Usted está aquí: sábado 20 de agosto de 2005 Opinión La obsesión

Luis Javier Garrido

La obsesión

La campaña fallida de Vicente Fox para imponer a los mexicanos su versión de lo que está siendo su gestión se sustenta en el control oficial sobre los medios, pero al estar fracasando se abre de nuevo la misma interrogante: ¿de qué le sirven los medios al poder?

1. Los esfuerzos desesperados de Los Pinos para evitar en vísperas del penúltimo Informe de gobierno al Congreso que se siga conociendo la información que se ha multiplicado en las últimas semanas sobre los abusos de poder de Fox y de sus gentes, el cúmulo de violaciones cometidas a los derechos fundamentales de los mexicanos y la magnitud del desastre de la gestión foxista, así como el continuismo escandaloso que existe en los mecanismos de poder utilizados por la tecnocracia salinista y la actual, que se pretendió de cambio, no ha logrado más que ahondar el descrédito de quienes gobiernan y por lo mismo hacer cada vez más inviable su permanencia en el poder.

2. La estrategia de Fox y de El Yunque para confundir en el fin del sexenio tratando de imponer la idea de que hay un nuevo régimen está siendo en todo caso muy primitiva y se ha sustentado en la propaganda mentirosa, tanto directa (los comerciales de Fox) como indirecta (el control sobre los informadores), y busca culminar el 1 de septiembre y en los días siguientes a la vieja usanza priísta, contando con la complicidad de muchos sectores para acallar lo que acontece.

3. La paradoja es por lo mismo evidente: el gobierno foxista, que ha utilizado como ningún otro en la historia mexicana el presupuesto oficial para su propio beneficio, haciéndose una propaganda mentirosa, es decir, que ha utilizado los recursos públicos para engañar al pueblo, pretendiendo subordinar a sus intereses a los medios masivos y someter lo mismo a empresas editoriales que a medios escritos, tiene el tupé de presentarse en sus reclamos propagandísticos como un gobierno defensor de los derechos fundamentales y en particular de la libertad de expresión.

4. Fox, quien tiene el cinismo de adjudicarse como propios en sus comerciales de autopropaganda los logros democráticos de los mexicanos en las últimas décadas, incluyendo el de la apertura de los medios, debería saber que este proceso ha sido y está siendo consecuencia de una lucha popular de algunos periodistas y medios, así como de los lectores desde los sexenios de Díaz Ordaz y de Echeverría, y que a él se le reconoce como un enemigo más de la libertad de expresión.

5. El gran escándalo de este año en ese terreno lo empezó a dar meses atrás Marta Sahagún, quien en una acción sin precedentes, que fue entendida como una advertencia a todos los medios, demandó tanto a la periodista argentina Olga Wornat, autora del libro Crónicas malditas (Grijalbo, 2005), que en muchas páginas habla de ella y de sus hijos, como a la revista Proceso por publicar un extracto del mismo -en el que trascribe la demanda de anulación matrimonial que presentó al Vaticano-, en una iniciativa que buscó presentar como proveniente de un particular pero que ha llevado a cabo desde sus inicios con todo el peso de la maquinaria presidencial y practicando el deporte de moda de la descalificación.

6. La otra vertiente de la política foxista de desinformación y de censura no es muy diferente de la existente en los últimos gobiernos priístas, y es la de las componendas y el tráfico de influencias de Fox y de sus amigos con grupos del sistema privado de enseñanza, de los medios masivos de comunicación y de las editoras de libros y revistas, misma que ha buscado limitar los análisis críticos.

7. Las verdaderas dimensiones de la política de censura de Fox se están sin embargo apenas conociendo y un nuevo escándalo ha estallado al revelarse que el gobierno de Fox intervino directamente para evitar que el Grupo Editorial Norma, que publica un sinnúmero de títulos de la SEP, editara el libro La familia presidencial. El gobierno de cambio bajo sospecha de corrupción, de las periodistas Arelí Quintero y Anabel Hernández, con las que tenía ya un contrato firmado, que súbitamente decidió incumplir, por lo que el título terminó por ser editado por el sello Grijalbo del grupo editorial Random House Mondadori (Proceso, 1502).

8. Los mecanismos del gobierno foxista para acallar a las editoriales no están siendo muy diferentes, como se ve, a los de los gobiernos priístas, pero sí resultan más obvios. Las afirmaciones del editor a la revista en este último caso no dejan lugar a dudas, pues le confirmó a ella que su empresa tiene "una relación de socios o de partners con muchas instituciones del gobierno", en negocios multimillonarios que no podía arriesgarse a perder, y por ello decidió no publicar el libro, luego de que medió un dictamen emitido, por cierto, por un abogado hermano de un funcionario de la Presidencia.

9. Las amenazas a la libertad de expresión no vienen solamente, sin embargo, del gobierno foxista, como aconteció en estos casos o en el de La Revista, de El Universal (censurada semanas atrás, pues anunciaba un reportaje sobre los garitos autorizados por Santiago Creel a sus parientes, a Televisa y al empresario Olegario Vázquez Raña, amigo de los Fox), sino también de los poderes locales, tanto de gobernadores panistas (como ha acontecido con La Jornada San Luis) como priístas (en el caso de Noticias, de Oaxaca), o del mismo narco que ha amenazado y ejecutado a periodistas.

10. La obsesión de Fox por imponer a los mexicanos su versión de lo que ha sido su sexenio no ha logrado en todo caso más que ahondar el descrédito del régimen foxista y de sus hombres y hacer inviable su permanencia en el poder.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.