Usted está aquí: viernes 19 de agosto de 2005 Espectáculos Falleció Palillo, creador del Goya universitario

José Luis Rodríguez Pérez, el eterno preparatoriano de hace más de medio siglo

Falleció Palillo, creador del Goya universitario

Siempre estuvo rodeado de bellas mujeres, como Fanny Cano, Silvia Pinal o Kim Novak

JAIME WHALEY

Ampliar la imagen Una de sus familiares se despide del l�r preparatoriano, en la funeraria Gayosso FOTO Marco Pel� Foto: Marco Pel�

Palillo, el eterno preparatoriano de hace más de medio siglo, creador del Goya, se fue al sueño eterno la madrugada del miércoles cuando falleció dormido en su casa.

José Luis Rodríguez Pérez, el hombre de las leyendas que dio motivo de anécdotas mil en el entonces barrio universitario del hoy Centro Histórico de la capital, falleció de un ataque al corazón a una edad difícil de determinar, pero que, para efectos legales, se fijó en 71 pues, dicen, nació un 2 de octubre de 1934, en San Sebastián del Oeste, Jalisco.

El inexpulgable Palillo, pues prefería hablar de otros y no de él, nació a la fama como líder de la grey de la Preparatoria de San Ildefonso y cobró renombre y una enorme popularidad cuando, a partir de 1947, dirigió la porra de los Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México en aquellos épicos partidos de futbol americano, primero en el estadio de la Ciudad de los Deportes y luego en la entonces flamante cazuela del Pedregal, el estadio olímpico de Ciudad Universitaria.

Carismático y con una inteligencia que asombraba a los maestros de la Escuela Nacional Preparatoria, cuentan que -y la incertidumbre nace de que su vida de estudiante estuvo llena de realidades y fantasías- Erasmo Castellanos Quinto le tenía gran admiración por su facilidad para memorizar pasajes de sus clases de literatura (seguramente a las pocas que llegó a entrar), Palillo fue un personaje de la cultura urbana de los años 50.

''La Universidad tiene muchos problemas y tú aminoras las tensiones a través del deporte'', relató su hermano Felipe, que le dijo en una ocasión el rector Nabor Carrillo, luego de que se presentó ante la máxima autoridad de la casa de estudios para solicitar suéteres para la porra de la tribuna y del campo, esta última integrada por bellezas de la talla de Silvia Pinal, a quien, dicen, sacó de una escuela comercial y la apuntó como oyente en un curso de la Facultad de Filosofía y Letras, a fin de poderla vestir de azul y oro.

Atrevimientos sin límite

Y si de algo más se podía vanagloriar el por otro lado modesto líder, era el de estar rodeado de hermosas mujeres del medio artístico, como Elsa Aguirre, Yolanda Varela, Kitty de Hoyos, Esther Williams o Fanny Cano, o estudiantes como Eva Petrides y Gloria Leal, por mencionar tan sólo a unas cuantas.

Por cierto, fue con Fanny Cano con quien contrajo nupcias por segunda ocasión luego de que procreó una hija con la inglesa Ann Taylor, de quien, cuenta la leyenda, se enamoró de él cuando lo vio en avenida Juárez encabezando una marcha estudiantil.

Sus atrevimientos no tuvieron límites y se robó a una escultura viviente del mismísimo Hollywood. Así, la rubia Kim Novak llegó a la ciudad de México.

Su cercanía con los presidentes de la República Miguel Alemán y Adolfo López Mateos, fue proverbial. Con el primero de ellos tenía derecho de picaporte y llegó a sacarlo del despacho para que se asomara con él al balcón principal de Palacio Nacional para saludar a la masa estudiantil que lo vitoreaba abajo, en el Zócalo.

Fue él quien contribuyó a la fama de una tímida francesa que llegó a México para quedarse, Christian Martell, recién coronada como Miss Universo a quien llevó al Estadio Olímpico Universitario como madrina de los Pumas.

Ayer, la hoy esposa de Miguel Alemán Velasco se presentó al velorio y, con gran categoría, con los ojos húmedos, le echó una postrer porra a su primer amigo. ''Tengo vivo ese primer impacto con el estadio lleno y yo saltando sin saber por qué, pero eso era la vida que transmitía Palillo''.

Alguien le recordó que fue Luis quien le enseñó sus primeras palabras en español, groserías desde luego, y ella reviró: ''así fue, aunque ahora sé más, pues acuérdense que viví en Veracruz''.

Supliendo al Hombre mosca

Su apodo se debió a que en una ocasión, sépase en qué año, se arremolinó una multitud frente a la Catedral Metropolitana para presenciar una acción del llamado Hombre mosca, quien escalaría el edificio. La hazaña nunca se efectuó y, a cambio, Palillo se llevó a la muchedumbre a la preparatoria, cuya fachada escaló con gran habilidad mientras uno de los estudiantes le gritó que parecía un palillo, por lo flaco, y el coro no se hizo esperar: ''palillo, palillo''.

Dos fueron sus aportaciones más perdurables a la vida estudiantil, el Goya, grito que aglutina a todos los universitarios, por disímbola condición que se tenga, y el Mambo Universitario, compuesto por Pérez Prado al conjuro de la pasión que despertaban esos clásicos entre los Pumas y los Burros Blancos del Politécnico. La historia cuenta que Palillo le recitó una porra y casi de inmediato el músico cubano le sacó sonido.

Sobre el grito, dícese era el llamado para que los estudiantes se reunieran para entrar al cine Goya, a la vuelta de la prepa, aunque el Colorado Ochoa, el entrenador de basquetbol del plantel, aseguraba que ya en los encuentros estudiantiles de los años 30, se solía gritar ''joya, joya'', cuando el equipo anotaba.

Retirado de las actividades estudiantiles en 1964 pues, dicen, no era del agrado de Gustavo Díaz Ordaz, cuentan que el rector Ignacio Chávez le consiguió una beca para estudiar psicología en Francia, en donde sí tuvo que ir a clases, y a su regreso se dedicó a dar cursos para luego entrar al entonces oficial Canal 13, en donde laboró hasta la noche del martes como jefe de relaciones públicas.

 
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