Usted está aquí: viernes 27 de enero de 2006 Ciencias La tragedia del Challenger: 20 años

Mañana será recordada con una ceremonia en el centro espacial Kennedy

La tragedia del Challenger: 20 años

Aún hay fuertes críticas al programa de transbordadores

Christa McAuliffre, entrañable pérdida

AFP

Ampliar la imagen Instantes después del estalllido de la nave, que fue presenciado en vivo por millones de personas a través de la televisión Foto: Ap

Washington, 26 de enero. Veinte años después de la explosión del Challenger, el 28 de enero de 1986, la primera gran catástrofe del programa espacial estadunidense, que se reiteró con el Columbia en 2003, la seguridad y la pertinencia de los envejecidos transbordadores está más cuestionada que nunca.

El 20 aniversario del accidente del Challenger será recordado el sábado con una ceremonia en el centro espacial Kennedy, en Florida, en la que participarán miembros de las familias de las víctimas y responsables de la agencia espacial estadunidense, NASA.

En ese entonces el drama se vio acentuado por la presencia de una estadunidense común, una maestra, entre los siete miembros de la tripulación que murieron. Se trataba de la primera profesora que volaba en un transbordador. Estremecido, el presidente Ronald Reagan canceló su discurso anual sobre el estado de la Unión, que debía pronunciar por la noche en el Congreso.

El accidente, transmitido en vivo por las cadenas de televisión, que presenciaron las familias de los astronautas desde una tribuna al aire libre en el centro espacial, ha quedado grabado en la memoria colectiva estadunidense, junto a otros grandes dramas que han marcado al país.

El lanzamiento tuvo lugar el martes 28 de enero a las 11:38 horas locales, bajo un cielo azul y una temperatura muy baja.

Todo parecía normal en los primeros momentos del vuelo, el número 25 de un transbordador desde abril de 1981. El piloto, Michael Smith, indicó: "Está bien, aquí vamos". Pero a los 64 segundos se produjo un relámpago junto al depósito central. Nueve segundos después, a 14 mil metros de altitud, el Challenger se volatilizó.

Los dos cohetes de apoyo continuaron durante un momento su ascenso, dejando dos estelas de llamas y humo formando una inmensa V. Tras un momento de duda, el comentarista de la NASA declaró la pérdida de contacto entre el centro de control y el transbordador. Tras un silencio de 40 segundos confirmó, con voz grave, la explosión del Challenger.

La comisión presidencial de investigación concluyó que el accidente fue provocado por una unión defectuosa de uno de los dos cohetes de apoyo.

Dos años después la NASA revisó por completo la concepción del transbordador y realizó varias modificaciones. Pero 15 años más tarde la credibilidad de la agencia espacial fue nuevamente cuestionada tras la desintegración del transbordador Columbia cuando reingresaba a la atmósfera, el primero de febrero de 2003, provocando la muerte de los siete miembros de la tripulación.

Ese accidente fue generado por un trozo de aislante que se desprendió del depósito externo poco después del despegue, agujerando la protección térmica del borde del ala izquierda del aparato.

Otra vez la pesadilla

Pese a una decena de modificaciones recomendadas por los investigadores, a un costo de mil millones y medio de dólares, nuevamente el transbordador Discovery perdió un gran trozo de aislante durante su lanzamiento, a finales de julio de 2005, el primero de un transbordador desde la pérdida del Columbia. Pero el Discovery volvió con éxito a la Tierra.

Sin embargo, la NASA decidió entonces dejar en tierra a sus tres transbordadores restantes, al menos hasta mayo de 2006, lo que ha dado más argumentos a los detractores de este programa espacial. Según los críticos, el transbordador lanzado luego del programa Apolo, que permitió a los estadunidenses llegar a la Luna, mantuvo a Estados Unidos en órbita terrestre baja desde hace 30 años, dado que fue sobre todo concebido para ensamblar la Estación Espacial Internacional (ISS).

Además de estas dos catástrofes, la NASA reconoce que estuvo cerca de tener accidentes en una decenas de otros vuelos, sobre todo en el momento del lanzamiento.

Con base en los límites y el costo del transbordador, el presidente George W. Bush anunció en 2005 que este tipo de aparatos serán retirados en 2010, cuando se termine la ISS, que necesitará de otras 17 misiones. Su sucesor, el vehículo de exploración con tripulación, en parte derivado del transbordador, tiene previsto volar a partir de 2012, y llevar nuevamente a astronautas a la Luna en 2018.

La tripulación que falleció hace 20 años en la explosión del Challenger estaba compuesta de cinco hombres y dos mujeres, una de ellas la primera maestra estadunidense en ir al espacio.

Recuento de los tripulantes

Christa McAuliffe, de 37 años, era profesora de inglés y de historia estadunidense en una escuela de Pensilvania. Esta mujer casada, madre de dos hijos pequeños, había sido seleccionada por la NASA en 1985, "para ser la primera profesora en el espacio".

El comandante Francis Scobee, de 46 años, un ingeniero aeronáutico y piloto con más de 6 mil 500 horas de vuelo en 45 tipos diferentes de aparatos, era astronauta desde 1978. Ya había volado en un transbordador en 1984. Estaba casado y tenía dos hijos.

El copiloto era Michael Smith, de 39 años, piloto e ingeniero aeronáutico y miembro del cuerpo de astronautas desde 1980. Había acumulado más de 4 mil 300 horas de vuelo durante su carrera de piloto militar y civil.

Judith Resnik, de 37 años, una de los tres especialistas de misión en el Challenger, fue la segunda mujer astronauta estadunidense en 1978. Ingeniera eléctrica, especialista en radares y en biología médica, ya había participado en una misión del transbordador, y acumulaba casi 145 horas de vuelo en el espacio.

Ronald McNair, de 38 años, un físico del espacio diplomado en el Tecnológico de Massachusetts, había sido el segundo negro en volar al espacio en 1984. Tenía 191 horas de vuelo en órbita. Estaba casado y tenía dos hijos.

Ellison Onizuka, de 40 años, nacido en Hawai y descendiente de japoneses, coronel de la fuerza aérea, era astronauta desde 1978. También ingeniero aeronáutico, tenía mil 700 horas de vuelo en diferentes aviones. Había participado en su primera misión espacial a bordo de un transbordador en 1985. Era padre de dos hijos.

Gregory Jarvis, de 42 años, especialista en electrónica, se había sumado a la NASA en 1978 y se dedicaba a los satélites de comunicación. Era su primer vuelo en un transbordador. Estaba casado, sin hijos.

 
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