Usted está aquí: jueves 31 de marzo de 2005 Gastronomía ANTROBIOTICA

ANTROBIOTICA

Alonso Rubalcava

La lista Antrobiótica de colección, parte II

NI MODO, VA pa largo. He aquí la continuación de la megalista: 52 cosas que debes comer, beber y amar, pura hambre vuelta carne, vegetales, frutas, líquidos, palabras. Si te empachas, no te dejes al alcance de los niños.

11. JOCHOS. Lamentablemente para todos, no existe un hot dog total: el mundo sería más sencillo. Pero muchos se le parecen: los jochos de carrito Manhattan (en México se sirve uno bueno en ese estilo: está en el Barracuda ); los jochos del tianguis sabatino en el centro de Frankfurt: salchicha gordísima hecha a la parrilla y metida a la fuerza en un pan Kaiser que le queda chiquitito; los jochos de Zacatecas, donde les pusieron pico de gallo antes que cualquiera; los jochos de Monterrey, con la salchicha intensa color rojo rojo; lo jochos de la Zona Rosa, flacos y envueltos en tocino crujiente a las tres de la mañana, a la salida del último antro gay del mundo; los jochos junto al múltiple reloj de Praga, salpicados de ensalada de col. Sublimemente, los jochos de Viena: la salchicha entreverada de queso (Käsekrainer), asada a la plancha, hipercaliente, metida en una funda de pan que trae mostaza picante y catsup, acompañada de un chile güero. Le sobresale la puntita: fálica, perversa, deliciosamente. El mejor sexo oral que se puede conseguir en este mundo.

12. SOPA DE TORTILLA. Jitomates, cebolla, ajo, chiles: todo asado en un comal; caldo de ave; epazote, aguacate, queso fresco; tiritas duras de tortilla. Si eso no es comer en México circa 1530, nada más puede serlo.

13. CEMITAS. Las venden por todo Puebla; se rompen, se les sale el contenido: queso de puerco o milanesa, un montón de hilos de queso Oaxaca, pápalo amargo, rico; pimienta, orégano, un chorrito de aceite de oliva del más chafa, chipotle y zanahorias en vinagre para el zing, todo en un pan un poquito dulce, un poquito salado. Son frescas, felices, ligeras: te puedes comer dos o tres. Si la cocina de Puebla no fuera lo que es, las cemitas la salvarían. También las venden, junto a exvotos y chucherías de toda índole, en el mercado que se pone los domingos a la entrada de Tepito, a la altura de Reforma. El querido Paz pudo cambiar por éstos aquellos versos de la memoria en su gran poema: '¿comimos uvas en Bidart?, ¿compramos / cemitas en Tepito?' Pero no lo hizo: allá él.

14. PATATAS BRAVAS: etnias españolas se disputan su cuna, pero a nosotros nos vale. Virreinas de la cocina en miniatura, gajos de papas fritas o confitadas mojadas con una mayonesa y una salsa roja picante (que a veces vienen mezcladas, a veces por separado), el feo bar Tomás , en el Sarrià de Barcelona, lejos de turistas aglomerados, sirve las mejores del planeta; Sergi Arola en su restaurante epónimo (hotel Arts , Port Olìmpic, BCN), las más 'modernas'; Pau Verdura, en Tierra de Vinos (Durango 197), las más engordadoras del DF, con un rojo aceite picante y un alioli que hace como que se te atora en la carótida. Deliciosas.

15. RIÑONADA. Digan lo que quieran de los regios. Nadie que prefiera la grasa, la carne que se deshace en la boca, los huesos para chupar y el riñón, suave, delicado, como un testículo envuelto en una bolsita de tejido inigualable; nadie que prefiera este corte (riñonada lo llaman) sobre la aburrida pierna o el soso lomo de un cabrito puede estar realmente mal.

16. TRÉBOL DE NARANJA. A la vista, un encantador color que se queda en la pupila (nuestra investigación revela: pantone 1665 C); en la nariz notas de encierro, vidrio reciclado, corcholata, y el exquisito picor del gas, que se cuela como una caricia; lleno en boca, de buen cuerpo, hiperdulce y concentrado, con toda la expresión de un laboratorio químico de bajo presupuesto a marchas forzadas. Larga persistencia (sobre todo en dientes y lengua, que se quedan naranjas medio día). Lo tomábamos, hace siglos, con los sopes del mercado de comida de Coyoacán, casi junto a la Guadalupana .

17. UVAS. En jugo (¡con vodka!), en vino, en coñac, en armagnac, en grappa; verdes verdes, en la salsa de unas codornices, acompañando unas rebanadas de gruyère, o así nomás: solitas, dulces y heladas. ¿Comimos uvas en Bidart? Si lo hicimos, me acordaría.

18. GALLETAS RITZ. Nacieron en 1935 y, con un sabor que no se parece a nada más, son adictivas desde entonces. Sólo hay una cosa preferible a una galleta Ritz: una Ritz ceñida en sus sienes no de oliva sino de un cuadrito de queso manchego (del mexicano; el español la opaca).

19. SAL. ¿De veras es necesario que alguien cante la elegía de la sal? ¿Es necesario mencionarla sobre papas a la francesa, gorda sobre pulpo con pimentón y aceite de oliva, más gorda aún sobre un filete recién separado de la parrilla, sal cualquiera sobre una tortilla calientita que harás rollo con un movimiento de la mano, sal sobre casi todas las cosas? Obviamente no.

20. CHAMPAGNE ROSÉ. Ya beber champaña es uno de los actos eróticos más dignos que hay -y como tal, un acto contestatario, anticonservador, nigérrimo, porque no busca la reproducción sino el sexo porque sí. Beber champaña rosado (favorito personal: Nicolas Feuillate Premier Cru Rosé; lo tienen en Cavas de Francia : 5395 0944), con sus delicadas notas típicas de fresa y frambuesa, es más elevado aún, es ponerse la capa púrpura de un príncipe en decadencia y decirle al pinche mundo un vete al diablo.

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