Usted está aquí: sábado 16 de abril de 2005 Espectáculos Una ópera fantasma

Una ópera fantasma

Entre las celebridades que han buscado al maestro Tan Dun para hacer su música figuran los maestrísimos del Kronos Quartet, ese equivalente de los Rolling Stones de la música de concierto, un agrupamiento alivianadísimo y abierto de mente y corazón que ha conjuntado una discografía brutalmente bella, genialmente consecuente, esplendorosa e irresistible.

Una de las joyas bibliográficas en la lista del Kronos Quartet contiene la Ghost Opera (Nonesuch), en la que Tan Dun desarrolla la tradición chamanística de la ópera china conocida como ''ópera fantasma" que se practica desde hace unos 4 mil años y es un ritual en el que se entabla contacto con el pasado y el futuro de cada quien, con los vivos y con los muertos a partir de la idea venturosa de que la muerte no es otra cosa que ''la felicidad blanca", un estado de gracia en el que viven nuestros seres amados que han partido del plano físico y se encuentran en tal estado de felicidad, incomprensible para las pequeñeces humanas.

En su Ghost Opera, Tan Dun pone como personajes a los mismísimos Bach y Shakespeare, además de un coro de monjes budistas y los pone a dialogar. Por supuesto que se escucha la música de Bach (fragmentos procesados por Dun de El clave bien temperado), la poesía de Shakespeare (fragmentos de La tempestad) y música tradicional china. Particularmente fascinante es la música de agua, papel, piedra y metal, cuatro elementos que también hace figurar sonoramente a manera de personajes de su ópera el autor.

La soprano Wu Man desflora el canto de la ópera tradicional china y alterna con otro instrumento, la pipa, que no es lo que el lector se imagina ni lo que proponía Magritte (ceci n'est pas a pipe), sino que se trata del instrumento chino por antonomasia, un instrumento de cuerda de sonido inconfundible y mágico, milenario, luminoso.

Los puentes que tiende Tan Dun entre la cultura milenaria, plena de sabiduría, de Oriente y la pobre ignorancia de cinco siglos de Occidente son ventanas abiertas al entendimiento, al sentido supremo de la compasión (otra palabra, como el vocablo muerte, que el ignorante occidental no alcanza del todo a comprender). Son ventanas abiertas al amor. A la luz.

 
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