La Jornada Semanal,   domingo 8 de enero  de 2006        núm. 566
 

Óscar López

Un largo despliegue

Hablar de la obra literaria de Elena Garro es recordar quizá su aportación más importante en las letras: Los recuerdos del porvenir. Elena Garro (Puebla, 1916-Cuernavaca, 1998) fue aquella mujer que luchó muchos años por ayudar a los indios de Morelos, la que protegió los derechos de los campesinos y, por qué, no decirlo, la narradora y dramaturga más destacada del siglo XX. Jorge Luis Borges lo dijo: "Garro es la mejor escritora de teatro del siglo XX."

Las obras literarias de Garro constituyen un punto central en el teatro mexicano: Los perros, Felipe Ángeles, Un hogar sólido, El árbol y La señora en su balcón, entre otras.

Conocí a Elena Garro el 27 de octubre de 1995, durante un homenaje que le hizo la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Era muy joven. Durante ese encuentro su rostro dibujaba cansancio, se le notaba siempre triste, aunque por momentos desprendía una leve sonrisita. Nos recordó que había llegado a México porque deseaba estar aquí, porque era como un sueño volver. Ahí, en el recinto universitario más importante de Cuernavaca, los estudiantes y la Universidad le rindieron el mejor homenaje en vida a la también cuentista. Bajo el lema de "La presencia de Elena Garro siempre es notable" comenzaron los festejos. Varios de los ahí presentes dijeron ser grandes admiradores de la obra garriana. Fue muy emotivo escuchar las palabras sabias de la autora de Felipe Ángeles. Veníamos a conocer a la narradora, a la mujer, al ser humano. Se trató del último homenaje en el que apareció públicamente la escritora.

Cómo olvidar que en varias ocasiones un grupo de reporteros visitamos su casa en busca de una entrevista. Nunca corrimos con suerte. Otros compañeros, sin embargo, sí. Uno de ellos me comentó que las conversaciones con ella eran largas, ya que se podía hablar tanto de política como de toros, de autores rusos como Dostoievski, de mexicanos como Ramón López Velarde, que, por cierto, en su opinión era "el mejor escritor de este país". Lo decía siempre.

La autora de La semana de colores siempre accedió a conversar con sus "amigos los reporteros", como solía referirse. Pero no faltaron los reporteros amarillistas que la tildaron de loca. Tiene razón René Avilés Fabila al referirse a los falsos admiradores que han surgido. Avilés me decía en cada aniversario luctuoso: "Muchos se aprovecharon de la ingenuidad de Elenita y Elena hija, para sacarles material o para hacer libros o simplemente, para poner sus nombres oscuros junto al de Garro."

En Cuernavaca, la profesora de teatro Carmen Rodríguez llevó a escena dos de sus obras: La señora en su balcón y Los perros. Carmen ha sido una fiel admiradora de sus obras. Incluso hace poco tiempo me dijo: "Elena es la mejor escritora de teatro del siglo XX."

Entre piletas de libros, gatos que iban y venían en un minúsculo departamento inundado de olor a mininos y difícil de soportar, Garro siempre accedió a platicar con los reporteros y su inseparable hija, Elena Paz. De esa serie de conversaciones hacía tiempo que no se leía alguna en diarios. Fue entonces cuando este reportero buscó a la escritora Marcela Magdaleno para convencerla de que se publicaran sucesivamente en varios números de la revista cultural independiente El Perro Azul. A continuación se reproducen fragmentos de esas últimas entrevistas con Garro, con permiso expreso de la revista:

—Hábleme de su niña interior…

—A mí no me gusta andar con extrañezas de terminologías psicológicas… pero lo que sí le puedo decir, es que sí, existe en mí una niña interior y es muy feliz; vive entre rehiletes y carruseles, jugando con sus amigos y hermanos, corre y pasa el día comiendo algodones de azúcar —de esos rosas— que venden en los parques. Además, no me interesan esas tendencias psicológicas de moda… he oído de eso, pero lo único que tengo dentro es mi infancia, mis recuerdos. De hecho así es como comenzó mi novela Los recuerdos del porvenir, una tarde, recordando mis trenzas, los largos listones rosas, y esa vez, cuando me tropecé, y caí en la calle; estaba sola y me aguanté, sin llorar. Recuerdo mi época infantil, jugando con mis amigas Eva y Leli, que luego las escribí en mi cuento, mis amigas invisibles. Después llegó mi etapa de tormento, de la que después supe sobreponerme, con ayuda de este mal, que padezco por años, como es la literatura.

—¿Qué deseas expresar con tus obras?

No quiero expresar, simplemente me suspendo y trato de conciliarme con esas voces. Es como si los personajes estuvieran encima de mí, pidiéndome que los acomode en su lugar.

—¿Algunos de esos personajes son como usted?

—Todos son como yo… algunos quieren jugar, otros reír, algunos desean amar y otros tienen prohibido hacerlo. Algunos son sobreprotectores y otros tienen miedo de vivir. Por eso a veces termino tirando el corazón de mis amantes fallidos al bote de la basura. Siempre me he sentido perseguida por la realidad, por eso prefiero crear escenarios, ahí es donde yo puedo expresar todo este contenido interno, sin ser expuesta.

—¿Por qué busca en sus obras esos lugares seguros, como son los espacios mágicos e impenetrables, lugares imposibles donde pertenecer?

—Pertenecer, has dicho la palabra. Será porque nunca he encontrado mi lugar seguro, esto se relaciona mucho con la niña de la que hablas, o las que estamos buscando. Pertenecí, alguna vez, pero mi mala conciencia decidió ir en busca de nuevos espacios… y me alejé cada vez más de mi lugar. Pero en mis cuentos, yo creo ese lugar seguro, en el que, esté donde esté, pertenezco… y eso nadie me lo va a quitar. Mi lugar seguro, es nuestro lugar seguro, el de mi hija y el mío. Yo la invité, y conversábamos largamente, refugiadas en él sin tiempo y distanciadas un poco de la vida… ¿Sabes?, nos reíamos mucho de la gente.

En una ocasión leí que Emilio Carballido dijo: "Elena Garro ha sido una mujer fascinante, tan bella como ingeniosa, tan de París como del campo mexicano. Ya es una leyenda con su persona y sus anécdotas pero nadie, absolutamente nadie podrá plasmar en letras esa vida llena de rarezas y fantasías con ella misma; su obra es un largo despliegue de intimidades. Claro, son misteriosas e inaccesibles si las queremos descifrar como algo personal."