Usted está aquí: lunes 7 de marzo de 2005 Capital Ocho mujeres luchan contra el machismo en las filas de la policía

REPORTAJE / JEFAS ACOTAN LA DELINCUENCIA

Ocho mujeres luchan contra el machismo en las filas de la policía

Sólo representan el 10 por ciento en áreas de mando en la SSP

Narran orgullosas el respeto ganado a través de sus acciones, de los reconocimientos y las aspiraciones de ver a una mujer dirigendo la Secretaría de Seguridad Pública.

MIRNA SERVIN

Ampliar la imagen De izquierda a derecha, Rosa Herlinda Antunes, jefa del sector Taxque�Gloria Guadalupe Hern�ez Gonz�z, del sector Balbuena; Lilia G� L�, del sector Cuajimalpa, y Rosaura D� Ruiz, del sector Pradera. FOTO Carlos Ramos Mamahua

Hace poco más de 30 años, sólo estaban destinadas a cuidar parques, escuelas o jardines y usaban una pequeña falda para desempeñar sus funciones. Hoy, ocho de esas mujeres pertenecientes a las primeras generaciones del agrupamiento femenil de la policía capitalina tienen a su mando un sector de la ciudad, en los cuales se han logrado disminuciones récord en el índice delictivo.

Aun así sólo representan poco más del 10 por ciento en áreas de mando a este nivel. Ninguna mujer ha ocupado todavía una jefatura regional y ningún puesto a nivel de alguna subsecretaría en la dependencia capitalina.

Entre las pioneras, cuatro de ellas cuentan en entrevista para La Jornada, sobre las miradas de reojo de la tropa masculina al llegar a dirigirlos, y de las medidas tomadas por sus jefes para que no solicitaran un ascenso o de los costos que paga la familia de una mujer que trabaja. No obstante, también narran orgullosas el respeto ganado a través de sus acciones, de los reconocimientos y las aspiraciones de ver a una mujer dirigiendo la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal.

A Rosa Herlinda Antunes Vázquez, jefa del sector Taxqueña, la invitó un vecino a inscribirse a la corporación porque tenía "el perfil", que definido en sus propias palabras, es de carácter fuerte. Sin embargo, entre puras sonrisas, cuenta cómo ella y sus compañeras han conquistado espacios en la corporación que antes sólo eran ocupados por hombres.

Narra que acompañados de una taza de café alrededor de una mesa redonda, hace algún tiempo, sus jefes le pidieron que no compitiera por el puesto de segundo inspector "porque el examen iba a ser muy difícil y Contraloría iba a recoger el examen a quien copiara". Ella respondió: "No voy a copiar, voy por lo mío". Pero justo tras otra taza de café, volvieron a desanimarla.

Para Rosaura Díaz Ruiz, jefa del sector Pradera, delegación Gustavo A. Madero, las cosas no fueron muy distintas. Reconoce que trabaja en una dependencia mayoritariamente masculina, donde algunos mandos y subalternos aún las tratan con misoginia, pero subraya insistentemente el respeto con la que ahora se dirigen a ella sus compañeros.

"Ya había dirigido el agrupamiento femenil, pero cuando llegue a un sector que en su mayoría era de hombres, las cosas fueron distintas. Gran parte de ellos me decían 'señora', hasta que les dije 'señora la que tienes en tu casa. Yo soy primer inspector", apunta, y ríe entre sus compañeras.

El primer trabajo de Lilia Gómez López, jefa del sector Cuajimalpa, fue de cajera, en 1973; entonces decidió ingresar a la policía, donde les pagaban casi mil pesos, menos 250 de descuento por la fianza de su uniforme.

"La academia de policías parecía una academia de señoritas, con instructores muy estrictos y en un ambiente de mucho respeto", dice. Aunque después, con su entrada a las labores de la calle, las cosas fueron tan diferentes que ella misma cuenta cómo dejó la dirección del sector de Cuajimalpa por "chismes e intrigas", por lo cual quedó muy dolida y se retiró por algún tiempo.

Un poco más callada, pero quizá la más mencionada desde el linchamiento ocurrido en San Juan Ixtayopan el pasado 23 de noviembre, debido a que fue uno de los primeros elementos policiacos en llegar al lugar y tratar de detener a la gente, Gloria Guadalupe Hernández González, jefa del sector Balbuena, admite que tuvo que llorarle a su familia para que hace 30 años la dejaran entrar a la academia policial.

"Cuando me inicie con un grado al frente de un grupo de hombres, pues no les parecía nada. Me ponían pretextos y sólo escuchaba: 'permíteme. Ahorita. No, porque está mal'. Ponían en duda las órdenes y no me dejaban actuar muy bien. Pero siempre quedan huequitos por donde uno se puede ir filtrando y llegar", asegura.

Las cuatro tienen anécdotas en común. Recrean alrededor de una mesa sus experiencias más difíciles, las que primero las tienen en medio de la adrenalina y la presión por definir la estrategia adecuada para que ninguno de los elementos bajo su mando resulte herido, y luego aquellas, que aun cuando fueron situaciones peligrosas, pudieron enfrentar.

Sólo Gloría Hernández dice "Yo no te lo voy a contar; es lo más difícil que me ha pasado", pero el recuerdo de aquella tarde de linchamientos en Tláhuac, impregna la conversación.

Todas se conocen y mencionan a las otras jefas de sector que han podido alcanzar este puesto, aunque, repiten, son pocas, pero ellas mismas reconocen a otras, que aunque no tienen puestos de mando han logrado cada vez más.

Rosaura Díaz recuerda a su compañera Irene Aguilar, quien es piloto aviador y nunca la han dejado pilotear; también se menciona a Esperanza Galicia, la jefa Cisne, actual titular de la policía femenil, de quien se reconoce su trabajo.

Todas coinciden con Díaz quien dice que la inteligencia, ni el rendimiento y capacidad de trabajo tienen sexo, que no ha sido ni con más fuerza, ni tratando de ser hombre como han conseguido sus reconocimientos como buenas policías.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.