Usted está aquí: viernes 10 de junio de 2005 Opinión Arias y aires regiomontanos

Abraham Nuncio

Arias y aires regiomontanos

La instalación del Fórum Universal de las Culturas y el Conocimiento, y el Concierto de los 3 Tenores, acto con el cual dio inicio, se produjeron en un contexto de malas noticias.

Alfa vendió la siderúrgica Hylsamex a la trasnacional ítalo-argentina Techint, con lo cual prevé reducir su deuda en 84 por ciento.

Los litigios familiares por dinero, entre Alejandro Garza Lagüera y su yerno, Alfonso Romo, hasta ahora presidente de la controladora Savia, y el que protagonizan Alberto Garza Santos y Mauricio Fernández Garza, ex candidato del PAN al gobierno del estado, ponen en entredicho, una vez más, la ejemplaridad moral que les atribuyen sus coristas a los grandes empresarios de la ciudad.

La proliferación de las universidades ''patito" se revela, en la pretendida ciudad del conocimiento, como fruto del tráfico de influencias. Cinco de ellas pertenecen a los familiares de Gerardo Luis Palacios Valdés, director de Educación Superior de la secretaría del ramo.

Después de seis meses de controversia y reclamos de la ciudadanía por los elevados salarios de los diputados, la manipulación dio por resultado una irrisoria disminución en sus percepciones (13 por ciento).

Un tiempo semejante ha estado en el centro de la discusión la opacidad de la Comisión de Acceso a la Información Pública de Nuevo León. Al grado de que ya se la denuncia a través de un sitio en Internet (www.tucas.cjb.net).

El Fórum Universal de las Culturas y el Conocimiento se gestiona, desde sus primeros pasos, como una empresa privada en la que los franquiciantes de Barcelona le imponen al gobierno de Nuevo León cláusulas de ''confidencialidad" y, como se vio, el control de la prensa a través del duopolio Televisa/Tv Azteca.

Menor, pero no por ello menos significativa, fue la noticia de que Luciano Pavarotti no se presentaría en el Concierto de los Tres Tenores. Esta ausencia y el caos del acto hicieron que una buena parte de los asistentes corearan la palabra ''fraude".

Las malas noticias para el grupo Monterrey empezaron con los cambios que anunciaban la globalización neoliberal. En América Latina se manifestaron con la crisis de la deuda. Fue Alfa, precisamente, donde adquirieron mayor magnitud a principios de los años 80. Sus finanzas pudieron ser saneadas en el curso de esta década gracias a los megapréstamos del Estado sobre cualquier racionalidad económica y política: al mismo tiempo se imponían topes salariales, graves restricciones al gasto social y el encogimiento del mercado interno; en fin, las medidas dolorosas-pero-necesarias con las que fue castigada la mayoría de la población a cambio de más medidas dolorosas-pero-necesarias.

Honalata y Lámina (Hylsa y después Hylsamex) nace en 1943 como competencia de la Compañía Fundidora de Fierro y Acero Monterrey. Años más tarde -1986- verá pasar el cadáver de esta empresa insignia del proceso de industrialización en el norte de México. Con el cierre de la Fundidora Monterrey, el Estado mexicano respondía a las exigencias del mercado (y de los mercaderes). El objetivo se difundía con gran insistencia: cerrar o privatizar empresas en manos del Estado era el paso necesario para la reconversión industrial, la modernización, la competitividad, la calidad total, la excelencia, la mejoría en la escala de riesgo-país, la mayor aceptación en el ánimo de calificadoras, certificadoras, auditoras, monitoras, multilaterales, medios de comunicación y gobiernos acreedores. Nada de eso sirvió para que los industriales promotores de los ''cambios estructurales" pudieran modernizarse y competir con industrias dotadas de tecnología de punta en el mercado global sin que los grandes de la globalización se los comieran. Contados con los dedos de la mano, unos cuantos subgrupos (Cemex, Gruma, Imsa, Femsa, Vitro) se han podido mantener en el mercado global, pero con industrias viejas o en vías de obsolescencia.

El fracaso del grupo con mayor capacidad industrial y financiera del país (empezó vendiendo varios de los bancos más grandes del país en sus manos y ha tenido que deshacerse de algunas de sus empresas clave sólo para cubrir pasivos) ha lesionado a los mexicanos. Porque para mantener a flote sus bancos y empresas -y los de sus pares-, el Estado, a título de rescate, tuvo que hipotecar la posibilidad de resolver algunos de los problemas más acuciantes del país. Al cabo, los enormes recursos invertidos en sanear sus finanzas sólo sirvieron para beneficiar al capital extranjero.

La figura que mejor ilustra la disminución empresarial del grupo Monterrey es Alfonso Romo. Industrial de medianos alcances (era dueño de las Pastelerías Monterrey ahora propiedad de Carlos Slim), llegó a tener en sus activos la Cigarrera La Moderna, Seguros Comercial América y Seminis. La primera fue vendida a capital inglés (Brittish Tobacco), la segunda a capital holandés (ING) y la tercera a Monsanto (capital estadunidense) en medio de apremios financieros. Con visión para incursionar en el mercado global a partir de la biotecnología, Romo se ha destacado por sus ideas fundamentalistas en materia de religión y ahora, con la creación del grupo político Opción Ciudadana, por su actitud excluyente en relación con la posibilidad de que Andrés Manuel López Obrador llegue a la Presidencia de la República. Como otros empresarios, Romo asume la convicción de que tener dinero disponible para invertirlo en unas elecciones es constancia suficiente para participar en política. Por lo demás, el momento para lanzarse a esta actividad no fue el más oportuno, acusado penalmente como lo está por sus familiares políticos y algunos de los socios de Savia que aquellos han ganado para su causa.

En Barcelona, la primera edición del Fórum de las Culturas se manifestó, antes que cualquier otra cosa, como un negocio favorable a la especulación inmobiliaria. De aquí que varias de las figuras más prominentes de la cultura cancelaran su participación en el acto.

¿Será diferente en Monterrey 2007? Hasta ahora, tanto la organización del Fórum como la de la ciudad del conocimiento, los dos programas divisa de la administración de Natividad González Parás, no cuentan con definiciones acerca de lo que se entiende por cultura y conocimiento. Esto es comprensible, pues sus principales responsables, Gastón Melo Medina, un promotor de espectáculos vinculado a Televisa, y Antonio Zárate Negrón, un empresario sin antecedentes en el ámbito del saber, carecen de una noción (hablar de una visión sería excesivo) de la esencia de aquello que pretenden dirigir en un país con las características del nuestro: el conocimiento y la cultura para qué, desde dónde, para quiénes, en relación con quiénes. Cabe inferir, por tanto, que ambos programas reproducirán los intereses empresariales manifiestos en Barcelona y en todas las ciudades del conocimiento que en el mundo son: la tecnología al servicio exclusivo de la empresa. Agradeceremos desde luego -yo seré el primero- que no sea así.

 
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