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P O L I T I C A
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México D.F. Martes 16 de noviembre de 2004

José Blanco

Sinsentido

El juego sin sentido de la formulación de la Ley de Ingresos y del Presupuesto de Egresos de la Federación se repite una vez más, anodinamente, como ocurre hace ya muchos años. Sin sentido, en su significado recto: no va a ninguna parte, no busca una dirección para el país. México carece de un proyecto de desarrollo y, por tanto, no es extraño que ese juego sea un puro extravío.

La formulación del Presupuesto de Egresos también es una verbena carroñera. El proyecto de presupuesto nace en buena parte muerto para volverse festín zopilotero en la cámara baja. El Ejecutivo cayó desde el principio en una trampa en la que resulta políticamente perdidoso en automático: la Secretaría de Hacienda ya sabe que en el juego de los intereses partidistas los diputados van a "reasignar" las partidas presupuestarias ampliando el gasto social en función de intereses clientelares o electorales. De modo que, al estilo sindicalero, prevé gastos por debajo de lo que supone decidirán nuestros ilustres representantes, que cumplen con su papel de elevarlo en alguna medida: la ampliación del gasto en salud y educación resulta de cajón. Así, los diputados se paran el cuello, y el Ejecutivo resulta el maloso pichicatero con los requerimientos de los más necesitados y con los rubros más importantes para la sociedad.

Los más necesitados y los rubros fundamentales de la salud y la educación, no obstante, quedan de todos modos agudamente insatisfechos, como está a la vista, porque los recursos son a todas luces insuficientes, y quedan muy por debajo de las expectativas de los anhelantes recipiendarios. De modo que el papel de héroes que buscan arrogarse los señores diputados queda a mil años luz de ser una realidad.

Oiga usted, por ejemplo, a los señores rectores de nuestras universidades públicas, después de operada la "salvación" de los diputados: la educación superior ha sido nueva y arbitrariamente castigada e imposibilitada de alcanzar la metas en materia de cobertura y de mejoramiento de la calidad, asunto que es pilar fundamental en el futuro del país. Oiga usted a los pocos científicos con que cuenta este país: la ciencia y la tecnología, el conocimiento en general, centro de la actividad y la organización de las sociedades del futuro, menospreciadas una vez más.

Pero los diputados decidieron que, si había un diferencial favorable al país derivado del precio del petróleo, se asignara a infraestructura en salud y educación. ƑA infraestructura? ƑEsa es la prioridad en todas las universidades, en todos los niveles educativos, en el conjunto del sistema de salud? Los diputados lo ignoran, pero toman esa decisión paladinamente. De paso: el Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa (ILCE) produjo una joya, un instrumento de alta calidad para apoyar un aprendizaje realmente significativo en los niños. Se llama Enciclomedia. Cualquier enterado que evalúe este instrumento en sus propios méritos hallará lo dicho. Pero he aquí que a Fox se le ocurrió anunciarlo con bombo y platillo. Para la oposición se convirtió ipso facto en una vacilada más del foxismo. Por tanto, los diputados ahí aplicaron la tijera más grande que tenían a la mano. Así es el subdesarrollo tercermundista.

El juego carroñero, el sinsentido ad infinutm, se repite una y otra vez, anualmente, en un torpe eterno retorno en el que el tiempo sigue devorando a millones de sus hijos en estas tierras, donde crecen, envejecen y mueren sin esperanza, mientras el parlanchín jefe del Ejecutivo hace chistes, echa chiflidos y festina un "regreso al crecimiento" de cuyo significado, origen, sentido, probable duración y efectos sociales parece ignorarlo todo.

México carece de un sistema fiscal, justo, equilibrado, racional, suficiente para el desarrollo. En lugar de ello, tenemos una "política" imprevisible acerca de la fiscalidad que le será asestada al país cada año. Mediante un acuerdo político loable, el Ejecutivo federal, el Congreso de la Unión, los gobernadores, los presidentes municipales celebraron la Convención Nacional Hacendaria, trabajando del 28 de octubre de 2003 al 17 de agosto de 2004, y entregaron a la nación sus conclusiones. Se trataba de propiciar los consensos necesarios para enfrentar los retos que el país tiene en materia hacendaria. Toda una promesa, después de más 40 años de estar hablando en México acerca de una indispensable reforma fiscal integral. Los resultados de tan magna reunión republicana fue un parto de los montes que, por otra parte, parece no tener nada que ver con la primera Ley de Ingresos (la pergeñada para 2005), que se aprueba con posterioridad al término de la convención. No es para asombrarse. Noticias por fuera de los medios nos llegaron durante el desarrollo de los trabajos de la convención: los apresuramientos infértiles, las simulaciones, estuvieron al orden del día. De ello se enteraron conocidos, allegados, amigos de los amigos, en corrillos donde en corto se hablaba de la neta. Así es el subdesarrollo tercermundista: el sinsentido perpetuo.

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