Usted está aquí: viernes 27 de enero de 2006 Opinión Balthus: tradición y ruptura

Vilma Fuentes

Balthus: tradición y ruptura

Octavio Paz, un día en que nos paseábamos por París, en el laberinto de callejuelas de la rive gauche, con un escritor francés a quien sobran el humor y la profundidad, se volvió de repente hacia éste y, sonriendo, le preguntó: ''Dígame, querido amigo, ¿qué hay de nuevo en París?" La respuesta surgió con una sonrisa aún más amplia: ''Mire, querido Octavio, como nadie sabe lo que es moderno, y ni siquiera lo que significa verdaderamente la palabra moderno, todo mundo habla ahora de posmoderno".

El recuerdo de nuestras risas me pasó varias veces por la mente durante la lectura del notable libro de Raphaël Aubert, Le Paradoxe Balthus, publicado por Editions de la Différence (www.ladifference.fr). El enigmático título hace preguntarse de qué paradoja se trata. De hecho, de la controversia que la palabra ''moderno" suscita en cuanto se pronuncia, sobre todo cuando se asocia a la obra de Balthus. ¿Moderno, Balthus? ¿Moderno, este pintor ''último de los clásicos", quien profesa tal respeto por las formas y las technicas más tradicionales del arte? ¿Moderno, este artista al margen de las vanguardias, figura resueltamente conservadora entre sus contemporáneos?

Para responder a esta cuestión sería necesario, en primer lugar, ponerse de acuerdo sobre lo que significa moderno. Balthus no compartía para nada el punto de vista de creadores o críticos de su época sobre el sentido que debía darse al concepto de modernidad. De ahí la paradoja que el libro de Aubert plantea, y que va más allá del caso de Balthus, pues interroga la totalidad del campo artístico de nuestro tiempo, obsesionado por las revoluciones modernistas.

Nacido en París, en 1908, un 29 de febrero, único día que se repite sólo cada cuatro años, Balthus llevaba una cuenta bastante personal de su edad. Celebraba su cumpleaños sólo los años bisiestos. Así, en 1996, invitó a sus amigos para festejar sus 22 años cuando en realidad tenía 88.

Si desde la infancia su talento fue observado por Pierre Bonnard, amigo de sus padres, a los 12 años un acontecimiento va a marcar su vida. Su madre, Baladine, inicia una relación pasional con Rainer Maria Rilke. El poeta se apega a ese muchacho, lo aconseja, lo protege, alienta su precoz talento y hace publicar sus primeros dibujos reunidos en un álbum, para el cual escribe inclusive el prefacio, cuando Balthus tiene apenas 14 años.

Mucho más tarde, André Malraux, entonces ministro de Cultura, pide a Balthus que dirija la Academia de Francia en Roma. El artista acepta y restaura por completo la prestigiosa Villa Médicis, antigua institución que transfigura de manera a la vez sobria y fastuosa siguiendo sus propios gustos y principios.

Hacia el final de su vida, come siempre obsesionado por afanes nobiliarios, se hace llamar, en su gigantesco castillo (con 117 ventanas) de Rossinière, en Suiza, ''conde Klossowsky de Rola", título que parece provenir más de un sueño de grandeza que de una escrupulosa verdad heráldica.

Pero estos elementos biográficos, por curiosos que sean, lejos de descubrir la verdadera personalidad de Balthus, acentúan las paradojas del personaje. El mismo, ocupado en mantener su misterio, se niega a las confidencias. Así, al crítico de arte británico John Russel, quien le pide datos biográficos para la retrospectiva de sus obras en la Tate Gallery, en Londres, en 1968, contesta: ''Balthus es un pintor del que no se sabe nada. Y, ahora, miremos los cuadros".

Exhibicionista y secreto, la paradoja de Balthus es constante. Tradicional que se pretende artesano más que artista, y escandalosamente moderno. La leçon de guitare, mostrada por vez primera en 1934, es de alguna manera el manifiesto de este programa. Escándalo erótico, esta tela representa una escena de transgresión sexual cuya forma evoca sin embargo la composición de la Pietà de Avignon, pintada en el Renacimiento. ¿Moderno? ¿Tradicional? La cuestión queda abierta. Imposible ser más paradójico: ¿quién, si no Balthus, se atrevería a decir que sus lascivas niñas y mujeres son ángeles?

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