Usted está aquí: miércoles 1 de junio de 2005 Opinión BAJO LA LUPA

BAJO LA LUPA

Alfredo Jalife-Rahme

Francia: "no al neoliberalismo global"

Ampliar la imagen Los gobiernos en el poder que practican el neoliberalismo econ�o est�siendo llamados a cuentas por el emergente poder ciudadano FOTO: Reuters

AYER FUE RENANIA del Norte-Westfalia, hoy Francia y mañana Holanda. En los más influyentes rincones de la Unión Europea (UE), las "reformas estructurales" del modelo neoliberal monetarista hacen agua y arrastran a sus mandatarios al borde de la ingobernabilidad, sean de izquierda o de derecha.

EN EL PAIS DE Asterix y Obelix, los legendarios rebeldes celtas, coincidió el rechazo de los nacionalistas de derecha y los proteccionistas de izquierda. Las fronteras ideológicas se pierden porque ante todo se trata de sobrevivir y conservar un mínimo de identidad frente a la perniciosa globalización financiera que ha provocado una profunda angustia en los ciudadanos avasallados por un tecnocrático centralbanquismo monetarista donde el futuro de los humanos depende y pende del alza o la baja de las tasas de interés, que solamente benefician a las plutocracias parasitarias.

ROBIN OAKLEY, corresponsal europeo de CNN (30/05/05), comentó que "la decisión de Chirac de votar la Constitución a través de un referendo era muy arriesgada, ya que en el Parlamento hubiera sido más factible su aprobación". El poder ciudadano se asienta como la gran revelación del siglo XXI, lo que lo lleva a colisionar con el poder legislativo más sugestionable y no pocas veces desfasado de la realidad política. Las naciones no valoran su soberanía, que tanto obtener en vidas humanas, hasta que la pierden. Sencillamente los lúcidos ciudadanos franceses no quisieron arriesgar su futuro a la incertidumbre de los "mercados" (sic) manipulados a conveniencia de la plutocracia.

A JUICIO DE ELAINE Sciolino (NYT (31/05/05) los "proponentes del rechazo estimularon a los votantes con el temor de una Unión Europea más anglosajona y una Europa ultraneoliberal, donde el libremercado capitalista cabalgaría en forma salvaje". Philippe Le Coeur (Le Monde 30/05/05) puntualiza que "el miedo de perder el empleo fue la razón principal del rechazo de la Constitución por los franceses; desde el dumping social, pasando por la deslocalización, hasta la directiva Bolkestein de la liberalización de los servicios". ¡Nada más!

LA DESLOCALIZACION laboral acabó por dislocar a la UE. Katrin Bennhold, reportera del IHT (31/05/05), no tiene más remedio que aceptar que el "miedo frente a la globalización pareció (sic) unir a los votantes en el amplio espectro político. Detrás de la deslocalización, salarios injustos e impuestos competitivos, los encuestadores hallaron que el desempleo había sido la razón más importante esgrimida por quienes rechazaron la Constitución".

EN LAS ANTIPODAS preferenciales, quienes votaron en favor (45 por ciento) lo hicieron para reforzar a Europa frente a las grandes potencias (Estados Unidos, China e India), mientras la coalición del rechazo heteróclito fue curiosa: un partido socialista fracturado (la cúpula de François Hollande y del redivivo ex primer ministro Lionel Jospin a favor; Laurent Fabius en contra), la extrema derecha racista de Jean-Marie Le Pen, la derecha nacionalista de Philippe de Villiers y el trotskista Olivier Besancenot (Liga Revolucionaria Comunista). Frente al monstruo de la globalización laboricida y antropófaga, carente de rostro humano, ¿la nueva coalición ciudadana de las fuerzas del rescate nacional no habrá dejado atrás a las viejas categorías ideológicas de izquierda y derecha?

EN LAS GRANDES CIUDADES (París, Lyon y Estrasburgo) los ricos votaron por el sí, mientras los pobres por el no. En Neully, pudiente suburbio parisino, arrasó el sí: justamente donde fue alcalde el húngaro-galo Nicolás Sarkozy, filoestadunidense y ultranoeliberal, quien se perfila como uno de los candidatos presidenciales de la derecha en los próximos dos años, basado en un programa de "profundización" (sic) de las "reformas estructurales" de la globalización. La Francia "profunda" también se rebeló y se reveló en forma masiva contra la globalización. André Kaspi, historiador de la Sorbona, explica que "la brecha entre las elites y el resto de la población es muy profunda". Lo innegable es que la zona más civilizada y próspera del planeta se está pronunciando contra la globalización.

COMO PETER OBORNE (Daily Mail; 30/05/05), no faltan quienes vean en el histórico rechazo una "segunda revolución francesa". Tampoco sobrarán adeptos dentro de la extrema derecha racista quienes proclamen un "segundo Poitiers", cuando mil 273 años después de Carlos Martel es detenida la islamización de Francia por Noráfrica y Turquía. Oborne argumenta que la "elite francesa contemporánea es más arrogante y corrupta que los Borbones que fueron enviados a la guillotina hace 216 años". Los Borbones eran unos "bombones" frente a la insolencia de los plutócratas financieros de la globalización.

LE MONDE, MUY cercano a las elites del poder de izquierda y derecha, es muy severo con el presidente Chirac, quien "pasará a la historia por su tendencia a dispararse solo en el pie", cuando debió haber recurrido al voto en el Parlamento en lugar del referendo. Le Figaro (30/05/05), cercano a Chirac, considera que los "franceses corrieron el riesgo de que la historia europea se haga sin ellos". Como que exagera Le Figaro cuando Holanda, más beneficiada todavía por el modelo neoliberal, se pronuncia también contra la Constitución. La postura del socialista mitterrandista Laurent Fabius, el gran triunfador, sea quizá más conforme a la realidad al no confundir las causas con sus efectos y defectos: "El rechazo no trajo la crisis europea, sino que es la crisis europea la que produjo el voto del no. Le Monde (31/05/05) asevera que Fabius, segundo en la jerarquía del Partido Socialista, quien apostó todo contra el "euroneoliberalismo", resultó el gran beneficiario".

SE PUEDEN REALIZAR enciclopedias sobre las múltiples interpretaciones del histórico rechazo francés, que puede ser desglosado a varios niveles: local, regional e universal.

A NIVEL LOCAL: LOS gobiernos en el poder que practican el neoliberalismo económico, desde la derecha moderada del francés Chirac hasta el socialismo centrista del alemán Schroeder, están siendo llamados a cuentas por el emergente poder ciudadano, de lo que no se escapa la victoria pírrica de Blair, quien "ganó" con 36 por ciento de los votos gracias al trucaje seudodemocrático británico. El presidente Chirac salió muy averiado del referéndo cuyo desaire le obligó a sacrificar al muy gris tecnócrata Jen-Pierre Raffarin para ser sustituido por su carta favorita en las elecciones presidenciales de 2007: el poeta Dominique de Villepin, ex ministro del Interior e inolvidable canciller, quien rechazó en la ONU la invasión anglosajona a Irak que inició la fractura de Europa en dos bloques. ¿Sabrá el poeta entender los sufrimientos de la población gala?

A NIVEL REGIONAL: se asienta la existencia de "dos Europas" y su indigestión por un exceso de membresías que conlleva el riesgo de un gigantismo paralizante con el ingreso de 10 nuevos miembros que puede quedar en el aire, sumados a los 15 previos en cuyo seno Gran Bretaña todavía no adopta el euro mientras no sea bajo sus tiempos y condiciones unilaterales. Shroeder reaccionó de inmediato y definió el rechazo galo: "un golpe al proceso de la Constitución, pero no es su final" ni el de la "asociación francoalemana en y para Europa". Las "dos Europas" están representadas por una Europa anglosajona liderada por Gran Bretaña y su modelo neoliberal, y otra Europa más social y "solidaria", y más independiente de Estados Unidos, encabezada por el núcleo francoalemán. Desde la fractura europea, derivada de la invasión anglosajona a Irak, más pronto que tarde las "dos Europas" estaban condenadas a la colisión que exhibe en todo su resplandor el histórico rechazo ciudadano en Francia.

A NIVEL UNIVERSAL: se refrenda en Francia, una de las zonas más pudientes del planeta, el rechazo categórico a la insoportable dictadura del Banco Central Europeo y su maligno monetarismo neoliberal. En este sentido la rebeldía gala no es diferente de la pacífica revolución democrática del histórico 24 de abril en México, cuando cundió el rechazo ciudadano al desafuero impulsado por el neototalitarismo foxiano que conjugó los intereses plutocráticos de los sectores más arcaicos del PRI y el PAN hermanados en el centralbanquismo monetarista neoliberal.

NO FENECIO LA UE, que conserva todavía sus otros tratados funcionales y su divisa común, el euro, pero, desde luego, sale maltrecha con severas lesiones que detienen su irredentismo neoliberal que la obligan a encontrar fórmulas económicas más acordes con los sentimientos de sus poblaciones desposeídas y sin futuro creíble. El neoliberalismo no hizo más feliz a Francia, que por el contrario, se sumió en un profundo malestar. Hoy Francia puede citar El mito de Sísifo del inigualable literato argelinofrancés Albert Camus: "Los hombres mueren, pero no mueren felices".

ANTE LA ABSURDA simplificación binaria del y el no, en lo que puede llegar a reducir el referendo a la democracia, muchos votantes padecieron el dilema shakespeariano de estar en favor de la UE en lo político, pero en contra del modelo neoliberal en lo económico. El abordaje geopolítico de Chirac era impecable: la UE como contrapeso a Estados Unidos mediante la multipolaridad, pero, por desgracia, quedó infectado de muerte en el ámbito económico por el putrefacto neoliberalismo global.

LA GRAN LECCION del rechazo es que no solamente de pan viven los humanos y que, más allá de Maastricht, existen otros alicientes que los mueven. Pero tampoco se puede vivir sin el pan cotidiano y la única forma de conseguirlo hasta ahora para la mayoría de las poblaciones es mediante el empleo que ya no puede proporcionar la globalización, que abusa de la deslocalización para beneficiar a su plutocracia parasitaria.

¿EXISTE UN "PLAN B"? En previsión del rechazo galo, el canciller alemán Gerhardt Shroeder, quien padece su propio vía crucis electoral, había adoptado con antelación un "plan B" que abordaremos la próxima vez.

 
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