México D.F. Jueves 11 de noviembre de 2004
Parientes, amigos, intelectuales y empleados
en el último adiós al empresario librero
El mejor homenaje a Achar, continuar su legado de ética
y decencia profesional
Como Zorba el griego, compartía el deseo de vivir
muchos años para hacer cada vez más
Los restos del fundador y director de librerías
Gandhi reposan en el Panteón Jardín
ARTURO GARCIA HERNANDEZ Y ANA MONICA RODRIGUEZ
Amigos, familiares, empleados y diversos integrantes de
la comunidad intelectual -el escritor Carlos Monsiváis y la cantante
Tania Libertad, entre otros- despidieron ayer al fundador y director de
librerías Gandhi, Mauricio Achar Hamui, fallecido el martes víctima
de un infarto.
El
acto se efectuó en una capilla de la funeraria Gayosso de Félix
Cuevas, dispuesta ex profeso. Sin embargo, como el librero pertenecía
al culto judío, su cuerpo no fue llevado a dicha funeraria sino
que permaneció en una sinagoga de la ciudad, a la que sólo
tuvieron acceso los parientes más cercanos.
Desde ahí, en absoluta privacidad, sus restos fueron
trasladados al Panteón Jardín. Sólo su hijo Emilio
estuvo en Gayosso para recibir y agradecer las condolencias a nombre de
la familia.
Contó que aun cuando Mauricio Achar había
tenido problemas cardiacos hace algunos años, actualmente parecía
estar bien: ''Su muerte nos sorprendió a todos".
Emilio Achar informó que serán él
y sus hermanos quienes tomarán las riendas del negocio, en cuya
operación y proyectos, de momento, no prevén mayores cambios:
''Es un consenso que ya existía en el consejo de administración
y vamos a seguir el camino".
Aseguró que continuarán con el legado de
su padre: ''la ética y la decencia profesional" con que siempre
se manejó.
Más amigo que patrón
''Mi padre -manifestó Emilio Achar en breve entrevista-
fue un librero importante que impulsó la lectura en un país
en que se lee muy poco y el legado que deja nos toca continuarlo para impulsar
y difundir la cultura en México."
Recordó que uno de los escritores favoritos de
su padre fue Nikos Kazantzakis, autor de Zorba el griego, al que
citaba constantemente. Con este personaje compartía el deseo de
vivir mil años para que le diera tiempo de hacer todo lo que tenía
en mente.
Entre los más consternados por el fallecimiento
de Mauricio Achar, estaban varios empleados de sus librerías.
Uno de ellos, Oscar Pichardo, dijo que ''más que
un patrón era un amigo", de quien aprendió a atender al público
con amabilidad y a orientarlo, pero nunca a dejarse tratar mal. En eso
coincidió con Guillermo Gómez: ''Siempre nos aconsejaba que
no nos dejáramos pisotear por nadie".
''El consejo más fuerte que nos daba -añadió
Pichardo- era leer, leer y leer mucho para recomendarle al cliente lo que
le convenía. Leer era la clave."
Serviciales, no serviles
Jorge González lo describió como una persona
sencilla y generosa: "En especial conmigo, porque abrió una puerta
más en vida que era conocer los libros para conocerme a mí
mismo y a las demás personas".
Todos coincidieron en describir la bonhomía y talante
bromista de Mauricio Achar; su constante irreverencia y anticonvencionalismo;
''su fuerza y su inteligencia".
Gustavo Mejía también destacó una
de sus facetas como empresario: ''Me gustaba su manera de negociar, era
agresivo y malhablado. Cuando hacía un pedido de libros les decía
a los editores: 'Cómo chingaos no cabrón, le tienes que bajar.
Yo quiero dar barato, pero no puedo dar barato si tú no me das barato".
Al respecto -agregó Mejía- ''aprendí
mucho de esa forma de conseguir barato un libro para vendérselo
a bajo precio al público".
A Guillermo Gómez también le enorgullece
laborar en una industria que no perjudica a los demás y sí
promueve la lectura.
Julio resumió, casi al borde del llanto: "Es y
seguirá siendo el símbolo de librerías Gan-dhi, el
hueco que deja es muy grande, tremendo: nos dejó un ejemplo en su
manera de trabajar, en la disposición que debemos tener hacia los
clientes. Su frase era que teníamos que ser serviciales, más
no serviles".
Para recordar a Achar, en la capilla fúnebre se
colocaron fotografías y muchos arreglos florales enviados por los
amigos, empleados, editores y familiares del promotor cultural quien a
partir de este día reposa en el Panteón Jardín.
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