas; b) la naturaleza del imperialismo estadunidense; c) el sentido y alcance de la transformación en marcha en Venezuela, y d) el optimismo por el triunfo de Evo Morales en Bolivia.

Los asistentes de otros países conocieron la experiencia bolivariana, pudieron ver cómo se organizan los barrios urbanos, escucharon la visión de Hugo Chávez sobre la lucha política en la región y vivieron de manera muy directa la confrontación que tiene ese país con Washington. No fueron pocos los delegados que se sorprendieron -e incluso se inconformaron- con la presencia de militares venezolanos en varias mesas de trabajo.

En distintos momentos el foro adquirió un carácter más propagandístico y de denuncia que de análisis profundo de las nuevas realidades. La reunión estuvo más cerca de ser un acto antimperialista ortodoxo que un foro altermundista heterodoxo; ratificó y dio un impulso a una corriente política ya existente, pero no abrió nuevos horizontes. El pensamiento de izquierda de los setentas ha renacido y se está comiendo otras expresiones del pensamiento crítico.

La retórica antimperialista no se confundió con consignas antiestadunidenses. La asistencia de Cindy Sheenan, la activista contra la guerra en Irak -el hecho más difundido por las grandes agencias de prensa internacionales-, ayudó a distinguir con claridad ente el pueblo de Estados Unidos y su gobierno.

Notable fue la presencia cubana. Sus delegados concentraron su actividad en la acusación y sanción política al guerrerismo de Washington, la solidaridad hacia sus cinco compatriotas prisioneros en cárceles de Estados Unidos y la denuncia del bloqueo contra la isla.

A Caracas llegaron menos asistentes de los esperados. Fueron numerosas y activas las delegaciones brasileña y colombiana. No participaron ni Lula ni Evo Morales. Tampoco estuvo presente el abundante número de intelectuales de izquierda activos, como en foros anteriores.

La organización se enfrentó a muchos problemas prácticos y deficiencias. Gran cantidad de jóvenes voluntarios cooperaron para hacer posible la reunión. La Fundación Ford, que en el pasado contribuyó con 300 mil dólares para los gastos del foro, renunció a hacerlo en esta ocasión, luego de la votación de una ley contra el financiamiento de actividades antiestadunidenses.

En contrapartida fue notable el protagonismo y la visibilidad de los movimientos populares por sobre las ONG. Las delegaciones de mujeres y de indígenas fueron más numerosas que en ocasiones anteriores. La nueva trova cubana y la música folclórica andina prevalecieron sobre la samba brasileña y el hip-hop.

El foro fue ampliamente difundido por los canales de televisión y estaciones de radio del gobierno venezolano y por una amplia red de radios comunitarias.

La prensa opositora a Chávez brindó información de manera muy sesgada. Los grandes medios de comunicación internacionales casi no dieron cuenta de los trabajos. Periódicos como El País, de España, que tradicionalmente divulgan estos encuentros, en esta ocasión guardaron silencio.

Según un estudio del prestigiado centro brasileño Ibase, dado a conocer en Caracas, en el FSM ha surgido una nueva elite de izquierda, no partidaria, compuesta por activistas con educación universitaria. Para el director de la institución, Candido Grzybowsky, se trata de una elite de formación distinta de la tradicional, cuyos miembros prefieren actuar en movimientos populares y ONG, no en la política institucional partidaria.

De acuerdo con el estudio, sólo 23 por ciento de los asistentes a los foros pertenecen a un partido político y 58 por ciento expresaron gran desconfianza hacia los institutos políticos. La confianza de los altermundistas se concentra en los movimientos sociales (70.6 por ciento) y en las ONG (58.3 por ciento), y es baja en los sindicatos (35 por ciento), en las instituciones religiosas (16.4 por ciento) y en los medios de comunicación (11.7 por ciento).

Si persiste la composición y actitudes políticas de los integrantes del foro documentadas por Ibase, es factible suponer que, a contracorriente de lo vivido en Caracas, el FSM mantendrá en el futuro inmediato un funcionamiento y posiciones similares a las que ha sostenido desde su fundación.

 
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