Usted está aquí: miércoles 1 de junio de 2005 Opinión MELON

MELON

Luis Angel Silva

Crítica amable

DE ANTEMANO SE que mis comentarios causarán polémica y críticas agudas hacia mi persona, pero tengo derecho a dar mi opinión, pues se supone que en este país hay libre expresión y mis comentarios no son para ofender. Aunque sabido es que la verdad no peca, pero incomoda.

NO SE POR qué los soneros actuales no se autocritican y se despojan de esa egolatría absurda que los lleva a engañarse y creer que son los mejores sin demostrar los merecimientos que de veras los haga ser merecedores del calificativo, perdonando, por favor, la redundancia.

HACE MUCHO TIEMPO que no hay un grupo o sonero mexicano con calidad de exportación en todo el sentido de la palabra. Pero eso sí, abajo de la tarima, en la mesa de la cantina o del café, se autonombran los non plus ultra. Nada ganan con hablar. Eso no deja nada, el tiempo se va volando y al final del camino no queda nada, sin encontrar la solución que es tan sencilla como estudiar, ensayar, buscar un estilo propio y dejarle al público la calificación que cada uno de los intérpretes merecen.

AL LEER UN diario deportivo encontré notas que no me sorprendieron, pero me llenaron de tristeza, sobre todo, porque en vez de dar soluciones, tratan de justificar las verdaderas razones de la crisis a la que se refiere mi amigo El Niño Rangel, y el paño caliente con que el sindicato de músicos trata de solucionar el problema.

LA CRISIS A la que se refiere Alejandro no es porque el público se distribuya en los diferentes sitios (que no son muchos), tampoco son solución los espacios, las grandes bandas, los miércoles tropicales y, menos, la proyección de la serie Reventón musical que, en vez de ayudar, ¡perjudica!

INDEPENDIENTEMENTE DEL MALINCHISMO y esnobismo propio de la época, por el boom de Buenavista Social Club -ahora hasta los juniors se han interesado en el son cubano, al que consideran una moda a la que hay que entrarle para estar in-, los soneros nacionales se han dejado ganar la plaza por cubanos que, con honrosas excepciones, tal parece que vienen a hacerse soneros en México. A ellos los llamo sorprendedores.

REPITO, CON HONROSAS excepciones, los cubanos que he tenido la oportunidad de escuchar no me causan impresión agradable comparados con los que tuve la suerte de escuchar hace 60 años y, más tarde, actuar con ellos. Sencillamente, existe abismal diferencia, dicho con todo respeto.

EN CUANTO A la solución que da el SUTM, me recuerda el boicot del miedo que los toreros españoles infringieron a los espadas mexicanos allá por los años 30. Creo que Monchis en su calidad de diputado pudiera ayudar a que la Cámara obligue a las empresas a contratar por cada grupo cubano, uno del país. Así habría competencia la que obligaría a los soneros nacionales a demostrar lo que dicen ser y no quejarse como plañideras. ¡Vale!

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