Usted está aquí: martes 7 de febrero de 2006 Economist Intelligence Unit Evo en el poder

Evo en el poder

Puede ser difícil para Morales equilibrar la satisfacción de las expectativas populares y crear confianza en el gobierno entre el sector privado

Los grupos indígenas altamente movilizados demandarán tener voz y voto en las instituciones políticas, las cuales han sido dominadas por mucho tiempo por la elite de blancos y mestizos

Economist Intelligence Unit /The Economist

Ampliar la imagen El presidente boliviano Evo Morales, al momento de ser recibido en Chimore, Cochabamba Foto: Ap

Ampliar la imagen Thousands of indigenous people arrive to the archaeological remains in Tiawanacu, Bolivia, 40 miles outside of La Paz, Saturday, Jan 21, 2006 to attend a ceremony where President Elect Evo Morales will ask Andean gods for help and guidance on the eve of his inauguration as Bolivia's new president. (AP Photo/Ricardo Mazalan) Foto: RICARDO MAZALAN

El 22 de enero Evo Morales, político de izquierda y primer presidente indígena de Bolivia, asumió el cargo con el mayor respaldo popular que haya tenido algún mandatario desde que el país regresó a la democracia en 1982. Esta ventaja, junto con el saludable desempeño económico del año pasado, debería proporcionar al inexperto líder el tiempo para organizar su gobierno y sus prioridades políticas. Aunque ya ha suavizado su retórica más radical, es incierto cómo gobernará en realidad.

La victoria electoral abrumadora de Morales (53.7% de los votos) le otorga un fuerte mandato. También se beneficiará del decidido apoyo de países vecinos como Brasil y Venezuela, cuyo populista presidente, Hugo Chávez, ha prometido auxilio financiero y cooperación energética a Bolivia. Una docena de líderes extranjeros acudieron a la toma de posesión, más de los que han asistido a la ceremonia en el pasado.

En su apasionado discurso de toma de posesión, el nuevo presidente atacó otra vez las políticas económicas de libre mercado que han fracasado en beneficiar a los bolivianos pobres y prometió adoptar un curso económico diferente. Morales ratificó su determinación de tomar el control de los recursos naturales del país. Reconoció las bondades del comercio, si bien bajo mejores condiciones (se opuso al Area de Libre Comercio de las Américas, promovida por EU), y dijo que respetaría los derechos de propiedad. También planea convocar a una asamblea constituyente para reformar la Constitución y proporcionar a los grupos indígenas mayor representación y poder.

EU actúa con cautela

EU, que por mucho tiempo ha sido cauteloso con Evo Morales, parece haber tomado una postura complaciente por ahora. Morales se ha entrevistado con el embajador estadunidense en Bolivia y con Thomas Shannon, subsecretario de Estado para Asuntos Hemisféricos, quien dice que EU desea conservar relaciones positivas con La Paz. Washington es el más grande benefactor de Bolivia, y probablemente su más importante socio comercial. Las futuras relaciones podrían depender de si Morales cumple su promesa de despenalizar la producción de coca, la materia prima de la cocaína, y su oferta de retomar el control estatal sobre la industria de los hidrocarburos y las empresas privadas que operan en el sector.

Brasil también se verá afectado de manera crítica por la política de hidrocarburos de Morales. Un tercio de las exportaciones de gas natural boliviano van a Brasil, y casi la mitad del gas que se consume en ese país llega de Bolivia. Petrobras, la empresa estatal de petróleo y gas, es uno de los principales inversionistas en Bolivia. El presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, junto con José Sergio Gabrielli, presidente de Petrobras, se reunió con Evo Morales después de su elección. En lo esencial, ellos accedieron a los severos términos que Morales impondrá a las nuevas inversiones. En la práctica, Petrobras, que tiene dos refinerías en Brasil, tendrá que operarlas conjuntamente con la compañía estatal boliviana, que será restablecida y fortalecida por el nuevo gobierno.

Brasil también se ha acercado a Bolivia al extenderle una invitación para que se le otorgue membresía completa en el Mercosur, el grupo comercial fundado por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay. Bolivia ha sido miembro asociado del Mercosur durante 10 años. A Venezuela se le autorizó la membresía completa a finales del año pasado. Como productores de hidrocarburos, Bolivia y Venezuela cooperarían para que el Mercosur fuera autosuficiente en materia de energía y al avance de la integración energética de Sudamérica.

Es posible que esos íntimos lazos con Brasil, junto con la membresía completa en el Mercosur, sirvan para moderar el radicalismo de Morales y contrarresten la influencia potencial de Hugo Chávez. El presidente Da Silva también ascendió al poder como un líder laboral de izquierda, pero posteriormente ha seguido políticas económicas ortodoxas al mismo tiempo que aplica nuevos programas para los pobres.

El nuevo gobierno de La Paz gozará de un momento de respiro en el frente económico, gracias al sólido crecimiento económico de 4% del año pasado, el mejor porcentaje en años. En diciembre, el FMI le canceló al país una deuda de 231 millones de dólares y el gobierno español ha prometido hacer lo mismo. Gracias a los más altos ingresos fiscales y recortes en el gasto, el déficit del sector público disminuyó de manera considerable en 2005. No obstante, de acuerdo con estimaciones de Economist Intelligence Unit, el PIB crecerá en forma más lenta: 2.6% en 2006 y 2.8% en 2007, como resultado de una demanda externa más débil, preocupaciones de los inversionistas respecto de las políticas del nuevo gobierno y un limitado crecimiento de la demanda doméstica.

Riesgos para la gobernabilidad

En el frente político interno, Evo Morales se beneficiará del hecho de que su partido, el Movimiento Al Socialismo (MAS), haya ganado la mayoría en la Cámara de Diputados durante la elecciones paralelas del 18 de diciembre (el MAS ganó 72 de los 130 escaños). No obstante, el MAS es minoría en el Senado (con 12 de 27 escaños), lo que significa que el presidente deberá construir consensos en diversos asuntos. Hasta ahora la oposición parece tener una actitud conciliatoria: apoyó la propuesta de Morales para presidente del Senado, lo que le da control sustancial de esa entidad, al menos al comienzo.

Con todo, el nuevo presidente podría enfrentar más tarde una fuerte oposición de los partidos tradicionales de Bolivia, como el Movimiento Nacionalista Revolucionario y Movimiento de Izquierda Revolucionaria, a pesar de que esos partidos fueron severamente debilitados por los recientes resultados electorales. Las negociaciones para establecer una asamblea constituyente podrían dominar la escena política en los primeros seis meses de la nueva Presidencia.

Quizá será más difícil para Evo Morales equilibrar la necesidad de satisfacer las expectativas populares y crear confianza en el gobierno entre el sector privado, donantes e inversionistas. Los grupos indígenas altamente movilizados y nuevamente envalentonados demandarán tener voz y voto en las instituciones políticas, las cuales han sido dominadas durante mucho tiempo por una elite de blancos y mestizos. También exigirán cambios constitucionales para establecer derechos indígenas. Desde los primeros días presionarán a Morales para que comience a cumplir sus promesas. Si no lo hace, podrían reanudar sus agobiantes protestas.

Su gobierno también tendrá que enfrentar las demandas de mayor autonomía regional para las áreas ricas del este del país, donde se localizan las reservas de gas natural. Estas tensiones incrementan los riesgos para la gobernabilidad y las perspectivas de nuevos desórdenes políticos.

En consecuencia, existe el riesgo de que el gobierno de Evo Morales sea inestable, afligido por demandas irreconciliables, una frágil economía y finanzas públicas débiles. Si los inversionistas extranjeros y los donantes de ayuda no están dispuestos a salvar las diferencias financieras, la capacidad de Morales para cumplir sus promesas a los pobres podría estar muy limitada, lo que crearía condiciones para un mayor descontento y una nueva ronda de conflictos sociales.

Por otra parte, otros gobiernos izquierdistas de Sudamérica -y ahora hay al menos seis- desearán evitar que haya más volatilidad económica en Bolivia y procurarán que Evo Morales tenga éxito. Sus apoyos políticos y financieros podrían proveer sustento crucial a su administración.

FUENTE: EIU

Traducción de textos: Jorge Anaya

 
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