Usted está aquí: lunes 7 de marzo de 2005 Opinión ASTILLERO

ASTILLERO

Julio Hernández López

Panistas espinados

Mal día de algunas familias blanquiazules

Crinolina al aire; Medina se va; Martita sufre

Moneda priísta, la apertura en energéticos

MANUEL ESPINO podría dar muestra de congruencia e independencia políticas si nombrara en ausencia a Nahúm Acosta Lugo como coordinador de las giras del nuevo presidente nacional del PAN. Porque ese punto, el del presunto espía infiltrado por el narcotráfico en la casa presidencial, da ejemplo extremo de la manera en que desde Los Pinos se maniobró contra la posibilidad de que triunfara en los comicios internos panistas un crítico duro de las aspiraciones presidenciales de la señora Marta. El caso Nahúm exhibió nuevamente lo que a lo largo de más de un año ha envenenado a la política mexicana el uso faccioso de las instituciones para el exterminio político de adversarios. Y, si Espino de verdad pretende convertir a su partido en órgano vigilante del comportamiento del gobierno federal que presuntamente emergió de sus filas, podría comenzar por corregir, cuando menos en términos políticos, lo que se ha hecho contra su ex colaborador, el ya famoso Nahúm Acosta.

POR LO PRONTO, el triunfo del pinoleramente indeseado Espino ha dejado saldo político rojo. Carlos Medina Plascencia, guanajuatense acostumbrado a que arreglos en lo oscurito le llevasen a cargos importantes, anunció el fin de su carrera política luego de que una poderosa cargada a su favor hacía parecer imparable su arribo al despacho que ocupaba el grisáceo Luis Felipe Bravo (con Medina Plascencia estaban los apellidos más rimbombantes de la aristocracia panista, medio gabinete presidencial, los precandidatos Felipe Calderón y Francisco Barrio, y varios gobernadores). Aun cuando en cumplimiento del protocolo aparecieron de inmediato para felicitar al ganador, tampoco podían adivinarse rostros de genuina alegría en Vicentico ni en Martica. No es necesario poner demasiada tinta en el hecho de que el mayor damnificado de todo este episodio es el cada vez más desdibujado Calderón, quien apostó cuanto tuvo a la mano en favor de Medina Plascencia, incluyendo la renuncia concertada del ultraderechoso diputado Germancito Martínez, que a su vez denunció ¡el avance de la ultraderecha!

EN LA VITRINA de los ganadores, en cambio, el candidato de la crinolina ideológica (si no le gusta al lector el término crinolina puede usar el sinónimo miriñaque) brincaba alegre (pero sin perder la compostura Palacio) porque había triunfado su gallo para la sucesión partidista, a pesar de la coalición formada en su contra. El soplo vivificante es verdadero oxígeno luego del duro golpe recibido en el estado de México, donde el gran Rubencito convirtió en aplaudidísima hada madrina a la señora que podría ser el plan V de Los Pinos para la candidatura presidencial, en caso de que siguiera desinflándose el licenciado Miriñaque (¿plan B o plan V?: ¡plan V, de Vamos México!).

POR TODO ELLO los personajes tradicionales del panismo no pudieron celebrar el Día de la Familia como ordenan los grandes empresarios coaligados en la creación de una nueva fecha consumista. En realidad, están preocupados los santones y algunos advenedizos (y advenedizas) por la victoria de Espino (hasta hoy es pino, ya veremos si no acaba, como Luis Felipito ¡Bravo! convertido en aplaudidor de Los Pinos). En el colmo de la caricaturización de la política mexicana, algunos de esos adalides de la decencia, las buenas costumbres y los buenos negocios, están escandalizados por el riesgo de que el tal Espino lleve a la ultraderecha al partido que esas buenas conciencias reaccionarias quisieran mantener solamente con una etiqueta de conservadurismo moderado.

ESTE PUNTO, EL del arribo de la ultraderecha al poder partidista, será en todo caso el dato más sustancial del relevo en la dirigencia blanquiazul. Aun cuando diversos personajes de esa corriente extrema ocupan cargos de poder (para no ir tan lejos, el segundo vicepresidente, Ramón Muñoz, especie de José Córdoba Montoya, pero de El Yunque), y aun cuando la tendencia confesional de muchos de los políticos federales está a la vista (monseñor Abascal, por ejemplo) no se ha establecido hasta ahora una ofensiva políticamente eficaz para hacer que el desorden gubernamental foxista se ajuste a los propósitos de esos órganos clandestinos. Dado que Espino llega con una expresa espada correctiva contra sabotajes foxistas, y dado que esa extrema derecha tiene claro el riesgo de perder en 2006 los privilegios ganados en lo que va del sexenio, es probable que Espino vaya a ser el gerente político que trate de salvar el negocio en picada mediante estrategias de choque que salven el prestigio de la marca a pesar de los malos manejos de aquel a quien se le entregó la franquicia por seis años.

DEL LADO PRIISTA también trabajan en el control de daños, y por ello la alianza madracista-tucomes ha abierto la rendija estatutaria del PRI para que sea este partido en precampaña presidencial el que ofrezca a los empresarios nacionales y extranjeros la certeza de que se pueden negociar reformas estratégicas, como la relacionada con los energéticos. El mensaje es claro: sólo el PRI podrá hacer lo que el foxismo no pudo, y por ello ayer mismo se rechazaba el alegre oportunismo del secretario crinolino, que ya hasta citas en Bucareli decía tener hechas para negociar aperturas en materia petrolera. Quienes hacen política a Madrazo limpio de inmediato desplazaron al esperanzado Santiaguín y advirtieron que sus arranques de sonrosado gandallismo podrían echar a perder todo lo ganado en la asamblea nacional tricolor.

ASAMBLEA, POR CIERTO, sin novedades, salvo esas aperturas pensadas para dar continuidad a las reformas de corte salinista que el foxismo no supo sacar adelante. Dado que los caudillos ya se habían puesto de acuerdo, la reunión poblana sólo fue un ritual sin sustancia. Ahora los pleitos rezagados habrán de desahogarse en el marco del Consejo Político Nacional y, si todo sale conforme a lo programado, entonces podrán llegar con tranquilidad a julio, cuando todos renunciarán a sus cargos y luego volcarán dineros de todo origen (algunos hasta lícitos podrían ser) en campañas desbocadas que serán preámbulo de la guerra abierta de 2006 contra PAN y PRD.

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