Usted está aquí: miércoles 20 de abril de 2005 Mundo Ratzinger representa intereses del imperio que se sirven de la globalización: Boff

Con Benedicto XVI se agravará la actual división de la Iglesia, sostiene

Ratzinger representa intereses del imperio que se sirven de la globalización: Boff

El nuevo Papa, artífice del silencio a que fue obligado el ex sacerdote franciscano

ALMA E. MUÑOZ

Ampliar la imagen Una ba�a observa una escultura de Juan Pablo II, ayer en R�de Janeiro FOTO Reuters

En Leonardo Boff, referente de la teología de la liberación, Joseph Ratzinger tiene a uno de su más acérrimos críticos. Cuando Juan Pablo II ordenó callar a más de 140 teólogos de la liberación a principios de los años 1980, el alemán convocó al brasileño al Vaticano y lo sentó en la silla que siglos atrás ocupó Galileo Galilei cuando fue juzgado por la Santa Inquisición.

Esa ocasión, Ratzinger ordenó al entonces sacerdote que guardara un "obsequioso silencio" en castigo por su libro Iglesia, carisma y poder, y dejara de dar entrevistas sobre la corriente que impulsó o lo excomulgaría. Entonces, el sacerdote decidió dejar los hábitos, más no alejarse de su religión, y profundizar sus críticas con la forma en que se maneja a la institución católica.

Escritos y entrevistas dan cuenta de las definiciones de Boff hacia Ratzinger, desde ayer Benedicto XVI. Ha considerado que con el alemán al frente "se agravará la actual división de la Iglesia y la humillación de las iglesias nacionales sobre las cuales pegó pesado la curia romana en los 26 años de Juan Pablo II". Al nuevo Papa lo ubica dentro de un grupo de religiosos "representantes de los intereses del imperio que se benefician con la globalización".

A sus 66 años, Boff -autor de 40 libros- define al hoy al fallecido pontífice como paladín del diálogo, de la tolerancia, del ecumenismo, que se reunió con líderes de otras religiones para rezar por la paz. Pero al interior de la Iglesia, "atropelló los derechos de expresión, prohibió el diálogo, castigó con mano dura y produjo una teología con tonos fuertemente fundamentalistas".

Junto con el brasileño, más de 140 teólogos latinoamericanos -respondiendo a una corriente cristiana de izquierda nacida en los 60 y que destaca los valores del Evangelio por la liberación política, social, económica y cultural de los pueblos del mundo subdesarrollado- fueron interrogados por las instancias doctrinarias del Vaticano o sancionados, castigados, despojados de sus cátedras o silenciados e incluso hasta excomulgados, en procesos encargados a Ratzinger, como presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe. A Boff lo obligaron a callar durante dos años.

Con Juan Pablo II, según el teólogo, la política vaticana "tuvo un retroceso y en la perspectiva de la liberación de los pobres, un desastre". En la teología de la liberación "vio la puerta de entrada al marxismo, al cual denunciaba por sus excesos en Polonia", aunque después, en 1991, el Pontífice cambió su percepción, en la carta que escribió a la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil, donde sostuvo que la Teoría de la Liberación "no es solamente útil, sino necesaria" en la superación de las injusticias sociales.

El 8 de abril pasado, el ex sacerdote franciscano escribió un artículo sobre el legado del antecesor de Ratzinger. "Le ayudó el carisma que recibió de Dios: la seducción de su figura imponente, atlética e irradiante. Le ayudó también el hecho de haber sido actor, y que, con naturalidad y gracia, sabía producir una irresistible dramatización mediática, con el gesto impactante y la palabra exacta. Y todo ello al servicio de la causa de la religión", apuntó.

Su legado es él mismo, "como una figura carismática que vino a llenar un vacío en todo el mundo". Y el contenido de esa herencia, es -según Boff- "rescatar la religión para la publicidad mundial, como fuerza que galvaniza masas y como poder político, decisivo en el derrocamiento del régimen soviético. Contra la tendencia secularizante de la modernidad que volvió la religión políticamente invisible, Juan Pablo II mostró que ella es parte esencial de la realidad y que puede producir paz o guerras.

"Podemos discutir la orientación que dio a la religión en una línea conservadora, doctrinariamente fixista y moralmente rígida, pero no podemos negar la relevancia del elemento religioso y místico en la configuración de la nueva humanidad", señaló.

Se le ha preguntado a Boff sobre Ratzinger y ha respondido: "es uno de los cardenales más odiados por la Iglesia católica por su rigidez y porque humilló conferencias de obispos y colegas cardenales con la forma autoritaria que siempre trató las cuestiones de fe".

 
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