Usted está aquí: sábado 15 de octubre de 2005 Disquero Prohibido prohibir

Prohibido prohibir

Cada nuevo disco de la soprano romana Cecilia Bartoli es esperado con pasión. El disco más reciente de esta diva espléndida, que acaba de instalarse en los anaqueles de novedades en México, es literalmente un bocado de cardenales, pues no solamente contiene belleza en su desplante sonoro, sino que todo el álbum está concebido con harta jiribilla musical, musicológica, cultural y social.

Se titula Opera proibita (Decca) y contiene arias de George Frideric Handel (1685-1759), Alessandro Scarlatti (1660-1725) y Antonio Caldara (c.1670-1736). Se llama Opera proibita porque despliega obras prohibidas cuando fueron escritas en la ciudad de Roma, merced a una bula dictada por el nada inocente papa Inocente XII y que fue seguido en su juego por su sucesor, Clemente XI, durante toda la primera década del siglo XVIII.

El pretexto era ''celebrar el jubileo", el inicio de otro siglo, de manera ''recatada", pero la razón fundamental eran los conflictos políticos que avecinaron la guerra de sucesión en España. También, como a lo largo de su historia, contaron las razones de ''castidad" y doble moral que ha caracterizado a la Iglesia católica, tan ocupada en sus negocios, complicidades políticas e intento de controlar a las personas mediante la peregrina noción del ''pecado".

El nuevo disco de Cecilia Bartoli juega también con ironía en homenaje a Federico Fellini, con esa noción de "pecado" atendiendo a la idea que siempre se ha tenido de la capital italiana, como un foco de tensión erótica y mística al mismo tiempo, dado que aloja al centro de poder católico, el Vaticano, y también los mayores placeres del planeta.

El cuaderno que envuelve el nuevo disco de Cecilia es todo un lujo. Despliega una serie de fotografías de la Bartoli ataviada como Anita Ekberg en la fuente de Trevi, en homenaje a la secuencia más célebre del filme La dolce vita, esa obra maestra de Fellini, quien también aparece en esas fotos, además de stills de la película y un breve ensayo que relaciona el barroquismo felliniano con el barroquismo de las arias de ópera contenidas en este disco y que fueron prohibidas por los cardenales, quienes no obstante se daban sus banquetes de placeres en la Roma prohibida, como a la fecha se los siguen procurando.

El disco inicia con el Aria della Pace, de Scarlatti, seguida del Aria della Speranza, que es el momento más hermoso y conmovedor de todo el álbum, pleno de belleza y sentimientos cálidos. Otro momento de prodigio ocurre en el track 10, con el Aria del Piacere, de Handel, contenida en su obra maestra titulada Il Trionfo del Tempo e del Disinganno, en su fragmento sublime que inicia con estos versos: ''Lascia la spina, cogli la rosa", que ya había grabado en otro de sus discos la señora Bartoli.

Opera proibita es un dechado de placeres. El acompañamiento instrumental está a cargo de Les Musiciens du Louvre-Grenoble, dirigidos por Marc Minkowski. Entre las herramientas del placer figura un oboe, una viola da gamba, un chelo barroco, una tiorba, un par de clavecines y una guitarra barroca.

Este juego de espejos sonoros dentro de la fuente de Trevi, este guiño a la crítica social de Federico Fellini a la doble moral y el intento de la Iglesia católica de controlar a las personas boicoteándoles sus placeres, este nuevo disco de Cecilia Bartoli es, valga la ironía, un auténtico bocado de cardenales.

Pablo Espinosa

 
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