Usted está aquí: miércoles 16 de febrero de 2005 Opinión Hello, Wilmut

Javier Flores

Hello, Wilmut

Ampliar la imagen Ian Wilmut junto a Dolly, el primer mam�ro clonado FOTO AFP

Ian Wilmut, investigador del Instituto Roslin de Edimburgo y creador de la oveja Dolly, forma parte de un grupo de expertos que ha recibido el permiso que otorga la Autoridad en Fertilización Humana y Embriología en su país (HFEA, por sus siglas en inglés), para desarrollar proyectos que implican la clonación en humanos. La noticia tiene un significado especial, pues con su presencia se valida, de manera más que simbólica, el tránsito entre la investigación animal y la clonación en nuestra especie.

Se trata del segundo permiso que otorga la HFEA, con el que se muestra la determinación del Reino Unido de asumir un liderazgo en este campo científico. Al mismo tiempo ilustra un modelo para someter la clonación con fines terapéuticos a la regulación estricta de un organismo nacional que garantiza los más altos niveles científicos y éticos, además del manejo abierto de los contenidos de las investigaciones. Así, sabemos los propósitos de los proyectos que hasta ahora han sido aprobados. (Por cierto que la creación en México de un organismo con estas características forma parte de las recomendaciones de un estudio formulado por el Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República a principios de este sexenio.)

La imposibilidad de arribar a un consenso moral sobre la clonación en el seno de la Organización de Naciones Unidas y la marcha de las investigaciones sobre transferencia nuclear en naciones como Corea del Sur y el Reino Unido muestran, adicionalmente, que la clonación con fines terapéuticos es ya una realidad y es al parecer irreversible, pese a la condena o la prohibición que pudiera darse en algunas regiones del planeta. La movilidad de los científicos permite que aun radicando en naciones donde esta investigación estuviera prohibida, puedan realizar sus indagaciones en otras en las que está avalada por las leyes.

El equipo científico que ha recibido la aprobación de la HFEA está integrado por el propio Wilmut y por Paul de Sosa, otro miembro del Instituto Roslin, quienes se han asociado con Chistopher Shaw, del King's College de Londres, para el estudio de la Enfermedad de Neuronas Motoras (ENM). Es muy importante detenerse en la estrategia que se seguirá en este proyecto, pues nos da la oportunidad de entender, más allá de los agrios debates a favor o en contra, lo que es en realidad la clonación humana con fines terapéuticos.

La ENM es hereditaria y afecta a células del cerebro y la médula espinal, que en condiciones normales activan la función muscular en distintas regiones del cuerpo. Al degenerar estas neuronas se inicia un creciente deterioro y atrofia de los músculos. Las personas con este padecimiento pierden la capacidad de caminar, hablar, comer y beber por sí mismas, lo que genera sentimientos de profunda infelicidad y desesperación. Esta enfermedad es incurable y la muerte sobreviene, en la mayoría de los casos, en los primeros tres a cinco años a partir del inicio del padecimiento.

Cualquiera puede entender el enorme sufrimiento de las personas que padecen esta enfermedad, así como el de sus familias. El motor principal de la clonación terapéutica es avanzar en encontrar un remedio para enfermedades que hasta ahora no tienen cura y, cuando se afirma que se trata de un procedimiento inmoral, habría que pensar que aliviar el dolor también es un asunto moral.

De acuerdo con la información difundida por el Instituto Roslin, Wilmut y sus colegas cultivarán en el laboratorio células provenientes de la sangre o la piel de personas que poseen alguna forma hereditaria de esta enfermedad. Los núcleos de las mismas (que tienen los genes causantes del padecimiento) serán transferidos a óvulos a los que previamente se retira el núcleo. La división celular se inicia por medios artificiales, pero se detendrá al alcanzarse un número de aproximadamente 200 células.

Se seleccionarán algunas, las células troncales o células madres, que son pluripotenciales, es decir, tienen la capacidad de transformarse y dar lugar a diferentes tipos de células especializadas. Crecen muy bien en cultivo (en pequeñas cajas de plástico con nutrientes) por tiempos muy prolongados, y su desarrollo puede orientarse hacia la formación de neuronas, usando un coctel de sustancias químicas conocidas como factores de crecimiento. De este modo se espera tener cultivos de motoneuronas con la información genética causante de la enfermedad.

Lo anterior permitirá avanzar en el conocimiento de la propia enfermedad y sus causas, y buscar tratamientos. En el primer caso, la pregunta consiste en ¿por qué las motoneuronas fallan?, lo que implica conocer cuáles son los genes involucrados con la ENM y la cascada de eventos que conducen a la degeneración neuronal. Después de 20 años de investigación solamente se ha logrado identificar hasta ahora un gen (llamado SOD1); el proyecto que ha sido aprobado puede acelerar notablemente la comprensión de las causas de la enfermedad, por lo que tiene una dimensión científica de gran trascendencia.

Ligado con lo anterior, el cultivo de estas células permitirá probar gran variedad de fármacos que pudieran detener el desarrollo de la enfermedad o revertirla, con lo que se esperaría lograr la ansiada meta de contar con tratamientos efectivos que pudieran ponerse a disposición de los enfermos, por lo que el proyecto tiene también una clara dimensión médica y terapéutica.

Esta es la clonación terapéutica en la que algunos sectores quieren ver un atentado en contra de la dignidad humana. Nadie puede asegurar que se logre el éxito de este proyecto, pero la presencia de científicos con la seriedad y el talento de Ian Wilmut nos permite asomarnos al futuro con mayor certidumbre.

 
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