Usted está aquí: sábado 21 de mayo de 2005 Espectáculos El Hábito: adiós a 15 años de cabaret político

El Hábito: adiós a 15 años de cabaret político

Hoy, la última escena de Jesusa Rodríguez y Liliana Felipe

JAIME AVILES

Ampliar la imagen Jesusa Rodr�ez y Liliana Felipe durante una entrevista en su casa de Coyoac� el 18 de mayo pasado FOTO Jes�llaseca

Oscurecía el primero de diciembre de 1988, que había sido un día triste, largo y odioso, cuando sonó el teléfono en la pared. Jesusa Rodríguez quería saber si podía ir de inmediato a su casa. Ella vivía con Liliana Felipe en la calle Esfuerzo, que no se llamaba así en vano, y yo me presenté intrigado una hora después para responder a una insólita pregunta en una sala fría y penumbrosa donde la pálida iluminación provenía de las llamas de la chimenea:

-¿Te sientes capaz de escribir un cabaret de hora y media en una semana para que lo estrenemos dentro de 15 días?

Hasta ese momento yo no había escrito jamás un cabaret, de modo que abrí los ojos con desmesura para evidenciar mi asombro, pero Jesusa no se dio cuenta en aquellas tinieblas creadas, ahora lo veo, ex profeso para seguir diciéndome:

-Necesitamos siete escenas. Si escribes una cada noche y me la traes cada mañana, yo tengo todo el día para ensayar con los actores y en una semana estrenamos.

Menos impresionado por el reto, pensé que si trabajaba toda la noche podría dormir cada día hasta el atardecer, siempre y cuando el texto y los personajes fluyeran de principio a fin y los chistes, claro, surtieran su debido efecto. El tema era irresistible. Jesusa me ofrecía la oportunidad de contar satíricamente el fraude electoral que elevó a Carlos Salinas de Gortari a la silla grande, hecho que acababa de consumarse esa mañana y era fuente de una infinita rabia mezclada con amargura y frustración, ingredientes esenciales para escribir humor político.

Entonces nos pusimos de acuerdo en que el escenario sería un típico nacimiento mexicano, con su pesebre, su alfombra de heno y musgo, su estanque de espejo y sus figuras de barro, con la salvedad de que María y José en esta ocasión serían el rey Cejafrita (Miguel de la Madrid) y su esposa la reina Menonita (Paloma Cordero), quienes por un accidente reproductivo habían tenido no uno sido dos niños dioses (Carlos Salinas y Cuauhtémoc Cárdenas) que al paso de las décadas lucharían a muerte por el poder.

Esa misma noche volví a mi casa y escribí en mi ruidosa pero amada máquina mecánica las líneas iniciales del show: "Explosión de papel suspendida de una reata, esperando la debacle se columpia la piñata". De allí en adelante todo fue trabajar y trabajar y trabajar -Liliana afinaba al piano sus ahora celebérrimas composiciones San Miguel Arcángel y Materia de pescado- hasta el estreno, que se produjo el 15 de diciembre en La Ultima Carcajada de la Cumbancha (LUCC), marcando el principio de una temporada que se prolongaría 20 funciones con la sala llena a tope en un clima de éxito demencial.

Después vino 1989, con Jesusa empeñada en llevar a escena un homenaje a Marguerite Yourcenar, mientras intentaba cerrar un convenio para tomar en comodato una vieja estación de trolebuses en Mixcoac y convertirla en un templo consagrado al culto del cabaret alemán, a imagen y semejanza de los antros berlineses donde Kurt Weil y Bertolt Brecht y todos los talentos de aquella generación epónima combatieron con las armas de la música, la danza, la escenografía, la irreverencia, la sorna y la gracia contra el nazismo, legando a la humanidad una tradición que aún nos ennoblece como especie.

Pero, al disiparse el sueño de la estación trolebusa, no fue sino hasta la primavera de 1990 cuando la comediante y dramaturga Laura María de Jesús Rodríguez Ramírez y la compositora e intérprete Liliana Gloria María Felipe Ló- pez firmaron un contrato con el doctor Salvador López Antuñano, heredero de Salvador Novo y médico eminentísimo, para administrar el Teatro de La Capilla y remodelar los salones adjuntos al restaurante El Refectorio, con el propósito de abrir un teatro-bar que, en consonancia con la nomenclatura monástica del establecimiento, llevaría el nombre talar de El Hábito.

Fue así como la noche del 3 de noviembre de 1990 -una década después de un discreto pero auspicioso debut como cabareteras en un minúsculo café de Coyoacán llamado El Cuervo, al que rebautizaron como El Fracaso y popularizaron tan rápidamente que Carmen Boullosa y Alejandro Aura lo adquirieron en traspaso para luego canjearlo por un local más grande que lanzarían a la fama como El Hijo del Cuervo-, Liliana y Jesusa inauguraron El Hábito y con éste una temporada que a lo largo de las 52 semanas siguientes estrenaría 52 espectáculos originales a razón de uno cada viernes (algunos de ellos coescritos por Malú Huacuja y yo).

Ahora han trascurrido 14 años, durante los cuales sus patronas -"medio decentes, medio putonas"- consolidaron en ese espacio un lugar de la ciudad tan común e imperecedero como la glorieta del Angel o la Alameda: un sitio que por la fuerza de la costumbre pensamos que siempre estaría allí, hasta el fin de los tiempos. Pero la noticia bomba que, en la voz de Jesusa, llenó de estupor mi teléfono portátil hace unos cuantos días apenas informaba, y todavía me resisto a creer en sus palabras, que hoy, sábado 21 de mayo de 2005, la brillantísima, fructuosa y solidaria existencia de El Hábito llegará a su fin.

En un breve comunicado dirigido a este diario, Jesusa y Liliana, Liliana y Jesusa, anuncian que la noche de hoy será la última. Presentarán a su fiel público los más recientes discos compactos de la cantautora cordobesa naturalizada mexicana -Tangachos y Tanchidos- y dirán adiós, para siempre adiós, al menos como empresarias de El Hábito, nombre o marca registrada que se llevarán con ellas, abriendo un compás de espera para que las nuevas encargadas del establecimiento -Las Reinas Chulas, grupo que forman Ana Francis Mor, Cecilia Sotres, Nora Huerta y Marisol Gasé-, en el término de tres meses den a conocer cómo se llamará en adelante el único foro de la ciudad de México donde en el curso de una década y la mitad de otra gozamos ininterrumpidamente del más refinado, vanguardista, insolente y delicioso cabaret del mundo de habla hispana.

Razones para despedirse

En el comunicado que enviaron a este diario, Las Patronas recuerdan que su ciclo en El Hábito "transcurrió del salinismo al zedillismo y al foxismo", una etapa, agregan, en que "nuestro público fue testigo y cómplice de un sinfín de espectáculos perpetrados con el único objetivo de reírnos de 15 años de desgracias".

Luego de precisar que "en 1990 ya no éramos jovencitas (pero) estábamos guapísimas, muy saludables, éramos ingeniosas y nos solicitaban los mejores cabarets del Bajío (si no lo decimos nosotras ¿quién?)", hoy "15 años después ya no nos auguran buenos resultados ni en Extreme make over, pues nuestro deterioro ha ido ocurriendo al mismo tiempo que el del país y quizás por razones semejantes".

En un ejercicio de evocación comunitaria, Liliana y Jesusa señalan que "en el salinato aprendimos desde cómo se maneja una Taurus 48 hasta la forma en que se reconoce una momia escrufulosa recién operada, mientras en el zedillismo vimos a muchas parejas a las que lo único que las unía era pagar deudas que a su vez las hacían odiarse. Ya nos creíamos curadas de espanto cuando apareció la primer foto de Martita y su familia y ahora, en plena foxilandia, vemos la misma corrupción de siempre pero comulgando en el Vaticano".

Y como "total, nunca le han faltado desgracias a este sufrido pueblo que ya se merece mejores gobernantes y también mejores cabaretes, exponemos para el amable auditorio las razones por las cuales hemos decidido traspasar El Hábito. A saber, por si nos llaman para la casa del Big Brother; por si Slim nos abre un cabaret en el Centro Histórico; por si Jorge Castañeda nos necesita para su campaña; por si Fonatur decide vender a peso el metro cuadrado del subsuelo de la Pirámide del Sol y hacemos el cabaret Mictlán; por si Marta y sus hijos necesitan algún espectáculo para el Tamarindillo o el reclusorio; por si se muere Roberto Cantoral y queda vacante la dirección de la SACM, por si el IMSS demuestra, ahora sí, que Monsiváis y Eugenia León son nuestros empleados de planta".

En virtud de lo anterior, confirman que "por lo pronto, Madrid 13 queda en manos de las Reinas Chulas, cabareteras jóvenes e intrépidas, dispuestas a continuar esta aventura y a que la ciudad no pierda un espacio dedicado a la libertad de pensamiento, mientras el Teatro de la Capilla seguirá con mucho éxito bajo la dirección de Boris Schoeman".

Y cierran el texto con este párrafo que no admite acotaciones:

"Agradecemos a todo nuestro público (incluidos políticos), al doctor Salvador López Antuñano por la hospitalidad, a los artistas (no todos) y a algunos empleados (para saber a quiénes en particular preguntar a México en Paz AC). Esperamos adquirir otro Hábito el año que entra, aunque sea para la tercera edad. Seguramente volveremos con la pila recargada, el cerebro desempolvado y el espíritu renovado. Por lo pronto, nos vemos este sábado a las 21 horas en el velorio de El Hábito, donde presentaremos los dos últimos cidís, Tangachos y Tanchidos, y le daremos el último adiós a estos 15 años de farsa".

Jesusa Rodríguez y Liliana Felipe.

 
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