Usted está aquí: viernes 11 de febrero de 2005 Opinión Democracia a punta de pistola

Jorge Camil

Democracia a punta de pistola

Como era de esperarse, George W. Bush apareció en cadena nacional el domingo 30 de enero pasado para declarar que las elecciones en Irak habían sido un "triunfo asombroso" de la democracia y la libertad. No olvidemos que "libertad" es el tema del momento, la razón de ser de su segundo periodo presidencial.

Agotado el tema del "terrorismo" (que lo salvó milagrosamente de un rotundo fracaso durante su primer periodo presidencial), eliminada la "amenaza" de las inexistentes armas de destrucción masiva de Saddam Hussein y asegurada la relección, Bush dispone ahora de tranquilidad y tiempo suficientes para volverse estadista y promover la "libertad" (algún asesor desorientado decidió que "libertad" -término grandilocuente que permite infinidad de salidas e interpretaciones- sería el "legado histórico" ideal de su segundo mandato presidencial). Sin embargo, por si acaso, el gobierno impuesto por Washington anunció frente a los medios internacionales que los gobernantes electos "seguramente pedirían a Estados Unidos permanecer en el país para preservar la paz". (O sea que "libertad" no significa "tranquilidad", y que la "democracia a punta de pistola" -según calificó las elecciones la revista inglesa The Economist- no es garantía para impedir la guerra civil.)

El "triunfo asombroso" proclamado por la Casa Blanca debe analizarse en el contexto de los acontecimientos. El gobierno decretó un toque de queda desde la tarde del día anterior a la elección hasta la apertura de las casillas y se instalaron retenes militares en todas las calles adyacentes. Las "medidas de seguridad" incluyeron el cierre de todos los aeropuertos, la prohibición de transitar en automóvil (para eliminar el arma preferida de los insurgentes: el "coche bomba"), el acuartelamiento de las tropas de ocupación y la orden para que todos los médicos permanecieran en consultorios y hospitales a fin de atender cualquier emergencia.

¿Elecciones libres y democráticas? Más bien deberían calificarse de "heroicas", porque los votantes acudieron a las urnas bajo amenaza de muerte de la insurgencia sunita. ¿Cómo explicar entonces la asistencia de 8 millones de votantes en un padrón electoral de 14 millones? El secreto fue la propaganda, que insistía en la necesidad de votar, insinuando en los pocos anuncios permitidos que un gobierno independiente aceleraría la partida de las tropas estadunidenses. Al final, la propaganda resultó tan efectiva que algunos analistas y politólogos terminaron creyendo en la buena fe de la Casa Blanca y se atrevieron a decir que las elecciones habían sido activamente promovidas por la administración de Bush como parte de una estrategia oculta para abandonar el lodazal en el que se ha convertido la ocupación; una especie de "¡misión cumplida!" que permitiera entregar el país a un gobierno independiente salvando un poco de dignidad.

Sherlock Holmes solía decir que para descubrir la verdad bastaba con eliminar todos los panoramas imposibles. Y en el caso de Irak, después de eliminar las cortinas de humo del "terrorismo" y las "armas de destrucción masiva", y las entelequias infantiles de "libertad" y "democracia", como supuestos motivos para desatar la invasión, descubriremos que una invasión de 100 mil millones de dólares, que ha segado más de 100 mil vidas, sólo pudo haber sido impulsada por codicia y motivos geopolíticos: petróleo, gas natural, control de Medio Oriente y los multimillonarios contratos otorgados a Halliburton. Así que, "elemental, mi querido Watson", es seguro afirmar que la ocupación, en una u otra forma, continuará en vigor indefinidamente.

¿Elecciones "democráticas", cuando los electores, "por razones de seguridad", desconocían los nombres de los candidatos y votaron a ciegas por partidos que posteriormente designarán a los ocupantes de los asientos parlamentarios correspondientes? ¿Elecciones "libres", cuando los votantes eran escoltados a las urnas por tanquetas y carros blindados? Un corresponsal de CNN resumió la situación acertadamente el día anterior a la elección: "éste es un país que se prepara para ir a la guerra, no para realizar una elección democrática".

También es lógico asegurar que habrá manifestaciones adicionales de la teoría de la guerra preventiva, pues mientras el presidente exponía al Congreso la semana pasada otra cortina de humo para satisfacer a quienes critican su falta de atención a la agenda nacional (un plan para renovar el programa de seguridad social instaurado en 1935), su flamante secretaria de Estado, Condoleezza Rice, declaraba en Londres el verdadero programa de gobierno: "en el caso de Irán -dijo con la arrogancia que le es característica- , una intervención militar no es parte de la agenda en este momento". Palabras ominosas, porque vienen de una mujer que recomendó públicamente la invasión de Irak en 1998, cuando era una simple académica de la Universidad de Stanford que asesoraba al precandidato presidencial George W. Bush.

 
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