Usted está aquí: domingo 13 de noviembre de 2005 Opinión LA VIDA (BREVE) EN SAN LAZARO

LA VIDA (BREVE) EN SAN LAZARO

José Agustín Ortiz Pinchetti

Altar a Salinas

EN LA DELEGACION Coyoacán del Distrito Federal hubo una protesta por la erección de una estatua que representa a tres muchachos encaramados uno sobre otro. El de arriba porta una máscara de Carlos Salinas. Escena de mendicidad disfrazada de acrobacia, común en nuestra época. Es obvio que no es un homenaje al ex presidente, sino una denuncia de su impopularidad. Pero la gente no quiere verlo en el pedestal ni de broma. A él no le importa mucho, porque sigue haciendo política y gozando de una riqueza tan inexplicable como inmensa, en absoluta impunidad.

ESTA ANECDOTA ME recuerda otra. Un día nos pusimos a discutir por qué no existía una estatua de Hernán Cortés. Un amigo dijo que el personaje era mucha pieza para un país de acomplejados. Otro intentó ahorcar al primero, y un tercero declaró que todo el país es un monumento en honor a don Hernán, su fundador.

SALINAS NO NECESITA estatua para que lo recordemos. Se entronizó con fundadas sospechas de fraude, quiso recuperar el sistema presidencialista para apropiarse de él. Igual que un empresario saca de la quiebra una empresa arruinada y luego
la usurpa a sus dueños, Salinas quería relegirse o ser el jefe máximo por lo menos una generación. Es probable que no haya renunciado del todo a esta fantasía.

EL GRADO DE poder que acumuló le permitió cometer errores monstruosos. Al final de su gestión, el balance fue terrible. El salario perdió su poder adquisitivo 43 por ciento, el tipo de cambio se devaluó 30
por ciento, la deuda externa aumentó 32 mil millones de dólares. Veinte días después de dejar el mando, volaron las reservas internacionales de México y nos hundimos.

PAIS ESTANCADO, brutal desigualdad, emigración masiva a Estados Unidos, incremento de la delincuencia y de las redes del narco, dependencia del exterior, pérdida de soberanía, todos los males son atribuidos a Salinas. México y su gente viven en una depresión de la que no pueden salir: este es el monumento a Salinas.

LO ASOMBROSO ES que se considere natural y hasta democrático que Carlos Salinas haga política, organice conspiraciones y diseñe reformas reaccionarias en su comedor, e inaugure obras de caridad. A pesar de que la transición democrática avanza, todos aquellos que padecieron acoso y persecución de Salinas, a quienes arrebató con fraudes triunfos electorales, no pueden hacer nada contra él. La red de negocios que construyó y los centenares de asesinatos que toleró están esperando que algún día llegue la justicia divina, porque la humana parece incapaz de aplicarse a este menudo personaje.

CUANDO MI AMIGO quería que el monumento fuera todo el país, yo intenté explicarle que justamente por eso no podíamos levantarle una estatua. Cortés fundó una nación con base en la explotación y el dominio en favor de una minoría. Mientras esa inequidad subsista, no podremos reconocerle sus méritos militares y políticos a Cortés. Mientras no se haga justicia, no podemos hacer una crítica constructiva y sensata de lo que fue, para bien o para mal, el salinismo en México.

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