Usted está aquí: domingo 13 de noviembre de 2005 Opinión Las reservas y la brújula

Antonio Gershenson

Las reservas y la brújula

Además de violar la Constitución, de dar prioridad a intereses muy particulares por encima de los nacionales y los del desarrollo económico nacional, la política oficial en materia de hidrocarburos ha llegado al absurdo. Parece ser que se les perdió la brújula o que, como se supone que ese no muy moderno aparato apunta hacia el norte, pues algunos ya sólo voltean en esa dirección y copian lo peorcito de lo que ven allá.

Un ejemplo son los contratos a 15 o 20 años "de servicios múltiples" en la cuenca de Burgos, como si fuera la gran cosa. Es una región ya bastante explorada, ya medio agotada. ¿Da para mantener empresarios extranjeros 15 o 20 años?

Por lo pronto, las reservas probadas al primero de enero de 2005 representan poco menos de cinco años de la producción de 2004. El porcentaje de éxito de los pozos exploratorios terminados en Burgos fue, en ese mismo año, de 35 por ciento sobre un total de 40 perforaciones. En cambio, hay casos en los que sólo se hizo una perforación en ese año, que tuvo éxito, como es el caso de Bellota-Jujo en la región sur. No sabemos más porque en el año no perforaron un segundo pozo, siquiera. Pero sí sabemos que, además del gas natural, producido también en Burgos, produce crudo ligero.

Es más, en 2004 la región sur produjo más gas que Burgos: 547 miles de millones de pies cúbicos frente a 401. Qué bueno que en la región sur no estén tan interesados en entregar la extracción del gas a extranjeros pero, ¿para qué hacerlo en Burgos?

Otro caso es el de Chicontepec. Según publica Pemex, "al cierre del año 2004 se han perforado un total de 93 pozos exploratorios y mil 4 de desarrollo". Y esto ha dado como resultado una producción de crudo de 20 mil 552 barriles diarios. ¡Veinte mil barriles diarios con mil perforaciones! En promedio, 20 barriles diarios por pozo perforado. Y todavía lo presumen. Los mejores pozos de Cantarell daban más de mil veces esa cantidad. Tal vez sea mayor el daño causado por perforaciones, muy cercanas entre sí, en esa zona de agricultura y ganadería intensivas, que el provecho logrado con cantidades tan pequeñas de petróleo.

Una posible explicación, congruente con el discurso oficial, de estos absurdos, es que quienes los promueven como la gran cosa quieren que haya mayor dificultad para obtener hidrocarburos, para hacer parecer como inevitable la entrada del capital extranjero. También apunta en ese sentido la perforación en aguas profundas sin haber agotado, ni mucho menos, la exploración en aguas someras y en las cuales el petróleo es ligero y con alta proporción de gas asociado. Y para que resulte que en esas aguas el crudo es de ocho grados API, tan pesado que difícilmente se justifica, hoy por hoy, la inversión en infraestructura en zonas alejadas de la costa y con dificultades para extraer el petróleo en cuestión.

Previamente se procedió a despidos masivos y jubilaciones forzadas de especialistas calificados. Se han entregado por contrato no sólo la exploración y la explotación, sino también actividades de mantenimiento. Se ha sustituido el ejercicio de recursos propios por los carísimos Pidiregas.

Será necesario reconstruir el recurso humano que fue afectado. Será preciso invertir en la exploración de numerosas áreas con posibilidades razonables. Habrá que trabajar con recursos propios, para lo cual se deberá acabar con el saqueo fiscal de Pemex. Y el gasto federal deberá estructurarse sobre bases muy distintas.

 
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