La Jornada Semanal,   domingo 5 de febrero  de 2006        núm. 570
CINEXCUSAS
Luis Tovar
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 PREMIOS SERIOS Y DE LOS OTROS

El fin de semana pasado, Juan Carlos Rulfo recibió el premio del jurado al mejor documental internacional —es decir, no estadunidense-- en el Festival de Cine Sundance, por su película En el hoyo, en la que reflejó la construcción del segundo piso del periférico de Ciudad de México. Siendo como son los del Sundance unos premios en serio --como no lo son los cacareados óscares, mismos que ya desde hace algunos días están dándole su ración de relleno a esa mediática farándula cinesca que se quiere de a deveras pero que nunca lo consigue, y menos haciéndose oír casi exclusivamente cuando llega Hollywood a decirle al mundo qué le gustó y qué debe gustarle a los demás--; siendo, pues, el que otorga el Sundance un verdadero reconocimiento y no un modo de aplaudir recaudaciones monetarias, enhorabuena para el autor de Del olvido al no me acuerdo.

En el mismo certamen, De nadie, documental del regiomontano Tin Dirdamal, ganó el premio del público al mejor documental internacional. En ésta, su opera prima, Dirdamal aborda el eternamente álgido problema de la migración ilegal hacia Estados Unidos. De nadie ya había sido exhibido en México, en el XX Festival de Guadalajara, en el que ganó un premio especial como primera obra, así como en el tercer Festival de Morelia, donde inexplicablemente perdió a manos de algo que ni siquiera podía ser llamado documental y de lo que se habló aquí en su momento. El premio concedido por un público exigente como es el del Festival Sundance significa un extraordinario comienzo para este cineasta de tan sólo veintitrés años de edad, quien, por cierto, también se hizo cargo del guión, la producción y la dirección de fotografía, además de haber realizado todo este trabajo sin apoyos significativos.

Contrariamente a lo que la obviedad pensaría cuando se le indica que De nadie se ocupa de la forzada migración hacia Estados Unidos, este documental no tiene su principal foco localizado en la frontera norte, ni tampoco versa sobre la suerte de los inmigrantes mexicanos. Su hilo conductor, que al mismo tiempo es el ojo a través del cual observamos esta problemática, es el de una mujer centroamericana, y dicha problemática no es precisa ni preponderantemente la que consiste en cruzar el río Bravo, sino la que esos otros inmigrantes, los que vienen de bajo el Suchiate, deben enfrentar durante su largo, difícil, oscuro recorrido a través de la República Mexicana. Para oprobio nacional, De nadie registra en directo nuestro muy mexicano modo de ser racistas, nuestra local capacidad de ver a otros como si fueran menos que nosotros, sólo porque no nacieron en este país, y lo tristemente elevada que se encuentra nuestra capacidad de vejar a quienes consideramos "inferiores". Es decir, todo aquello que le reprochamos a los vecinos del norte, cuando acá no nos hacen falta border patrols ni muros de la ignominia para exhibirnos como unos perfectos intolerantes.

DESPUÉS DE SER NOTICIA

Incluyendo éste, se ha dicho en varios espacios y los reconocimientos arriba mencionados lo confirman: lo más destacado del cine mexicano consiste hoy, en buena medida, en cortometrajes y documentales, precisamente los géneros relegados al injusto papel de parientes pobres frente al largometraje de ficción. El mismo Juan Carlos Rulfo lo dijo, cuando fue entrevistado con motivo del premio obtenido en el Sundance: "el mundo necesita documentales, hoy día más que nunca". Verdad incontestable, como lo es también que México necesita ver los documentales que sus cineastas están realizando, para lo cual es necesario convertirlos en mucho más que la flor de un día que implica ser noticia porque se obtuvo un galardón. Es deseable que En el hoyo, De nadie y una buena cantidad de documentales recientes no se sumen al cine mexicano que ya se filma pero jamás se exhibe.

Hablando de géneros poco o nada frecuentados, hace poco este sumeteclas pescó por azar la transmisión de un programa de cortometrajes mexicanos en uno de los dos canales de TV Azteca. Aunque fuera de nuevo con la insulsa y desinformada conducción que se les asestó, ¿será posible que se convierta en algo permanente, así fuera sólo para mejorar en algo el nivel de una programación televisiva que suele distinguirse por su insondable memez?

En esa línea, y considerando que ya viene la entrega de los óscares, ¿se podrá que, por una vez, los merolicos habituales en estos casos no se deslomen ensalzando lo inensalzable y eviten el malinchovinismo de suspirar porque chance y puede que a lo mejor algún nominado mexicano gana un Oscar?