Usted está aquí: lunes 20 de junio de 2005 Opinión Migración y lo que queda del sexenio

Jorge Santibáñez Romellón*

Migración y lo que queda del sexenio

Los últimos meses de la actual administración federal se han asumido de manera muy diferente a como se hacía. Las frases de aquellos gobiernos en el sentido de que se gobernaría hasta el último día, como si fuera el primero, no resultaban realistas ni prácticas, toda vez que se sabía que cuando se nombraba al candidato del partido en el poder, el espacio de decisión del presidente en funciones se reducía considerablemente, ya que aquél era quien "palomeaba" la designación de los candidatos de su partido al Congreso y las nuevas designaciones de funcionarios. Asumir ese final a más de dos años de que el presente sexenio concluya representa otro extremo poco deseable que genera un desorden en la atención de los problemas nacionales, más allá de las fracturas en los equipos de trabajo cuya cohesión resulta indispensable.

Esa situación no se deriva de presiones sociales, ni forma parte de una estrategia política. Fue el propio Presidente quien la inició y, si ya estamos ahí, es importante entonces reflexionar sobre el rumbo que tomarán los diversos temas de la agenda nacional. El objetivo de este artículo es llamar la atención sobre lo que aún se podría hacer en uno de los temas "consentidos" de este sexenio: el de la migración internacional de mexicanos hacia Estados Unidos.

Los gobiernos de los países de salida de los migrantes tradicionalmente han sido omisos, reactivos y contradictorios. Para nadie resulta políticamente rentable aceptar que millones de sus gobernados deben abandonar el país en busca de oportunidades que en su propio territorio no encuentran. Es más fácil y rentable, en el caso de México, echar la culpa al país de llegada que los atrae y mal que bien los recibe, así como festejar la llegada de miles de millones de dólares que los emigrantes envían, presentándolos casi como inversión extranjera, tratando con ello de esconder que en realidad se trata de salarios que el emigrante debería estar ganando en su país.

Algo que debemos reconocer al gobierno foxista es que no siguió del todo el mismo patrón, y asumió, por lo menos en el discurso, el tema migratorio como uno de los más importantes de la agenda nacional. Hay quien piensa que eso es muy poco y tienen razón, pero también debemos reconocer que ese paso resultaba necesario darse para poder avanzar. Ahora que el sexenio termina, tenemos la sensación de que ya nada se puede hacer, y surge la pregunta de si en este asunto lo más que podemos hacer es sentarnos a esperar a que el tema sea recuperado por el nuevo presidente. ¿Puede la administración de Vicente Fox ayudar a que eso ocurra de mejor manera?

La interrogante adquiere mayor vigencia toda vez que las dependencias que se involucraron de manera directa en el abordaje del tema no estarán en condiciones de hacer mucho por éste, ni por ningún otro. La salida del gabinete del secretario de Gobernación y de sus colaboradores más cercanos, propiciará una especie de vacío temático; mientras la debilidad del secretario de Relaciones Exteriores, sometido a crecientes presiones internas, no le permitirá construir nada realmente trascendente, aun bajo el supuesto de que se tuviera en el gobierno una visión clara de cómo abordar el tema migratorio.

En estas condiciones, considero que ya es demasiado tarde para asumir una coordinación operativa que desarrolle acciones específicas, no hay tiempo, condiciones, ni los equipos para hacerlo, y el Presidente ya no tiene muchas opciones de aparecer en torno a este tema. Le queda no hacer nada o bien algo no operativo, como una especie de semilla lo suficientemente bien plantada para que el nuevo gobierno recoja los frutos.

Por supuesto, la peor estrategia es que lo hiciera él directamente o por conducto de sus colaboradores; eso sería la mejor garantía de fracaso, aun si el candidato de su partido fuera el ganador de las próximas elecciones. Tendría que ser algo plural, con la participación de sectores diversos de la sociedad mexicana, incluso con aquellos que no han estado a su lado. ¿Recordará todavía aquel 3 de diciembre del año 2000, cuando en una reunión con representantes de la comunidad mexicana en Estados Unidos, celebrada en Los Pinos, se comprometió a que el tema migratorio sería prioritario para su gobierno? ¿De verdad ya se acabó el sexenio para los emigrantes mexicanos?

*Presidente de El Colegio de la Frontera Norte

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