La Jornada Semanal,   domingo 8 de enero  de 2006        núm. 566

LA DAMA DEL HONGO NUCLEAR

ROSA E. BRIZUELA
Gordon Thomas,
Enola Gay,
Ediciones B, Joaquín Mortiz,
España, 2005.

Me he convertido en la muerte, la destructora de mundos
Bhagavad Gita

Corría el año de 1945. Era el día 6 del mes de agosto y siendo las 8:16 de la mañana con... qué más da qué milésima de segundo fue (se dice que la 43), se utilizó un artefacto bélico nunca antes visto en la historia del hombre: una bomba con el brillo de mil soles que apenas en un abrir y cerrar de ojos acabaría con una ciudad entera (miles de vidas incluidas) y atemorizaría de manera irreversible a la humanidad de entonces y para siempre.

Han pasado ya sesenta años desde que las ciudades de Hiroshima y Nagasaki quedaran literalmente destruidas como consecuencia del lanzamiento de la más terrible y destructiva de las armas. A seis décadas de distancia y después de los hechos-secuencias desatados con el acontecimiento que marcaría el término de la segunda guerra mundial y el inicio de la llamada era nuclear, se han dicho, escrito e imaginado cualquier clase de comentarios, reproches, investigaciones y deducciones en torno al llamado Muchachito (Little Boy), nombre con el que se identificaría al artefacto creado dentro del ultrasecreto Proyecto Manhattan.

Pero ¿qué es el Proyecto Manhattan? ¿Cómo se llegó a la bomba atómica? ¿Quién es Paul Tibbets? O ¿qué demonios es eso de Enola Gay?

Vamos por partes. Enola Gay no es sólo el nombre de una mujer cuyo hijo fue enlistado en el ejército norteamericano para convertirse, a los treinta años, en uno de los nombres más famosos y también más criticados de Estados Unidos, sino que, además, es el nombre que da titulo al más reciente libro del periodista y escritor irlandés Gordon Thomas.

Experimentado en eso del espionaje y las investigaciones profundas, detalladas y delicadas relacionadas con la vida política y los secretos de Estado de países como Estados Unidos o Israel, en este libro, tanto Thomas como Max Morgan-Witts, co-autor, realizan una selección acuciosa de los hechos y los personajes que de alguna manera tuvieron ingerencia en el primer ataque atómico de la historia.

Divididos en cinco inequitativos fragmentos que agrupan algunos (muchos) de los momentos más significativos en torno al antes, el durante y el después de la detonación y que comienza el 1 de septiembre de 1944, cuando fuera elegido el hombre que encabezaría aquella misión fatal: el comandante Paul Tibbets; para terminar el 15 de agosto siguiente con las superfluas consecuencias de tan lamentable acontecimiento. Todo ello, más un epílogo que en breve, pero de manera muy exacta, define la postura, treinta años después, de la tripulación del avión bombardero B-29, rotulado a última hora como Enola Gay a petición de Tibbets.

Son 528 páginas en las que se recorren de manera pormenorizada los últimos meses de la segunda guerra mundial no desde los campos de batalla sino, literalmente, desde la trinchera, es decir, de todo aquello cuanto se decía y se pensaba alrededor del Muchachito.

Por un lado se detallan las razones de los altos mandos, tanto estadunidenses (Franklin Roosevelt y Harry Truman), como japoneses (Hirohito y Kantaro Sozuki); mientras que por el otro, se realiza una recapitulación minuciosa de los temores, las esperanzas, las acciones, y prácticamente los pensamientos de científicos y militares de ambos mandos —sobre todo del norteamericano—, además de algunos políticos involucrados en la aparatosa detonación, y un trío de civiles japoneses en representación de los 280 mil habitantes de las ciudades destruidas.

¿Uno ? ¿Doce? ¿Cien? Nadie sabe con exactitud cuántos fueron los hombres que durante meses de preparación y planeación llevaron a cabo estudios, cálculos, pruebas, acuerdos, discusiones, retiros voluntarios y expulsiones, para terminar con la modificación de las posiciones políticas y los poderíos del planeta, colocando a Estados Unidos como la primera potencia, luego de que acabara con la vida de millones de seres humanos y alterara la de otros tantos.

Este relato, particularmente enterado de la vida cotidiana del originalmente llamado Grupo Mixto 509, da muestra de los privilegios, las debilidades y las carencias de esa comunidad identificada como especial por la misión que desempeñarían transcurridos varios meses de encierro y con prácticamente nula información, todo esto como parte de la aparentemente férrea disciplina que ahí se requería.

Por supuesto, los japoneses también son retratados: su optimismo y pasión durante su participación en la guerra, claramente determinados por sus valores y principios religiosos y morales, quedan al descubierto con los testimonios de los sobrevivientes. Se sabe también de su humilde Proyecto A enfocado a la creación del Rayo de la Muerte, pues su incursión en la era nuclear quedaba definitivamente imposibilitada, al menos durante los siguientes diez años.

Después de probar su experimento con ratas de laboratorio, sin éxito, se decidió concentrarse en el mejoramiento de las técnicas de radar, navegación y proximidad. Ese profundo estado de decadencia fue notoriamente alcanzado durante los mismos meses en que la prosperidad reinaba en territorio estadounidense.

Wendover, Los Álamos, Albuquerque, Tinian y Japón son los escenarios principales donde se desarrolla Enola Gay, que lleva como subtítulo Una apasionante investigación sobre la bomba atómica de Hiroshima que no es más que eso: una historia en exceso compleja que utiliza una estructura sencilla para contarla. Thomas y Morgan no se limitaron a la recopilación de información y, además de las entrevistas, eje central del libro, realizadas entre 1975 y 1976; se empeñaron y concentraron en acudir a todas las fuentes posibles con el fin de armar el rompecabezas dirigido por el físico estadunidense Robert Oppenheimer, fundado en la manipulación y separación de un átomo, primero de uranio y luego de plutonio.

En este arduo trabajo periodístico, meritorio por su minuciosa investigación, se consultaron libros, revistas, folletos y otras publicaciones, informes y documentación secreta, transcripciones de medios audiovisuales, así como diarios y correspondencia privada. Se apeló, además, a un ejercicio concienzudo de memoria de cada uno de los hombres involucrados; y esto de hombres es exacto, ya que los únicos nombres femeninos que aparecen a lo largo y ancho de las más de 500 páginas juegan un papel secundario dentro del camino a Hiroshima; a excepción, claro, de esas ocho letras que darían la vuelta al mundo y se grabarían en los libros de historia y hasta en las pertenencias de un museo.

El porqué del rótulo del bombardero B-29 encargado de llevar a cabo esta estoica misión, Enola Gay, se descubre discretamente a lo largo de este relato biográfico con fragmentos de historia novelada y que, a manera de diario, organiza los acontecimientos y los sentimientos de los nombres que, con conocimiento, sospecha o desconocimiento del futuro acontecimiento y de las consecuencias, participaron en él.

Se asoman reflexiones, intenciones, angustias, temores, propósitos, dudas y remordimientos. Aprovechando el tiempo como aliado para distanciarse del 6 de agosto de 1945, algunos involucrados celebran los mortíferos resultados, otros se dicen víctimas de las circunstancias y otros más, sencillamente, se aprovecharon del éxito provocado.

Hace setenta años nadie hubiera podido predecir o siquiera imaginar el poder del misterio materializado en esa nube con forma de hongo. Enola Gay es el reporte de uno de los hechos que transformaron la historia del mundo y la manera de entender lo que en él sucede: ahora, una sociedad inundada por el asombro y eternamente contagiada por el temor, los miedos y las angustias debido a la elaboración y puesta en marcha de armas nucleares.