Usted está aquí: miércoles 2 de noviembre de 2005 Opinión Y sigue tan campante

Julio Muñoz

Y sigue tan campante

Ampliar la imagen El complejo de Edipo se ha convertido en lugar com�n la imagen: versi�ort�l del "fren�ro el�rico autom�co", de Lavery, que serv�para medir la actividad cerebral, 1907 FOTO Tomada de Gettyimages 1900s Foto: Tomada de Gettyimages 1900s

Desde la publicación de La interpretación de los sueños, del peligroso revolucionario Sigmund Freud, el complejo de Edipo se ha convertido en lugar común. Edipo y su saga perviven más por Freud que por Homero y Sófocles. Siendo normal ese complejo en la infancia, en el adulto se considera neurosis derivada de una situación traumática.

El concepto de don Sigmund no había sido modificado hasta que ahora un oráculo y su sibila nos traen nuevas interpretaciones del mito griego. La sibila y directora del Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados (Cinvestav) nos reveló a los miembros del departamento de fisiología que la institución tiene ese complejo según el oráculo al que presta voz, quien además es, nos dijo la directora, sicoanalista de instituciones. Mi sorpresa aumenta según desgrano el complejo asunto del complejo y llego a algunas conclusiones.

Primero, el sicoanálisis cuenta con un nuevo campo de estudio: la sique institucional. Segundo, los investigadores del Cinvestav tenemos una incestuosa sique colectiva. Tercero, sin percibirlo hemos estado bajo profundo estudio del sicoanalista de instituciones, quien ha de ser necesariamente miembro del Cinvestav-IPN para conocernos tan bien. Cuarto, dado que la doctora Rosalinda Contreras valida el deslumbrante diagnóstico, también muestra visos de ser ducha en la nueva especialidad.

El diagnóstico, sin embargo, me abre un mar de dudas. ¿Quién es nuestra desconocida madre y sujeto de nuestro amor apasionado? Ese es ahora el enigma de la esfinge del Cinvestav-IPN. El maestro Arturo Rosenblueth, nuestro primer director, y don Eugenio Méndez Docurro, el promotor de todos mis respetos, no pueden serlo por razones de su género ni del de sus supuestos amantes, ya que contamos con investigadores de ambos sexos, ni tampoco por razones de coincidencia temporal, pues la mayor parte de nuestros colegas ingresaron a la institución después de la muerte del maestro y cuando pocos seguíamos acordándonos del buen ingeniero Méndez Docurro.

Sáquenos de dudas, doctora Contreras. ¿Quién es nuestra Iocasta? ¿Será usted el objeto de las bajas pasiones carnales de investigadoras e investigadores del Cinvestav? De revelarnos además quién es el equivalente de Layo nos lo guardaríamos para no manchar la memoria del infortunado cornudo que ya nos cargamos sin darnos cuenta. Sea quien fuere la Ioacasta del Cinvestav, la sicoanalítica directora parece estar preocupada por nuestra salud mental. Creo que en correspondencia deberíamos preocuparnos por la suya, pero no por la del oráculo, que está loco de remate o es un charlatán irresponsable.

Quizá por eso del complejo de Edipo, la doctora Contreras lanzó códigos de conducta y ética que señalan el camino virtuoso al personal del Cinvestav. Es un alivio. Durante 33 años como investigador y cinco más como estudiante, y hasta mis 67 primaveras, anduve al garete sin saber qué normas seguir en la institución. Ahora sé que debo ser íntegro, honrado, leal, y esforzarme por alcanzar todas las virtudes del buen servidor público.

Gracias, doctora Contreras. Mis padres también se lo agradecerían, como deben agradecérselo mi esposa e hijos, y seguramente lo harán mis nietos que andan por ahí divirtiéndose con sus complejos. No dudo que estos códigos -las tablas de la ley Contreras- llevarán al Cinvestav a un mejor desempeño. Si nos hubiera iluminado antes, los investigadores de este centro que pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) habrían aumentado por lo menos a la misma tasa que los de la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad Autónoma Metropolitana, en los que el incremento entre 2001 y 2004 fue de 20 a 25 por ciento, mientras durante ese periodo, que es el periodo directivo de la doctora Contreras, el Cinvestav-IPN está estancado en ese renglón.

De seguir así, la declinación de nuestra querida casa podría ser inevitable. ¡Pero ya tenemos los códigos Contreras! ¡Aleluya! ¡Hosanna! La salvación está a la vista. Por cierto ¿también son válidos los códigos para el departamento de química? La doctora Contreras es miembro y fue jefa durante años de este departamento, del cual cesó a los doctores Norberto Farfán y Teresa Mancilla, por sostener la aplicación del reglamento académico frente a la jefa de ese departamento, a quien la doctora Contreras prefiere. ¿Sabe la directora que en su departamento se cometen transgresiones a la ética profesional que han sido descubiertas en la literatura científica internacional?

Pero la doctora Contreras sigue tan campante agraviando a investigadores distinguidos. En la audiencia de conciliación entre el Cinvestav-IPN y el cesante doctor Alvarez Leefmans (Junta Federal de Concialición y Arbitraje o JFCA), el abogado institucional, en vez de procurar la conciliación, presentó nuevas demandas contra el cesante, y objetó que las demandas de éste sean ventiladas en dicha instancia. Según el abogado, la ley que rige a los investigadores de ese centro es la reglamentaria del apartado B del Artículo 123 constitucional, por lo que el diferendo no debería ser atendido por la JFCA. De ser así, ¿por qué presenta la institución sus nuevas demandas en esta instancia? El abogado prefirió olvidar que una jurispudencia al respecto estableció con toda claridad que los investigadores del Cinvestav estamos sometidos al apartado A, y que la Secretaría del Trabajo y Previsión Social otorgó registro sindical a la Unión de Personal Académico de esa institución dentro de este apartado. Pero ella sigue tan campante. Quizá espera ser relecta o imponer a un adicto suyo a pesar del desprestigio histórico nacional e internacional que se ha ganado y que comparten, lamentablemente, la junta directiva del Cinvestav-IPN, el doctor Reyes Tamez y el presidente Fox.

La doctora Contreras sigue tan campante y va por más. Todo aquel que no se le pliegue puede estar en peligro. Dispone de un arma formidable: los contratos por tiempo determinado (cuatro años o menos) entre el Cinvestav-IPN y sus investigadores. Estos contratos violan flagrantemente el artículo 37 de la Ley Federal del Trabajo, pues sólo pueden estipularse cuando lo exija la naturaleza del trabajo que se va a prestar -lo cual no es de ninguna manera el caso de la investigación científica- o cuando se sustituye temporalmente a otro trabajador. Los hemos firmado hasta ahora con ingenua imprudencia e ignorando la posible disyuntiva (si no me da la gana, no te recontrato) y confiados en el ya ido clima de confianza mutua. Las autoridades no abusaban, o abusaban poco y sin dañar a los investigadores. La situación es hoy diferente y el contrato temporal es una espada de Damocles que la doctora Contreras sostiene mientras sonríe con dulzura monjil.

Lo dicho: la doctora Contreras sigue tan campante sabiéndose quizá inmune e impune. Ya no tiene sentido invitarla a la reflexión, al diálogo y al respeto, ni inconformarse ni protestar ante ella. Manda que manda mandona y se pone en ridículo sin recato, pero no dirige. Se ha anulado a sí misma. Ojalá y el doctor Tamez encuentre pronto la fórmula para deshacer entuertos. De él depende. ¿O del presidente Fox?

 
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