Usted está aquí: sábado 21 de mayo de 2005 Espectáculos Las últimas dos en tres tiempos

Leonardo García Tsao

Las últimas dos en tres tiempos

Ampliar la imagen La actriz taiwanesa Shu Qi a su llegada a la proyecci�e la cinta Tres tiempos, de Hou Hsiao-Hsien FOTO Reuters

Cannes, francia, 20 de mayo. Dos días antes de la clausura oficial del festival, la competencia ha concluido con la proyección de sus dos últimos títulos, la taiwanesa Tres tiempos, de Hou Hsiao-Hsien, y la franco-estadunidense The three burials of Melquiades Estrada, de Tommy Lee Jones.

Programar hasta el final una película de un cineasta tan demandante como Hou, cuando la mayoría de la prensa sufre fatiga de combate, es un acto de crueldad casi oriental. Aún así, se pudo apreciar la delicadeza zen de una película que se sitúa en el Taiwán de 1966, 1911 y 2005 para referirse respectivamente a los tiempos del amor, la libertad y la juventud. Los episodios, diferentes en tono y estilo, son interpretados por la misma pareja de actores, la bella ex modelo Shu Qi y Chang Chen. La segunda parte -un homenaje al cine mudo que utiliza letreros no diálogos- es quizá la que mejor expresa la elaborada estética de Hou, con imágenes y sonidos cuya placidez no revela la turbulencia que transcurre en el exterior (es la época de la rebelión de Dadaocheng, para liberar a la isla del dominio japonés). Mientras que la tercera evoca a su anterior Millennium mambo, en su mirada críptica a una joven bisexual, dada a ataques de epilepsia, que se comunica con sus amantes a través de mensajes enviados por su celular (las cartas son importantes en los tres tiempos). Es un cine de otro nivel, que no se exhibe en la mayoría de las pantallas del mundo (incluyendo las nuestras).

No podría ser más opuesta la otra película concursante, Los tres entierros de Melquiades Estrada, que es además la última aportación de talento mexicano en el festival. Escrita por Guillermo Arriaga, este western moderno describe la amistad entre el viejo vaquero Pete (Tommy Lee Jones) y el personaje epónimo, un mexicano indocumentado (Julio César Cedillo). Cuando éste muere accidentalmente a manos de un patrullero fronterizo (Barry Pepper), Pete lo tortura y obliga a llevarlo a enterrar a su natal Coahuila. La película cabalga entre la necrofilia y el sadismo del héroe que, al margen de su tradicional sentido del honor, parece un loco ojete empeñado en hacer sufrir a un pobre diablo cuyo principal pecado es ser un gringo bruto.

Curiosamente, Arriaga empieza la historia con su manía de jugar con los tiempos y establecer coincidencias improbables. Pero luego se olvida de ese estrategia y adopta un relato lineal. (Por lo menos, nadie muere esta vez en un accidente de automóvil). Un trío de actores mexicanos aparece en los créditos iniciales: Vanessa Bauche, Ignacio Guadalupe y Cecilia Suárez. Los dos primeros aportan personajes simpáticos en sus cinco minutos en pantalla. Pero la interpretación de Suárez no dura más que los papeles incidentales de Maya Zapata y el propio Arriaga. Cabe decir que Los tres entierros... ha sido dirigida por Jones de manera eficiente, ayudado por la magnífica fotografía del inglés Chris Menges, y hasta resulta entretenida a su modo truculento.

Ahora sólo resta esperar la decisión del jurado. Ya he comentado en artículos anteriores mis preferencias personales y de otros críticos. Pero en un jurado donde deben ponerse de acuerdo un fantoche internacional (Emir Kusturica), una actriz mexicana (Salma Hayek), otro español (Javier Bardem), una más de India (Nandita Das), una veterana de la Nueva Ola (Agnès Varda), una premio Nobel de Literatura (Toni Morrison), un experto hongkonés del cine violento (John Woo), un director turco (Fatih Akin) y otro francés (Benoit Jacquot), cualquier cosa puede suceder. De hecho, me han llegado rumores de que ciertos miembros del jurado han expresado su gusto por Batalla en el cielo, de Carlos Reygadas. Un premio para el cine mexicano en Cannes sería un gran espaldarazo, aunque se trate de una película afligida por el sospechosismo.

Por lo pronto, dentro de los premios no oficiales anunciados hoy, Sangre, opera prima del guanajuatense Amat Escalante, ha obtenido el reconocimiento de la Fipresci, la Federación de la Crítica Internacional.

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