Usted está aquí: viernes 11 de febrero de 2005 Política "...y no conformes, que lo rematan a machetazos"

Ocho testimonios del expediente contra Ernesto Zedillo

"...y no conformes, que lo rematan a machetazos"

El documento, elaborado por el centro Fray Bartolomé

JUAN BALBOA

Con las manos extendidas como se representa a Cristo, el chol Héctor Pérez Torres recibió el disparo de escopeta de uno de los miembros de Paz y Justicia, quienes lo remataron a machetazos para asegurarse de que no viviría para contarlo. Así ocurrió, pero uno de los ejecutores sí vivió para documentar y dar testimonio de ocho casos de asesinatos perpetrados por los paramilitares, que forman parte del expediente para acusar al ex presidente Ernesto Zedillo por delitos de lesa humanidadad ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

El documento, que el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas integró durante casi 10 años, fue presentado ante la CIDH como prueba de la responsabilidad del gobierno mexicano en asesinatos, traslados forzosos de población, privación grave de la libertad física, tortura, persecución de grupos o colectividad con identidad propia fundada en motivos políticos, étnicos y religiosos.

Todos estos delitos tipificados como de lesa humanidad, en términos del artículo 7 del Estatuto de Roma, y que implican una negación flagrante de los principios fundamentales consagrados en las cartas de las organizaciones de Estados Americanos (OEA) y de las Naciones Unidas (ONU), están contenidos en una nueva investigación del centro Fray Bartolomé denominada La política genocida en el conflicto armado en Chiapas, en el que hace una amplia reconstrucción de la violencia derivada de 1995 a la fecha.

La historia de violencia que se describe a continuación forma parte del testimonio de un ex comandante del grupo paramilitar Paz y Justicia, que fue entregado a la CIDH y ya está en poder del gobierno mexicano. El hombre que dio su testimonio aparece en el texto como "PyJ" o simplemente "testigo".

Asesinato de Domingo Vázquez Avendaño

Los paramilitares de Paz y Justicia vigilaban los principales caminos de la zona norte de Chiapas. El 14 de abril de 1997 se habían puesto uniformes de la Policía de Seguridad Pública estatal para hacer rondines en el camino que comunica a Miguel Alemán y Masojá Grande, en el municipio de Tila.

A Domingo Vázquez Avendaño lo interceptaron unos ocho paramilitares al mediodía, cuando regresaba de Masojá Grande. Pablo Pérez Torres se le atravesó en el camino cuestionándole sobre su viaje a la comunidad, y le preguntó por las armas que supuestamente escondían en ese poblado.

Lo recuerda bien el ex comandante. A Domingo le quitaron sus zapatos negros de vestir, un reloj, la cartera, la camisa, documentos que tenía en una bolsa negra, y por cerca de 10 minutos lo estuvieron interrogando: lo tenían hincado cuando Pablo Pérez Ramírez le disparó a la altura del corazón con una escopeta calibre 16.

Tras el impacto se desplomó boca abajo muriendo al instante. El cuerpo lo trasladaron a una loma, cavaron un hoyo de 40 centímetros de profundidad y lo enterraron. La frenética búsqueda de Domingo que iniciaron familiares y amigos obligó a los paramilitares, semanas después, a intentar mover el cuerpo. Fue imposible porque se estaba deshaciendo.

Mateo Vázquez Sánchez de Masojá Shucjá

Un grupo paramilitar fue avisado de que militantes del PRD y simpatizantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional atravesaban una vereda por el puente de palo del río de la comunidad de Masojá Grande, que comunica a Masojá Shucjá, los dos poblados indígenas en el municipio de Tila.

Sabelino Torres Martínez, uno de los principales dirigentes de Paz y Justicia, organizó un grupo de siete hombres, incluido el testigo PyJ, para emboscar a los perredistas y zapatistas. Todos llevaban uniformes de la policía estatal y portaban escopetas de calibres 12 y 16. Eran aproximadamente las cuatro de la tarde del 17 de julio de 1996 cuando Mario Torres, Carmelino Ramírez y Mateo Vázquez regresaban a su comunidad.

Así lo recuerda PyJ: "En el momento que atraviesan el puente los atacamos con armas de fuego, cayendo herido Mateo Vázquez, huyendo al instante Mario Torres y Carmelino Ramírez".

Los integrantes de Paz y Justicia, empero, no pudieron comprobar si alguno de los tres había sido herido. Los tres huyeron por el monte, pero horas después se enteraron que a Mateo Vázquez sí lo habían asesinado.

Tortura y muerte de Héctor Pérez Torres

A las ocho de la mañana del 14 de julio de 1995 los paramilitares detuvieron un camión en la comunidad conocida como El Crucero, en Tila. Los de Paz y Justicia encabezados por Abraham, Wulfrano y Mario Pérez Díaz revisaron la unidad, y obligaron a bajar a Héctor Pérez Torres, quien viajaba a la cabecera municipal a buscar medicina para su hija.

"Yo reconocí perfectamente a Héctor, ya que éramos amigos y fuimos compañeros de escuela, en varias ocasiones viajábamos juntos a Tila", dice PyJ. A Héctor lo amarraron en una silla con las manos hacia atrás.

Fue interrogado por Wulfrano y golpeado en diferentes partes del cuerpo por otros paramilitares, quienes se encontraban drogados. Héctor cayó. Le pegaron por espacio de siete horas en la cara, en los testículos y en diferentes partes del cuerpo, con puño y puntapiés.

Posteriormente lo condujeron al cafetal de la comunidad. Rubén y Diego Pérez le sujetaron las manos y lo estiraron en forma de Cristo para que Abraham le disparara con una escopeta calibre 16 y lo remataron con los machetes. Su cuerpo fue tirado entre los poblados Miguel Alemán y El Crucero.

Cruz Palenque y el asesinato de Mateo Arcos

Los dirigentes de Paz y Justicia planificaron una emboscada a simpatizantes zapatistas en la comunidad de Cruz Palenque. Querían vengar, argumentaban, el asesinato del hermano de un miembro de la organización.

Salieron rumbo a Masojá Chico a las ocho de la mañana vestidos con uniformes del Ejército Mexicano y de la policía estatal, el rostro cubierto con pasamontañas y pañuelos rojos. Llegaron a Cruz Palenque, donde se integraron al grupo de la organización residente en esa comunidad. En la madrugada del primero de agosto de 1997 atacaron las casas de perredistas y zapatistas.

En el camino secuestraron a un joven a quien dieron muerte con un rifle calibre 22. Llegaron a la casa de Mateo Arcos Guzmán, identificado como simpatizante zapatista. Le preguntaron por "las armas", le propinaron el primer machetazo en las venas de la muñeca, y luego lo arrastraron hasta un potrero, donde lo ultimaron clavándole un cuchillo.

La emboscada de Usipá

El 4 de septiembre de 1995, Paz y Justicia provocó el desplazamiento de cientos de familias que vivían en Usipá, municipio de Tila. Rogelio Jiménez López fue secuestrado, trasladado de Usipá a Nuevo Limar y asesinado a mansalva por 18 paramilitares.

El caso de Sebastián Pérez López

Sebastián Pérez López fue emboscado y asesinado el 20 de junio de 1996 en una vereda entre Masojá Yoxijá y Masojá Shucjá, en Tila. El grupo paramilitar tomó por la vereda de Masojá Yoxijá a Masojá Shucjá para llegar al lugar de la emboscada y disparó contra la primera persona que vio. "Uno cayó sobre una cerca de alambre de un potrero, pero sus acompañantes huyeron rumbo a Masojá Yoxijá."

El "asalto" a Antonio López Martínez

En noviembre de 1997 hubo varios asaltos a parcelas de supuestos simpatizantes zapatistas o militantes perredistas. Llegó Paz y Justicia de Miguel Alemán a las tierras de Antonio López Martínez, buscaron el ganado para robárselo, pero no contaron con que el dueño estaría trabajando sus tierras. No le dieron oportunidad de hablar: los paramilitares empezaron a dispararle. Antonio logró esconderse en el monte, pero uno de los agresores, Alberto López Torres, lo encontró y todos, sin excepción, le dispararon a mansalva. No conformes lo remataron a machetazos.

Violación y crimen de Minerva Guadalupe

Recuerda bien la fecha el testigo PyJ: era el 20 de julio de 1996. Ese día se reunieron en Miguel Alemán varios de los altos dirigentes de Paz y Justicia: ahí estuvieron Raymundo Sánchez Trujillo y Samuel Sánchez Sánchez, entre otros.

Los paramilitares vieron llegar una camioneta de transporte colectivo, en la que viajaba Minerva Guadalupe Pérez Torres. Se acercaron y ordenaron a Minerva bajar del vehículo. La trasladaron a una casa, donde la mantuvieron secuestrada tres días. La violaron más de 30 hombres y la llevaron desnuda a Masojá Grande: la volvieron a violar para después machetearla por todo el cuerpo. Al final le dieron el tiro de gracia.

 
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