Usted está aquí: lunes 7 de marzo de 2005 Mundo El retiro de Siria amenaza con reabrir las divisiones y la guerra en Líbano

Convoca la Hezbollah chiíta a una movilización para agradecer a Damasco su "protección"

El retiro de Siria amenaza con reabrir las divisiones y la guerra en Líbano

ROBERT FISK THE INDEPENDENT

Ampliar la imagen Manifestantes pro sirios en Beirut, L�no, besan un retrato del presidente sirio Bashar Assad FOTO AP

Beirut, 6 de marzo. Líbano enfrenta una pesadilla hoy. Mientras el ejército comienza su retirada del país este lunes cediendo a la presión del presidente Bush, cuya rabia hacia los sirios fue provocada por la insurgencia contra las tropas estadunidenses en Irak, señales cada vez más fuertes de que la retirada de Siria está reabriendo las divisiones sectarias de la guerra civil libanesa de 1975-1990 empiezan a aparecer. Se espera que las primeras unidades sirias crucen la frontera sirio-libanesa en Masnaa antes del mediodía y que su reposicionamiento militar quede completo para el miércoles.

Para el resto del mundo, ésta podría parecer una victoria ansiada: sólo dos semanas después del asesinato del anterior primer ministro Rafia Hariri, un importante oponente a la presencia de los sirios en Líbano, el ejército de Damasco se retira del país que ha dominado por 29 largos años. Al fin, elecciones libres podrían llevarse a cabo en Líbano, una prueba más de que, gracias al presidente Bush, la democracia empieza a expandirse por todo el mundo árabe.

Irak tuvo elecciones, Arabia Saudita también llevó a cabo elecciones locales, el presidente Mubarak promete reñidas elecciones para la presidencia en Egipto. Así que, ¿por qué no habría de estar feliz Líbano?

¡Vaya!, este es un rincón oscuro del antiguo imperio otomano, cuya derrota durante la Primera Guerra Mundial permitió a los franceses convertir una parte de Siria en el actual Líbano, país que descansa precariamente en el entendimiento entre sus habitantes cristianos, sunitas, shiítas y drusos. Todas las facciones se reunieron para honrar a Hariri.

Pero en la noche muchos, que no todos, de los participantes reunidos en la Plaza de los Mártires que han exigido la retirada de los sirios eran cristianos maronitas. Y ayer (domingo), Sabed Hassan Nasrallah, vocero de la Hezbollah chiíta, un aliado sirio leal pero un tanto renuente que sacó a los israelíes de Líbano en 2000, convocó para el martes a una demostración masiva en la Plaza de los Mártires, en apoyo de la "unidad e independencia" de Líbano, pero también para agradecer a Siria su "protección" de años anteriores. Nasrallah invitó a los cristianos y a los demás grupos religiosos a unirse a la manifestación. Pero la mayor parte de los que se presentarán podrían ser chiítas, los cuales, al igual que sus correligionarios en Irak, conforman la más grande comunidad religiosa del país.

Y, claro, miles de libaneses ahora temen que cuando los sirios se vayan ellos tengan que pagar el precio: que en ausencia de sus "amigos", los soldados sirios, los conflictos civiles regresen -de manera misteriosa- a irrumpir en Líbano. Una "guerra de carteles" ha surgido entre políticos rivales en la ciudad norteña de Trípoli. La noche del sábado una docena de miembros del partido libanés Baath se presentó en la Plaza Sassine en el área cristiana de Beirut y se escucharon dos tiros al aire. El ejército libanés rápidamente reprimió esta manifestación de apariencia pro-siria (aunque no hubo ningún arresto). ¿Habrá pasado esto porque su líder -de filiación pro-siria- es el ministro de Trabajo libanés?

El Banco Central acaba de anunciar que la libra libanesa se mantiene firme; sin embargo, se han invertido casi 2 mil millones de dólares para respaldar su tipo de cambio a 1500 por dólar, y Líbano tiene una deuda pública de 32 mil millones de dólares, la cual sólo la reputación internacional de Hariri podría haber salvado.

En ese contexto, él sábado en la noche el presidente sirio Bashir Assad dirigió un discurso al Parlamento de Damasco donde se refirió a aquellos libaneses leales a Siria y a aquellos que se encuentran parados "sobre arenas movedizas". ¿Incluiría entre estos últimos a Salid Jumblatt, el líder druso y antiguo aliado sirio que súbitamente partió para Kuwait y Arabia Saudita el sábado, y quien personalmente me dijo que él era el siguiente en la lista después de Hariri?

Un grupo de Naciones Unidas investiga la muerte de Hariri; Nasrallah le ha ofrecido su completo apoyo y el gobierno libanés insiste en que ha buscado a los responsables por todos y cada uno de los escondrijos posibles. El problema es que otros tres cuerpos han aparecido en la escena del atentado en las últimas dos semanas desde el ataque. Gatos hambrientos y el hedor de la muerte denunciaron la presencia de dos de ellos, lo cual no habla muy bien del trabajo policial de las autoridades, tan ansiosas por resolver el crimen.

El presidente Bashar Assad afirmó que 63 por ciento del ejército sirio en Líbano se había retirado desde el año 2000 y que "la prensa internacional" no ha tomado en cuenta este hecho. Tenía razón. Ayer, en su conferencia de prensa en Beirut, Nasrallah, dijo que la petición de EU sobre el retiro de los sirios y el desarme de la Hezbollah es una "fotocopia" de los planes de Israel para Líbano. El, también, tenía razón. Pero aquí está el problema real. Los sirios y Hezbollah dicen que el retiro de las fuerzas sirias de Líbano se está llevando a cabo en los términos del acuerdo Inter-árabe Taef de 1989 que dio fin a la guerra civil. El plan establecía el retiro de Siria de Beirut -que ya ha sido realizado por el ejército sirio pero no por sus servicios de inteligencia- hasta las colinas de Mdeirej en las montañas al este de Beirut, después hasta el valle de Bekka y, luego de las conversaciones con los gobiernos de Siria y Líbano, hasta la misma Siria.

La resolución 1559 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas solicitaba casi exactamente lo mismo, pero también el desarme del brazo armado de la Hezbollah en el sur de Líbano, el cual ha seguido atacando las granjas de los israelíes en el área de Shebaa, que perteneció a Líbano bajo la dominación francesa pero que Israel ha ocupado desde 1967.

Así que el martes, Hezbollah apoyará el acuerdo de Taef porque éste convoca a la unidad nacional y propicia una retirada ordenada de los sirios sin hacer mención del desarme de las guerrillas. Hezbollah estará en contra de su propio desarme. Estará en contra de la resolución 1559 de Naciones Unidas. Y estará a sólo 600 metros de las manifestaciones en honor de Hariri. Mañana, los manifestantes, quienes al menos merecen saber quién asesinó al hombre que deseaba reconstruir Líbano y nunca tuvo un ejército, en otras palabras, nunca se manchó las manos de sangre, protagonizarán otra manifestación. Marcharán desde el cráter de la bomba que mató a Hariri hasta su tumba, situada frente a la fea mezquita que él construyó en el centro de Beirut.

De nuevo Líbano corre el riesgo de convertirse en campo de batalla entre ejércitos no libaneses. Durante 30 años Estados Unidos ha tolerado, incluso apoyado, la presencia militar de Siria en Líbano. En 1976 los israelíes y los estadunidenses deseaban la presencia de las tropas sirias en Líbano porque "controlarían" a los 300 mil refugiados palestinos en ese país. Pero ahora la verdadera preocupación de Bush es el apoyo que Siria podría proporcionar a la insurgencia iraquí.

La ironía es extraordinaria: 140 mil soldados estadunidenses ocupan Irak -dejemos fuera de esta ecuación a las fuerzas de ocupación israelíes en tierras palestinas- mientras su presidente demanda el retiro de 14 mil tropas sirias de Líbano. ¡Esto sí que es democracia!

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

 
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