Usted está aquí: martes 14 de junio de 2005 Opinión ¿Armas por Internet?

Pedro Miguel

¿Armas por Internet?

Ayer, en su encabezado principal ("Se pertrecha el narcotráfico vía Internet"), La Jornada retomó las declaraciones del general José Serrano Gutiérrez, jefe de la Unidad Especializada en Investigación de Terrorismo y Acopio de Armas de la Procuraduría General de la República, en el sentido de que las organizaciones dedicadas al tráfico de drogas suelen "pedir por Internet sus armas, ya que ahora se abre una página en la web y es posible ver catálogos que incluyen aditamentos como visión nocturna, rayos infrarrojos, lámparas y armas de un larguísimo alcance". A mi juicio, el planteamiento es en sus dos partes -la declarativa y la informativa- tan equívoco como los bobos del chiste que pretenden contrabandear divisas por medio del fax.

En estricto sentido, el narcotráfico no puede "adquirir por la red lanzacohetes y granadas" por la simple razón de que por los enlaces telefónicos, de microondas, satelitales, coaxiales y otros que conforman la red sólo transita información machacada y convertida en señales binarias. Esa información es susceptible de ser recompuesta en su punto de llegada y reconvertida en cartas de amor o de negocios (lícitos e ilícitos), fragmentos de audio y video, documentos gráficos, virus informáticos o una combinación de todo eso. Pero antes pasará un camello por el ojo de una aguja que un cartucho .22 por un módem o un enlace ADSL, y no se diga un lanzagranadas.

Por lo demás, es obvio que los gerentes del trasiego de drogas recurran al correo electrónico, la telefonía IP, los mensajes instantáneos y el chat, entre otros instrumentos internéticos, para arreglar sus transacciones, las cuales incluyen, por supuesto, la adquisición de armamento. Pero en términos informativos subrayar ese dato equivale a revelar que el narco utiliza la red carretera para transportarse o que se comunica mediante la palabra escrita o hablada. Existen, sí, como dice el general Serrano Gutiérrez, páginas en las que se ponen a la venta escuadras y rifles de asalto (ejemplo: http://securityarms.com, con sede en Tucson, Arizona, o http://www.impactguns.com, de West Ogden, Utah), pero sólo entregan sus productos en territorio estadunidense. Sobre los dispositivos de visión nocturna (que son exactamente lo mismo que los de "rayos infrarrojos"), por Dios, claro que se comercializan en Internet, pero también es posible comprarlos en México, en locales comerciales de Perisur y en puestos de vendedores ambulantes del centro de la ciudad.

Esta forma de plantear y presentar las cosas desvía la atención pública hacia Internet, cosa que suele ser representada en los diagramas de telecomunicaciones en forma de nube, que ha nutrido el imaginario colectivo con toda suerte de nuevas supersticiones, temores infundados e inexactitudes incontables, y que vive bajo el amago permanente de la censura y la inquisición policial. Pero el punto central es que las armas del narco transitan en gran cantidad por puestos fronterizos, aduanas, puertos y aeropuertos, igual que la droga, es decir, ante la vista gorda de todas las autoridades, las de los países de origen y las de los destinos.

Los medios nos informan con regularidad de pobres diablos pillados en los aeropuertos con más efectivo del que se permite guardar en el sobaco o bolsas de heroína en la tripa. Esas noticias nos hacen pensar que la policía es muy inteligente y sagaz, porque logra descubrir el contrabando por medio de un tic nervioso o de un pitazo. En un sentido más modesto, cualquier persona de buena voluntad que haya intentado enviar en forma legal y documentada unas medicinas para un pariente enfermo conoce la posibilidad de enfrentar un vía crucis burocrático aduanal de días, semanas o meses. En suma, el Estado se entera cuando quiere enterarse. Que no nos vengan ahora a decir que esos mismos policías astutos que detectan siete gramos de más en la masa corporal de un individuo no son capaces de distinguir entre un lanzagranadas y una alfombra enrollada, o que la miopía de los vistas aduanales es tal que confunden una caja de cartuchos para cuerno de chivo con una de duraznos de Kansas. Y al revés: ahora resulta que los satélites, los radares, los aviones espía, los aparatos y sistemas de inteligencia y los dispositivos de vigilancia aérea, marítima y terrestre, que (cuando quieren) le echan el guante a un migrante desfalleciente y aterrorizado, no logran percibir, en cambio, el paso de una tonelada de cocaína. ¿Y por qué no pueden? ¡Ah!, porque la mandaron "vía Internet".

Para no alimentar la confusión, de por sí grande, habría que admitir que la gran falla de la seguridad ante el narcotráfico y el tráfico de armas no está en Internet ni en los teléfonos ni en el idioma escrito ni en las palomas mensajeras ni en el código Morse ni en el lenguaje de señas de los sordomudos, sino en la corrupción de las autoridades y en la falta de voluntad de los gobiernos del continente -del de Estados Unidos para abajo- para enfrentarlo. Tal vez esa carencia tenga algo que ver con los enormes volúmenes de divisas que genera ese sector de la economía y que en mucho contribuye a la estabilidad y a lo que hay de crecimiento. Y acaso por eso la doctrina de libre mercado se aplique, en este renglón, de manera particularmente generosa.

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