Usted está aquí: miércoles 2 de noviembre de 2005 Mundo Desfile de culturas en Nueva York; entre Halloween y Día de Muertos

Fue una especie de encuentro binacional México-EU pero con muchos disfraces

Desfile de culturas en Nueva York; entre Halloween y Día de Muertos

Encabeza la fiesta por la Sexta Avenida una banda funeraria de Nueva Orleáns

DAVID BROOKS CORRESPONSAL

Nueva York, 1º de noviembre. Entre brujas, diablitos, innumerables angelitos, bestias feroces, mujeres semidesnudas bailando sobre carros alegóricos, hombres vestidos de voluptuosas y provocativas mujeres, fantasmas, bandas funerarias estilo Nueva Orleáns y una esfinge emergiendo de los escombros en festejo a los sobrevivientes de Katrina, pasó la Banda de Marcha Azteca esta noche durante la celebración de la noche de Halloween en el que es, tal vez, el desfile más grande y uno los más extravagantes de Nueva York.

Fue otro encuentro binacional más entre México y Estados Unidos, aunque todos los participantes estaban disfrazados. A pesar de que hablaban diferentes idiomas, bailaban al mismo ritmo.

Pero hoy las calaveras aquí hablarán español. El Halloween de Nueva York tendrá su respuesta mexicana en varios barrios, iglesias y sedes en la ciudad: el Día de Muertos, con la participación de varios estadunidenses. Y es así que en lugares como esta ciudad mundial, las culturas entran en un diálogo al intercambiar mitos, máscaras y ritos.

Panaderías mexicanas hornean el pan de muertos, hay ofrendas, bailes y ceremonias en varios centros comunitarios, como en St. Marks on the Bowery, el Museo del Barrio y en diversos puntos mexicanos en los cinco condados de la ciudad.

Mañana la Asociación Tepeyac tendrá su tradicional ofrenda en la Calle 14 y ha convocado a todos a llevar algo para ofrecer a los difuntos. "Por las víctimas del huracán, por los que han caído en la guerra, por los muertos en las Torres Gemelas, por los caídos en la frontera, por nuestros muertos en México, por aquellos que viven en el temor, por los que mueren de amor, por los que mueren de desolación, por ignorancia, por los muertos de sida, por los que mueren en bandas, por los que mueren en lucha por sus derechos", dice la invitación, agregando más y más.

Anoche, a lo largo de más de tres kilómetros, y durante horas después del anochecer, el desfile de Halloween dio la bienvenida neoyorquina a los fantasmas y miles de versiones de figuras de temor y locura. Un "Papa" católico baila con otro, un vals maravillosamente coreografiado, se detienen y se dan un largo y profundo beso ante la algarabía de los espectadores. Una tras otra, las bandas mantienen el ritmo. Todos los músicos van disfrazados. El desfile fue encabezado por una banda funeraria de Nuevo Orleáns con Glenn Hall, un fenomenal trompetista de 10 años de edad, quien perdió su instrumento junto con su casa debido a Katrina, va a la cabeza con una nueva trompeta que le fue regalada.

La resucitación de Nueva Orleáns fue el tema; Nueva York ofreció un poco de su locura y Nueva Orleáns respondió con un poco de la suya. Pasaron varios Elvis, unos concheros, y algunos imposibles de describir. Desfilaron varios superhéroes (Batman, La Mujer Maravilla, etcétera) y algunos diablos en patines. No faltó el tono político: un "Nerón" con un violín y una pancarta en la que se leía: "El presidente Nerón tocaba su violín mientras Nueva Orleáns se inundaba", y algunos contingentes antiguerra.

Miles participan, decenas de miles los observan, y algunos ganan los aplausos de los espectadores, muchos de ellos también llegaron disfrazados. Las calles alrededor de la Sexta Avenida -ruta del desfile- se inundan de disfrazados, aunque en esta parte de la ciudad, a veces es difícil detectar si alguien está disfrazado para esta noche, o así luce siempre.

Pero la celebración sirve como un tipo de antídoto al clima de temor que los políticos y más intentan imponer sobre la vida cotidiana. El temor enfrentado con demonios, vampiros y bestias, el temor enfrentado con el temor. Por una noche aquí pareció funcionar.

Hoy, Nueva York será invitada a participar en algo igualmente -o tal vez más- antiguo, y mucho más ajeno a la cultura estadunidense: la celebración del Día de los Muertos. Tal vez por ahí aprenderá que la muerte y la vida no están divididos o separados, sino que forman dos partes de un todo. Tal vez, si aprenden a escuchar a sus difuntos, un día este país podrá celebrar la vida y no permitir que el miedo sea usado como justificación para tanta muerte.

 
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