Usted está aquí: lunes 7 de noviembre de 2005 Opinión Un tache para el INEGI

Ana María Aragonés

Un tache para el INEGI

El segundo Conteo de Población y Vivienda del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI) -que se inició el 4 de octubre y que en principio duraría hasta el 29 de octubre, pero se extendió al 7 de noviembre- hará contacto con 25 millones de viviendas en 284 mil localidades del país con una estructura operativa de 94 mil personas. La idea es conocer cuál ha sido el comportamiento demográfico de la nación durante el transcurso del gobierno del presidente Vicente Fox. Se trata, por tanto, de contar a las personas; sin embargo, ¿sabe usted a quién no van a contar? A los migrantes.

Pues sí, un ejercicio tan importante para obtener datos fidedignos sobre la población y su comportamiento resulta que en su cuestionario no tiene ni una sola pregunta que se refiera al fenómeno migratorio. Esto es inaceptable.

Carmen Aristegui, del noticiero Hoy por Hoy, entrevistó al director del INEGI, Gilberto Calvillo, a quien interrogó acerca del porqué no se había incorporado ni una sola pregunta en relación con un fenómeno que nos recorre a lo largo y ancho del país; las respuestas fueron, por decir lo menos, de risa.

Lo primero que expresó el funcionario es que no se añadió porque "duplicaría el costo del conteo". Y uno se pregunta si pasar de 23 a 24 preguntas realmente puede encarecer el ejercicio de esa forma. Pero, aun cuando motivaran un costo extra, creo que obtener datos fehacientes acerca del patrón migratorio durante el ejercicio administrativo del presidente Fox era algo invaluable. Sin embargo, uno duda que ésa fuera la razón de la omisión, sobre todo cuando el mismo funcionario añade explicaciones tales como que "la gente no quiere responder", "no quieren admitir que se hayan ido, pues en el fondo no aceptan el hecho", y "como que no quieren contestar porque su salida no es legal y tienen miedo". La verdad es que no se puede creer que ésas sean las respuestas de un director de un organismo de la categoría del INEGI.

Calvillo no tiene idea de la situación que implica para las familias tener uno o más migrantes. Y que en su mayoría sí responden porque se sienten orgullosas de sus migrantes y saben que salieron del país no por su culpa, sino porque se han visto forzados por las condiciones económicas que les impiden tener un trabajo digno en su tierra. Pero además, al considerar este hecho como un verdadero sacrificio, tanto para los que se quedan como para los que se van, no sienten ninguna vergüenza y aceptan, claro que tristemente, el hecho.

Lo que parece estar en el centro de esta situación es que si bien el presidente Fox reitera su preocupación por la situación de los migrantes y la necesidad de un acuerdo migratorio, no quiere conocer de una buena fuente mexicana cuál ha sido el comportamiento de la población, la que, según Jeffrey S. Passel, pasó de 400 mil entradas por año entre 1995-1999 a 485 mil de 2000 a 2004 de indocumentados, muy por encima de los legales. Estos datos se enfrentan, por supuesto, a las "fantasiosas" cifras de empleo que ofrece el gobierno, todo lo cual nos hace pensar que hay una complacencia del INEGI con el Presidente. Mucho hablar, pero a la hora de poner al servicio de la sociedad datos que son invaluables para conocer la realidad, se desperdicia un instrumento extraordinario y se esconde la cabeza como el avestruz.

Afortunadamente la Cámara de Diputados aprobó la reforma mediante la cual se otorga al INEGI autonomía jurídica y de gestión financiera, que impedirá a los presidentes y a las diversas secretarías en turno presionar para que sólo se publiquen aquellos datos que les convengan.

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