Usted está aquí: jueves 10 de noviembre de 2005 Opinión VINOS

VINOS

Mireya Cuéllar

Concha y Toro, la trasnacional de vinos más importante de AL

ES UNA EMPRESA cuyos vinos están en 120 países, cuenta con una batería de 18 enólogos y obtuvo el año pasado una ganancia neta de 41 millones de dólares. Concha y Toro es la trasnacional del vino más importante de América Latina y parte de su secreto, dice uno de sus enólogos, Max Weinlaub, es que ha tenido la capacidad de elaborar caldos "muy amigables", con taninos muy suaves, sin aristas, sin puntas que causen rechazo... y son además accesibles para muchos bolsillos.

ESE ES EL caso, dice, de TRIO. Tres vinos, tres ensamblajes, elaborados con uvas de tres valles distintos (un blanco y dos tintos) que ya comercializan en México, y esta semana presentaron formalmente. Están diseñados para un público "joven".

EL BLANCO ES básicamente un chardonay, que cuenta con 15 por ciento de pinot grigio y otro 15 de pinot blanc. Es un vino fresco que acompaña muy bien cualquier pescado. De los tintos, uno es un Merlot (65 por ciento) ensamblado con cabernet sauvignon (15 por ciento) y Carmenere (20 por ciento); el otro un cabernet sauvignon (70 por ciento), mezclado con cabernet franc y shiraz. Este último es quizá el que tiene un sabor más clásico, es también un vino con más cuerpo. La normatividad chilena exige que la cepa minoritaria esté presente en al menos 15 por ciento para poder poner los tres nombres, de las variedades, en la etiqueta.

ALLA EL SERVICIO Agrícola y Ganadero -dentro del Ministerio de Agricultura- regula el tema de las variedades y las denominaciones de origen. Los TRIO, cuyo costo es de 130 pesos, tienen origen en valles diferentes, por lo tanto tienen diferentes denominaciones. El blanco es de Casa Blanca, el merlot es Rapel y el cabernet sauvignon es del valle de Maipo. El 75 por ciento de la uva debe pertenecer al valle que las bodegas acogen para cada botella. Para efectos de entrar a países con regulaciones más exigentes, como Alemania, Concha y Toro -dice Max Weinlaub- se ciñe a las más estrictas normas internacionales. Por ejemplo, apunta, los alemanes demandan que una botella esté elaborada con 85 por ciento de uvas del valle al que se acoge en la denominación de origen.

MAX WEINLAUB DICE que buena parte del mérito en los vinos chilenos está en el clima. Sus veranos, más largos que los europeos, hacen que varietales, como el carmenere, alcancen una maduración que atenúa las notas verdes o apimientadas y redondea sabores.

CON LA PRETENSION de competir con los chilenos, Monte Xanic colocó ya en los anaqueles de las tiendas de autoservicio su línea Calixa, que tiene un costo de poco más de 100 pesos por botella. De la línea tradicional, que lleva el nombre de la bodega (tintos y blancos), la botella cuesta 250, porque se usa mejor madera y tiempos más prolongados de añejamiento. Calixa le permite dar un segundo uso a sus barricas y abaratar costos. Cetto, también de Baja California, tiene variedades muy competitivas en calidad y precio, como su Nebbiolo -cepa originaria de los valles de Piamonte, Italia-, que cuesta 110 pesos. A propósito de Reservas, Casa Madero puso en el mercado ejemplares muy buenos, sólo que un blanco cuesta casi 300 pesos. Así que lo mejor es planear en función de la ocasión, porque, dicen los que saben, el buen vino es aquel que está en armonía con el momento en que se bebe. Quién no nos dice que lo destacable de una botella fue aquel con quien nos la tomamos.

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