Usted está aquí: lunes 18 de abril de 2005 Política Grande elector. Chirrión, palito

Armando Labra M.

Grande elector. Chirrión, palito

El pasado 7 de abril muchos aprendimos que ya es nula la sabiduría ancestral del sistema político mexicano. Se la acabaron de tanto forzar que prevalezca el yo y el ahorita por encima del todos y el siempre.

Nos creen o son estúpidos quienes argumentan que al desaforar al jefe del Gobierno de Distrito Federal se aplica la ley como debe ser. Se aplica, sí, pero selectivamente, escogiendo al destinatario por razones eminentemente políticas, como todos, irritados, sabemos. Lo grave es que el gobierno y el poder fáctico nos dicen, "pues sí, así lo hacemos, ¿y qué? Tú te callas y te friegas." Y lo peor es que tal insolencia anticipa el riesgo de abusos aún más insólitos y agraviantes de la dignidad de los mexicanos. También, otra suerte de respuesta social.

Sucede que hace 30 años se decidió que en México debía prevalecer un régimen bipartidista y la meta fue lograrlo a finales del siglo XX. En el camino surgió un chipote imprevisto que trastornó el modelito y que, por las torpezas del PRI y sus gobiernos, creció hasta ser lo que es hoy el PRD, con sus legisladores, gobernadores, control del Distrito Federal y, bueno, ¡con el mejor candidato para la presidencia en 2006! Para quienes entonces definieron nuestro porvenir político esto es inadmisible y aplican toda acción posible a cauterizar el sistema político mexicano y regresarlo al redil bipartidista. Están atrasados de noticias y seguramente no prosperarán, pero tampoco se detendrán en nada por intentarlo, cueste lo que cueste al país.

Como sea, la realidad también hace su oficio y, de nueva cuenta, las torpezas, sea por ignorancia, genéticas menguadas o ceguera mental de quienes tripulan al Presidente y a sus amigos, al gabinetazo y a los panistas que se asoman al poder y todos al unísono, el resultado del afán por sacar de la jugada a López Obrador se expresa en todo lo contrario. Su popularidad crece sin pausa, aunada a la condición de mártir y perseguido que lo convertirá, si no lo es ya, en algo que plantea inmensas implicaciones políticas: el gran elector de 2006.

Si el empecinamiento obcecado por sacar a toda costa a López Obrador de los comicios de 2006 culmina, el tabasqueño dispondrá en bandeja de plata de la autoridad política y moral para transferir a quien él considere su inmensa popularidad... y sus votos. Cualquiera, dentro o fuera del PRD, puede resultar ungido y no sólo podrá contender, sino hasta ganar la Presidencia en las elecciones del año entrante. Gran elector en 2006, López Obrador no estará demasiado viejo para participar en 2012. De ese tamaño es el servicio que hacen Fox y secuaces a su peor enemigo.

En el camino se ha venido nutriendo la atención internacional sobre el torpe y curioso accionar de esta desdibujada mezcla de fox-pri-panismoplus, que no sólo vigoriza a su contrincante, sino pone en evidencia la mediocridad de miras de la informe mezcla. Queriendo obedecer ciega y ominosamente dictados estratégicos superiores, se provoca exactamente lo contrario. No sólo no cumplen las instrucciones, sino que les sale el chirrión por el palito. No es ocultable la falta de talento y oficio político del presidente Fox y sus amigos, pero sí sorprende que los colmilludos operadores del PRI y los neocorruptísimos panistas pierdan el piso tan ostensiblemente.

Y pudiera llegar el insólito a tal grado que el PRD de plano no participara en las elecciones de 2006, obstinación de quienes aún reclaman el bipartidismo mexicano. Al previsiblemente inmenso abstencionismo seguiría un gobierno ilegítimo, un país dividido y una sociedad exasperada e ingobernable. Un país para siempre dislocado de la modernidad. Adiós al primer y segundo mundos.

El problema fundamental no es tanto el cúmulo de tonterías, retrocesos y abusos que observamos y padecemos, como el daño a la nación, herida en su dignidad, inteligencia y esperanzas democráticas. Fracturada en sus posibilidades económicas, defraudada en sus demandas sociales. Lo hemos dicho antes, vivimos una retrocracia hoy por hoy abrumadora que nos lleva hacia atrás en la política, la economía y la sociedad. La padecemos a plenitud desde que terminó el gobierno de Fox apenas al año de haber llegado al poder, como aquí también señalamos oportunamente, si bien llevamos más de 20 años sufriéndola.

¿Podemos hacer algo? ¡Claro que sí! Métase a cualquier organización política y deje de rumiar en soledad o sólo en familia o entre cuates. Pida la palabra y hágalo sin pudor. Diga lo que piensa y proponga sólo acciones viables y legales. Haga grupo, sume, no necee, convenza, ceda para avanzar. Pero, por favor, piense en México y no se pasme.

 
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