Usted está aquí: jueves 25 de agosto de 2005 Opinión El clientelismo del PAN

Martí Batres Guadarrama

El clientelismo del PAN

El Partido Acción Nacional, el más representativo referente de la llamada derecha democrática, es decir, de aquella vertiente conservadora que ha abrazado, sin embargo, las formas de la democracia política, ha condenado reiteradamente los viejos usos políticos del corporativismo y del clientelismo, ya que limitan la acción libre y voluntaria del individuo.

Reaccionario en lo social, el PAN aportó no obstante su granito de arena a la lucha por la democracia en México. Hoy, sin embargo, poco o nada queda de su identidad.

El derrumbe de Acción Nacional en la preferencia electoral proviene no sólo del pésimo desempeño de Vicente Fox al frente del gobierno federal, sino también de la disolución de la identidad panista. No sólo comparte la preferencia por el llamado modelo neoliberal que promovió el PRI desde 1982, sino también sus usos políticos se van asemejando cada vez más a los usos políticos del viejo régimen.

Crítico del clientelismo, es decir, de aquella práctica en la que se ofrece un beneficio material específico a cambio de un apoyo político, el PAN incurre en las mismas acciones.

Recientemente el PAN del Distrito Federal convirtió su propaganda política en vehículo de difusión de un programa social específico del gobierno federal. Es obvio que cada partido político busque capitalizar los logros de sus gobiernos, es legítimo que difunda sus obras, sus avances, sus transformaciones, pero una cosa distinta es que pretenda sustituir la difusión y operación de los órganos del Estado. El PAN puede difundir a los cuatro vientos que fue un gobierno panista el que inventó el llamado Seguro Popular (y la oposición puede y debe recordar que ni es tan popular ni es tan seguro): lo que no puede hacer es arrogarse la tarea gubernamental de difundir los mecanismos concretos de realización de un programa, y menos aún la gestión directa para su operatividad.

El folleto a través del cual el PAN del Distrito Federal habla del Seguro Popular tiene las siguientes características.

En la contraportada aparece el logotipo del PAN, junto a la frase de su campaña de reposicionamiento: Para vivir mejor, Hazlo Tuyo. En la portada dice: "Atención médica, estudios y medicamentos ¡gratis!" En la parte interior el folleto da respuesta a las siguientes preguntas: ¿Qué es el Seguro Popular? ¿Qué ofrece el Seguro Popular? ¿Cuáles son los requisitos para afiliarme? ¿Quién se puede afilar? ¿Cómo va a funcionar el Seguro Popular en el Distrito Federal?"

Cabe resaltar que en las respuestas se señala por ejemplo, en el caso de los requisitos: ser beneficiario de Liconsa y entregar copia de una credencial oficial con fotografía del titular, y en relación al lugar donde debe tramitarse se responde que en todas las lecherías Liconsa que se localizan en las delegaciones Gustavo A. Madero e Iztapalapa.

Luego, casi al final, se dice: "Sólo con el Seguro Popular del Gobierno Panista". Y finalmente hay una leyenda que indica el teléfono y la página web donde se puede encontrar más información; al marcar dicho teléfono responde una persona que indica cómo realizar el trámite correspondiente. Para terminar con broche de oro estos folletos se reparten en las lecherías de Liconsa.

¿Qué pensaríamos si un folleto del PRI dijera: "si quieres ingresar al Instituto Mexicano del Seguro Social acude a nuestras oficinas"? ¿Qué pensaríamos de que el PRD invitara a los jóvenes a incorporarse a la Universidad de la Ciudad de México a través de la gestión directa del partido? Claro que el Revolucionario Institucional puede decir que fue durante uno de sus gobiernos cuando se instituyó el IMSS. Y por supuesto, el PRD puede señalar que fue un gobierno perredista el que logró la creación de la Universidad de la Ciudad de México. Eso no tiene problema. Pero lo que no puede hacerse es sustituir la labor que corresponde al gobierno.

Por eso el artículo 28 de la Ley Gene-ral de Desarrollo Social señala:

"La publicidad y la información relativa a los programas de desarrollo social deberán identificarse con el escudo nacional en los términos que establece la ley correspondiente e incluir la siguiente leyenda: 'Este programa es público, ajeno a cualquier partido político. Queda prohibido el uso para fines distintos al desarrollo social'."

El otro ejemplo curioso lo ofrece el propio presidente Vicente Fox, quien en víspera de un año electoral legaliza los llamados autos chocolates en contradicción abierta con la defensa general que ha hecho de los principios generales de la iniciativa privada, del comercio y de sus formalidades.

Más allá de la problemática social, que originó las primeras demandas de regularización, lo cierto es que en el asunto de los autos chocolates se atraviesan también el comercio informal, el contrabando y los impactos negativos en la economía y en la ecología. Lo que llama la atención es que el gobierno de la República ignore a la iniciativa privada, se olvide de sus principios y ejerza un acto de gobierno típicamente clientelar para granjearse el apoyo de los vendedores y compradores de los vehículos que llegan al país de manera ilegal.

Antes que ver la paja en el ojo ajeno, los dirigentes y legisladores del PAN deberían ver la viga en el propio y reflexionar acerca del futuro de su partido, porque si ya nada lo distingue del viejo PRI es difícil que pueda seguir siendo el partido representativo de la derecha democrática del país.

 
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