Usted está aquí: sábado 19 de febrero de 2005 Política Invitación a la cordura

Enrique Calderón A

Invitación a la cordura

Es curioso, pero estando el país inmerso en los graves problemas económicos, de desempleo, de pobreza generalizada, de inseguridad, de crecimiento del narcotráfico, y quién sabe qué tantos más, llama la atención que durante la mayor parte del año anterior la atención de los medios, y de la población en general, se hubiese centrado en los escándalos que envolvieron a varios funcionarios públicos, tanto del gobierno federal como del DF, a los Amigos de Fox, a diversas organizaciones públicas y privadas como la Lotería Nacional y Provida, y de manera estelar al PRD, a su ex presidenta y a dos ex secretarios de Andrés Manuel López Obrador, sabiendo todos que la aclaración de tales escándalos nada aportaría a la solución de los problemas señalados. ¿Se trató acaso de un proceso distractivo ideado quién sabe por quién y para qué?

Ahora, en 2005, las cosas han cambiado y parecen centrarse en un solo tema de interés creciente: el desafuero de López Obrador, cuyo desenlace tampoco es claro que pueda o vaya a modificar de manera significativa los problemas actuales, pero que sí representa, en cambio, riesgos muy serios, que quizás debieran ser analizados.

En primer lugar está el desafuero mismo, que en lo político está conformando un grave problema, cuyas consecuencias resultan impredecibles, y en lo jurídico parece no tener bases sólidas y sustentarse más en decisiones de conveniencia para el grupo en el poder que en argumentos jurídicos, como señaló el miércoles pasado el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, al plantear la existencia de un número importante de casos de desacato por funcionarios públicos que han sido archivados sin más trámite, al grado de que no existe en toda nuestra historia ejemplo de funcionario alguno sujeto a juicio por faltas de este tipo, y menos aún castigado por ello.

En el terreno político, el interés evidente del Presidente, de sus secretarios y, de manera especial, de Santiago Creel, e igualmente del Partido de Acción Nacional, por sacar al jefe de Gobierno de la carrera presidencial, pareciera decirnos que desconocen lo desmedido de sus pretensiones políticas, las cuales pueden sumir al país en el caos, la ingobernabilidad e incluso la guerra civil, y que, además, todo ello podría convertir a López Obrador en un gran héroe nacional, incrementando su imagen pública, a costa de la vida de muchas personas y del retroceso del país entero a épocas ya superadas.

Por otra parte, a la irresponsabilidad de estos dirigentes se suma la del mismo López Obrador, quien parece estar más interesado en su desafuero y en lo que va hacer ante tal eventualidad, sabiendo o pensando que con ello su imagen nacional crecerá a tal grado que el pueblo, en masa, irá a sacarlo de la cárcel para llevarlo a Los Pinos; sólo que en esos pensamientos no están incluidas algunas posibilidades preocupantes.

La primera de ellas se refiere a la creación de disturbios importantes, que generen una ola de represión brutal, con su cauda de heridos, muertos y desaparecidos y, eventualmente, la imposición de un régimen autoritario, justificado por la ola de violencia desatada, y dirigido a debilitar, o incluso terminar, con las organizaciones de izquierda, cosa que desde luego favorecería a la derecha.

Otra posibilidad es que las movilizaciones a las que López Obrador está convocando terminen rebasando su propio liderazgo, generando situaciones de descontrol, cuya evolución resulte impredecible, dadas las condiciones de inconformidad y frustración existentes.

En resumen, las posiciones irreductibles de Fox y de su gobierno, del PAN y de sus seguidores, por una parte, y la de López Obrador, del Gobierno del Distrito Federal y de la cúpula del PRD, por el otro, están llevando al país a un posible enfrentamiento de consecuencias lamentables, que, de nuevo, en nada contribuyen a la solución de la problemática actual, de pobreza, desempleo y estancamiento.

Considero importante que ambos grupos mediten en las decisiones que van a tomar, y piensen, sobre todo, en nuestro país, en su futuro y en el daño que pueden generar. Hoy todavía es tiempo.

Como muchos hombres y mujeres de nuestro país, considero que existen otras alternativas mejores para ellos y para el país en su conjunto, las cuales van por el camino del diálogo y la negociación, incluyendo quizás el acceso diferido y consensuado al poder.

 
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