Usted está aquí: sábado 7 de enero de 2006 Capital Niñas "en riesgo" esperan con ilusión a los Reyes cada año

Viven en la casa hogar Rafael Guízar y Valencia

Niñas "en riesgo" esperan con ilusión a los Reyes cada año

JOSEFINA QUINTERO M.

Las 90 niñas de la casa hogar Rafael Guízar y Valencia anhelan cada año la llegada de los Reyes Magos.

Las pequeñas definen a los personajes como "gente buena, que da regalos a los niños"; "van montados en un caballo, un elefante y un camello con capas largas"; "son estrellas que bajan del cielo y se convierten en humanos para darnos regalos".

Pero la ilusión no la tienen todas en la casa hogar, localizada en la calle de Emilio Carranza de la colonia San Andrés Tetepilco, delegación Iztapalapa, donde viven niñas que sufrieron violencia intrafamiliar, fueron abandonadas por sus padres o éstos no pudieron darles sustento por carecer de recursos económicos. Son, como las define la directora de la institución, Constanza Tovías: "niñas en riesgo" .

Algunas se enteraron tarde de los Reyes Magos, para otras nunca existieron, y a las más pequeñas les emociona la idea de los regalos, pero sus padres no pueden mantener esa ilusión.

En general son hijas de madres solteras dedicadas a las labores domésticas, de indígenas, o de personas con capacidades diferentes a quienes les resulta difícil mantenerlas, por ello recurrieron a la casa hogar, explicó la religiosa Constanza Tovías.

Las niñas salen de la casa hogar los viernes y en esta ocasión les tocó pasar la Navidad y el Año Nuevo con sus familiares, pero están ansiosas de regresar, porque saben que les esperan sus regalos. Minuciosamente, la religiosa separa los juguetes y ropa donada por comercios, instituciones y personas en general.

En cada una de las 90 camas hubo un regalo el 6 de enero; en el reparto también se evalúa el comportamiento de la menor. Los juguetes como triciclos y pelotas serán para uso de la comunidad.

María Morales, egresada de un internado de la capital, recuerda: "cuando pasaba el Día de Reyes en mi casa con mi mamá, siempre esperaba llegar al internado para ver mis regalos, porque allá nunca llegaron. Eramos muy pobres, vivíamos en un cuarto de vecindad. Muchos niños me molestaban porque yo estaba internada".

En la casa hogar hay niñas en condiciones de precariedad extrema; entre ellas, Jacqueline, Analí, Brenda y Alma, hija de padres invidentes en situación de calle.

 
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