Usted está aquí: jueves 31 de marzo de 2005 Cultura Ni la curiosidad infantil fue defraudada por la magia de la cultura egipcia

Centenares de personas admiran esos tesoros milenarios que cobija la penumbra

Ni la curiosidad infantil fue defraudada por la magia de la cultura egipcia

Niños, jóvenes y adultos observaron, sin prisa, las 152 piezas de la muestra Farón

Espontánea cátedra de un padre de familia sobre el Libro del inframundo de Amenofis

ANA MONICA RODRIGUEZ

Cobijados por la penumbra y las vitrinas que los resguardan, los tesoros egipcios son admirados por centenares de personas que comentan en voz baja y con respeto la mágica historia de los faraones aposentada sólo por 90 días en el Museo Nacional de Antropología.

Niños, jóvenes y adultos observan sin prisa cada una de las 152 piezas que integran la magna muestra Faraón: el culto al Sol en el antiguo Egipto. Algunos dijeron haber recorrido las 14 salas en dos horas, tiempo que invirtieron en la larga fila que -por segundo día consecutivo- rodeó el recinto ubicado en Paseo de la Reforma.

Si la espera no resultó incómoda para los visitantes, mucho menos lo fue no encontrar estacionamiento. Hasta los improvisados valet parking negaban con sus franelas la posibilidad de acomodar un automóvil más.

Dentro del museo, la magia de la civilización egipcia no defraudó ni a los niños, que con su permanente curiosidad son quienes más se acercan a las vitrinas y atentos esperan la explicación de sus padres sobre el origen y significado de esos vestigios.

El tiempo invertido, vale la pena

Una de esas espontáneas cátedras informativas surgió en voz del señor Jesús Taylor para su familia, quien descifró lo plasmado en el Libro del inframundo de Amenofis:

''Este papiro en especial -subrayó- es una guía para que el faraón al morir sepa cómo su espíritu debe trasladarse durante las 12 horas nocturnas y poder llegar al más allá, sin los contratiempos que va a tener por las fuerzas malignas y oscuras que no le permitirían llegar.''

Pero ello, agregó el visitante, era privilegio de la realeza egipcia ''y las personas que no pertenecían a ella iban a tener problemas para atravesar el inframundo''.

Durante el recorrido por la sala de exposiciones temporales, la abundante concurrencia no deja pieza sin ver y espera a quienes llegaron antes. Bajo las tenues luces el ruido más fuerte que se escucha son las voces de los pequeños.

El tiempo invertido, dijeron dos señoras de edad avanzada, ''vale la pena para saber más sobre la vida de los faraones''.

Hicieron un cálculo: traslado de sus casas al museo, una hora; dos horas en la fila, y dos más para visitar la exposición.

Tampoco faltaron en el recinto algunos jóvenes que por obligación acudieron a la muestra y no sabían ni siquiera cuál era la pieza que más llamó su atención.

¿Creo que vamos a hacer un trabajo, o no?, preguntó un estudiante de bachillerato a su compañero. Mientras que un tercero no atinó a decir cuál pieza había captado su atención.

La idea, al parecer, era cumplir con el requisito del boleto que mostrarían a su profesor.

En contraste, Juan Pablo Moreno, un joven de similar edad que los mencionados estudiantes, comparó la exposición tras haber viajado a Egipto. ''Muchos de estos objetos ya los conocía y me recordó muchas cosas que vi allá''.

Aunque, dijo, la estatua cuboidal de Senenmut llamó su atención debido a la postura en la que se encuentra, ''no fue común ver una así en el museo de El Cairo''.

Hallan restos de antiguos botes egipcios

Pese a que los visitantes manifestaron su gusto por admirar los sarcófagos, los minuciosos detalles de las estatuillas y los bustos de los faraones, también coincidieron en que la muestra ''vale la pena por todo lo que significa''.

Ayer, el sistema de ingreso al recinto registraba más de 12 mil boletos en el segundo día en que Faraón: el culto al Sol en el antiguo Egipto llegó a la ciudad de México.

Mientras esto sucedía en el Distrito Federal, arqueólogos reportaron en El Cairo el hallazgo de restos de botes utilizados por los antiguos egipcios, los cuales fueron encontrados en cuevas del mar Rojo y que todo apunta a que fueron utilizados para transportar bienes hacia y desde la Tierra de Punt (mencionada en antiguos escritos egipcios y que se ubica en la costa del Cuerno de Africa).

 
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