México D.F. Martes 16 de noviembre de 2004
Para América Latina, más de lo mismo
El trato de Bush hacia el subcontinente
ha sido más bien reactivo
Economist Intelligence
Unit /The
Economist
Los latinoamericanos observaron con ansiedad la dolorosamente
cerrada contienda en las urnas estadunidenses. Encuestas aplicadas en la
región sugieren que la mayoría de ellos hubieran preferido
un cambio de curso y una victoria del senador John Kerry. Ahora que George
W. Bush ha ganado un nuevo periodo, con un mandato más fuerte que
hace cuatro años, América Latina puede esperar más
de lo mismo. Es improbable que figure de manera más prominente en
la política exterior de Washington, pues Irak continuará
dominando. Sin embargo, los latinoamericanos esperan aún que el
gobierno de Bush altere su enfoque y avance hacia una mayor consulta y
cooperación internacionales, y se aparte del unilateralismo que
lo ha caracterizado y que muchos en el continente han llegado a resentir.
Ningún candidato dedicó mucho tiempo en
los meses recientes a abordar temas de relevancia para América Latina,
ya sea en los debates o en su propaganda. Bush tal vez hizo más
por realzar sus vínculos con los hispanos de su país, como
ex gobernador de Texas y hermano del actual mandatario de Florida, Jeb
Bush.
Varios presidentes de América Latina posan
junto a George W. Bush posan con George W. Bush tras la Cumbre Extraordinaria
de las Américas, que se celebró en Monterrey, Nuevo León,
el 13 de enero de 2004 FOTO FRANCISCO OLVERA
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También
aprovechó las visitas de presidentes latinoamericanos a la Casa
Blanca para proclamar sus logros en la región. En los cuatro años
pasados su gobierno firmó un acuerdo de libre comercio con Chile
e hizo uso de la duramente ganada autoridad de promoción comercial
para negociar otro con los países centroamericanos y República
Dominicana. También está en pláticas comerciales con
algunos países andinos. Además, este año realizó
cambios de alto perfil en su política hacia Cuba, al endurecer restricciones
para los flujos de remesas y los viajes de cubano-estadunidenses a ese
país.
Cuando hablaba ante latinos de su país, Bush prometía
dedicar más atención a la región en los próximos
años. Sin embargo, tales declaraciones estaban calculadas para cortejar
a los votantes de ese origen, más que para indicar cualquier iniciativa
importante hacia América Latina.
De hecho, los tratos del gobierno de Bush con el subcontinente
han sido con frecuencia más bien reactivos (por ejemplo, a la explosión
política de este año en Haití y a las diversas crisis
financieras en la región), muy al estilo del anterior gobierno de
Bill Clinton. La agenda activa, cuando la ha habido, se ha enfocado sobre
todo al comercio y, desde el 11 de septiembre de 2001, a la guerra global
contra el terrorismo. Combatir el terrorismo no necesariamente es una prioridad
para los gobiernos latinoamericanos, algunos de los cuales están
más ansiosos por ver una mayor apertura de los mercados estadunidenses
a sus exportaciones, así como reformas a las leyes migratorias.
Pero, ¿cambiará el enfoque en los próximos cuatro
años? Probablemente no.
Mantener el curso
Para empezar, no hay un mandato político para un
cambio en la política hacia América Latina. Los estadunidenses
están preocupados por Irak, Afganistán y el terrorismo, y
en menor medida por Irán, Corea del Norte y China. América
Latina no registra como prioridad porque no representa peligro inminente,
al menos no en términos de guerra nuclear o amenaza terrorista.
Tampoco hay razón para creer que la Casa Blanca
empleará mucho capital político en promover una agenda más
ambiciosa hacia la región. Bush incluso ha titubeado en promover
iniciativas regionales que ya están en marcha. La Casa Blanca ha
retrasado la presentación del acuerdo de libre comercio con Centroamérica
para ratificación del Congreso, y no ha dado seguimiento a la promesa
de una reforma migratoria con una propuesta legislativa específica.
Aun si hubiera mandato para un cambio, no existe consenso
en cuanto a lo que tal cambio implicaría. La misma comunidad latina
estadunidense tiene aún que elaborar una estrategia alternativa
coherente para comprometer a la región. Tampoco el Congreso ha abrazado
esa causa.
Al no haber actores políticos domésticos
dispuestos o capaces de impulsar un enfoque más activo hacia América
Latina, la política regional quedará en gran medida en manos
de la burocracia del Departamento de Estado. Sin embargo, hasta un activista
secretario asistente de asuntos hemisféricos se verá limitado
en procurar una agenda ambiciosa por la falta de apoyo en la Casa Blanca
y el Capitolio. Por tanto, una atención continua y sostenida a la
región es improbable.
Políticas específicas
Otra vez, el compromiso más importante de la Casa
Blanca hacia América Latina será con Colombia. Ha prometido
seguir apoyando el financiamiento del Plan Colombia, diseñado para
combatir tanto el tráfico de drogas como las guerrillas de izquierda.
Pero más allá no hay nuevas ideas sobre cómo librar
la guerra contra las drogas en otras bases andinas de producción
o en los países de tránsito.
Para hacer frente a la pobreza y el subdesarrollo, el
gobierno de Bush ha creado la Cuenta del Desafío del Milenio para
impulsar la ayuda para el desarrollo hacia países que cumplen ciertos
criterios. Pero esa entidad todavía no alcanza sus metas de financiamiento.
Es probable que el comercio siga siendo un tema importante
en las relaciones EU-AL. Sin embargo, el gran esquema destinado a crear
una zona hemisférica de libre comercio en enero de 2005 ha perdido
fuerza, y en su lugar Washington procura pactos individuales con países
o grupos de países. Todos ellos enfrentarán cierto grado
de oposición en el Capitolio. Y el tema de los subsidios agrícolas
-la disputa más importante que bloquea las negociaciones del ALCA,
así como las pláticas globales en la Organización
Mundial de Comercio- seguirá causando fricciones.
Con respecto a Cuba, Bush continuará apoyando el
embargo comercial, y la retórica hacia el gobierno de Fidel Castro
seguirá siendo hostil. Bush podría proponer fondos adicionales
para programas orientados a precipitar y facilitar una transición
democrática en Cuba. Ha habido cierta especulación de que
el próximo gobierno de Bush también buscará restringir
la exportación de alimentos y medicinas a la isla.
¿Más estilo que sustancia?
Está por verse si el segundo gobierno de Bush cambiará
su estilo hacia los asuntos internacionales. En tanto Kerry hermanó
el multilateralismo y la ''construcción de alianzas'' como piedras
fundamentales de su plataforma, Bush en general denigró ambos conceptos.
Armado con una victoria decisiva el 2 de noviembre, probablemente se sentirá
justificado para proseguir en la misma vena. Los países latinoamericanos,
a los cuales Bush ha pedido lealtad inquebrantable, una vez más
quedarán decepcionados.
Entre tanto, en contraste con EU, la política en
América Latina parece virar hacia la izquierda. El 31 de octubre
Uruguay eligió a su primer presidente izquierdista, Tabaré
Vázquez, poniendo fin a 170 años de dominio de dos partidos
tradicionales. Vázquez se unirá a otros colegas izquierdistas
en Brasil, Argentina y Venezuela. Las organizaciones políticas populistas
y de tendencia izquierdista también ganan terreno en otros países
como Bolivia y Perú. Además, el sentimiento antiestadunidense
parece crecer en la región. Estas tendencias podrían dar
pábulo a tensiones en las relaciones EU-AL en el segundo gobierno
de Bush. Para evitarlo, Washington tendría que ser más sensible
en cuanto a aparecer abrumador y unilateralista en el futuro. No es seguro
que vaya a proceder de esa forma.
FUENTE: EIU/INFO-e
TRADUCCION DE TEXTOS: JORGE ANAYA
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