Usted está aquí: jueves 14 de abril de 2005 Opinión Los desafueros y los votos del poder

Octavio Rodríguez Araujo

Los desafueros y los votos del poder

Los hechos recientes y el intento de golpe de Estado (técnico y todavía en proceso) al jefe de Gobierno del Distrito Federal me hicieron recordar sucesos antiguos. Hace muchos años, cuando era niño, mi abuelo materno me dijo algo que sólo de adulto comencé a entender: que la política era sucia, y me contó lo que a él le ocurrió en 1929.

Por ese recuerdo fue que nunca me dediqué a la política, pero sí a estudiarla, y como la política ocurre lejos de mi casa no tengo temor a contaminarme, pero, debo confesar, a veces me provoca náuseas. Lo que le han hecho a López Obrador no es muy diferente de lo que le hicieron a mi abuelo, como explicaré más adelante.

En mi artículo de la semana pasada ("Maximato bis") me referí al grupo que se ha apoderado de México con Salinas de Gortari como Jefe Máximo, emulando a Plutarco Elías Calles (de aquí el título de mi anterior artículo). En los años 20 del siglo pasado, después del golpe de Estado a Venustiano Carranza, un grupo se apoderó de México. El jefe de ese grupo era Alvaro Obregón, pero cuando éste fue asesinado después de su relección, quedó Calles como Jefe Máximo. De éste dependieron tres presidentes: un interino (llamado entonces provisional), un segundo electo, que renunciaría antes de terminar su mandato, y un sustituto que terminaría el periodo de gobierno. Lázaro Cárdenas hubiera sido el cuarto en los planes de Calles, pero Cárdenas resolvió que sería presidente y no un títere más del Jefe Máximo. Con Cárdenas se acabó el Maximato y Calles fue exiliado.

Mi abuelo, Abraham Araujo, era gobernador constitucional de Querétaro (1/10/27-25/6/29) y era obregonista. A él le tocó la fundación del Partido Nacional Revolucionario (PNR), misma que tuvo lugar en el Teatro de la República de la ciudad de Querétaro del 1º al 4 de marzo de 1929. Había una crisis seria en el país. La guerra cristera, por un lado, estaba llegando a su fin, pero en esos momentos todavía era una realidad. Se especulaba que algunos obregonistas amenazaban con levantarse en armas, pues se mencionaba a Calles como autor intelectual del asesinato de Obregón. El 3 de marzo de ese año los generales Escobar, Manzo y Aguirre se levantaron en armas. El candidato obregonista a la presidencia que saldría de la convención fundacional del PNR era Aarón Sáenz, pero en el último momento fue "elegido por aclamación" Pascual Ortiz Rubio, después de que se les negó acreditación a casi todos los delegados obregonistas. Calles era también el jefe real del nuevo partido.

Emilio Portes Gil, alias el manchado, que como gobernador de Tamaulipas había sido obregonista, muerto el caudillo se volvió callista. Como tal fue designado presidente provisional por la Cámara de Diputados dominada por Calles. Cuando Portes Gil estuvo en Querétaro en febrero de 1929 le molestó que mi abuelo defendiera la libertad de expresión en la prensa y que en un periódico se mencionara a León Toral elogiosamente. Abraham Araujo, quien tenía el buen gusto de no ser religioso, sabía que gobernaba un estado muy católico donde los grupos cristeros no eran un invento. Y aunque él manifestara su oposición a los cristeros, a Portes Gil le pareció que no era suficiente. Ese fue, al menos, el pretexto para impulsar un golpe de Estado por la vía del desafuero para poner en su lugar a su concuño, Angel Vázquez Mellado. La Cámara local, compuesta por diputados lamesuelas, como ha habido y hay muchos, obedeció las órdenes del presidente de la República y designó a José B. Alcocer gobernador interino y éste, tres horas después, entregó el poder a Vázquez Mellado. Mi abuelo tuvo que enviar a mi madre y sus hermanos a Estados Unidos, pues su casa y su automóvil fueron ametrallados varias veces. El se fue al Distrito Federal, donde enfrentó las consecuencias y vivió con austeridad obligada. Sólo regresó a Querétaro, por poco tiempo, cuando Ramón Rodríguez Familiar, gobernador apoyado por el presidente Lázaro Cárdenas, lo invitó a encargarse de la economía del estado. Rodríguez Familiar fue gobernador de octubre de 1935 a octubre de 1939. Los gobernadores entonces duraban en su cargo cuatro años.

Como puede verse, la analogía, que en historia no explica nada (he de insistir), es pertinente. Nada nuevo se ha inventado. El desafuero a López Obrador obedece a los mismos propósitos. Los diputados que lo desaforaron, como aquellos de 1929 contra mi abuelo, son iguales: se agachan a la menor presión. La única diferencia es que antes le costaban mucho menos a la nación.

Tenía razón mi abuelo, la política es sucia, y quienes han orientado sus votos por la presión del poder no tendrán mucho de qué vanagloriarse, se les ve sucios y nada ni nadie los limpiará. Así como yo recuerdo y expongo lo ocurrido hace 76 años, dentro de igual número de años se recordará lo que ahora se está haciendo contra un jefe de Gobierno electo democráticamente.

 
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