.. | México D.F. Sábado 9 de octubre de 2004
Las cifras de la reconstrucción, interminables,
pero incapaces de reflejar el tamaño del desastre
Riesgo de que se repita la tragedia que causó
Paulina en Acapulco
Siete años del huracán Urge reordenación
urbana, reconocen organizaciones civiles y autoridades
CIRO PEREZ SILVA /I ENVIADO
Acapulco de Juarez, Gro., 8 de octubre. Las toneladas
de piedra y basura que en menos de 10 horas, sepultaron colonias enteras
en Acapulco y que, de acuerdo con cifras oficiales, causaron la muerte
de 500 personas, corrieron el velo que escondía años de corrupción,
arreglos políticos y complicidades en todos los órdenes de
gobierno que explican el origen de la decadencia de uno de los municipios
turísticos más emblemáticos del país.
Con toda su violencia, el huracán Paulina
evidenció la indiferencia de los gobiernos estatal y federal por
mantener el desarrollo del que fue el más importante destino turístico
de México; las componendas de grupos de filiación priísta
y perredista que utilizaron "la necesidad y la pobreza" de centenares de
familias para invadir predios que contribuyeron al crecimiento anárquico
de Acapulco, y el desapego de la autoridad ante las crecientes demandas
por servicios públicos, reordenación urbana y saneamiento
de la bahía, reclamos estos últimos que con diversos matices
siguen vigentes.
Hace ya siete años de la tragedia, la mayor que
ha padecido Acapulco en su historia, y desde entonces los intentos por
sacar a este centro turístico de la postración en que lo
dejaron tanto el huracán como la aplicación de políticas
deficientes, transitaron por nuevas formas de participación social,
que en los años recientes propiciaron la alternancia en el poder
en el municipio.
Fue
hasta la madrugada del 9 de octubre de 1997, luego de años de abandono,
cuando el gobierno federal volvió los ojos hacia este puerto. Para
la reconstrucción de Acapulco, el gobierno de Ernesto Zedillo destinó
el mayor presupuesto público del que haya memoria, más de
mil 500 millones de pesos, entre aportaciones federales, estatales e inversiones
municipales se utilizaron para recuperar lo perdido, pero no bastaron para
que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) continuara en el poder,
el cual perdió dos años después; desde entonces lo
mantiene el Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Recientemente, Acapulco empezó a retomar los niveles
de ocupación hotelera y de asistencia a restaurantes y discotecas
como en su mejor época. Ha resuelto la crisis que se generó
por el reporte de contaminación en la bahía, con la construcción
de plantas tratadoras de agua, como reconocen ecologistas, organizaciones
civiles y partidos políticos de todos los signos, y busca reposicionarse
como destino turístico.
Para quienes hace siete años vieron pasar frente
a sus ojos a los centenares de muertos que arrastró hasta el mar
Paulina, las heridas más profundas, las más dolorosas,
son las de la memoria.
"Cuando llueve por la noche, la niña todavía
se despierta sobresaltada, a veces llorando. Nos llevaron con, ¿cómo
se llaman?... sicólogos, y aunque ahora estamos más tranquilos,
es algo de lo que no nos gusta hablar, no queremos pensar en eso", comenta
con angustia Hermila Baltazar Violín junto a ella, su hija de 10
años, Soraya, baja la mirada mientras se quita un par de lágrimas
que se deslizan por sus mejillas.
"Me enfermé de la tos, porque nos mojamos todos,
mis hermanitos y yo. A veces sueño bien feo, como si yo me estuviera
ahogando bajo del agua", dice bajito, sin dejar de ver el suelo. Entonces
tenía tres años y vivía en Paso Limonero, en una barranca.
Junto a la que fue su casa pasa un "arroyito" que la madrugada del 9 de
octubre de 1997 se llenó de agua y piedras "más grandes que
mi casa" que se llevó todo.
"No sabíamos ni para dónde correr", tercia
Hermila, al tiempo que toma por el brazo a su hija y la atrae hasta su
pecho, buscando consolarla. "Apenas pude agarrar a los niños", expresa
agitada y apretando contra sí la cara de Soraya. El diálogo
con ellas es breve. Al final, ambas se van de vuelta a casa, una de las
muchas que se construyeron con ayuda del tenor Plácido Domingo y
la Fundación Ford. Van de la mano, van llorando juntas la tragedia
de miles como ellas.
Las cifras de la reconstrucción son interminables,
pero incapaces de reflejar la magnitud del desastre. Se reconstruyeron
133 calles y avenidas, así como cuatro carreteras federales. Se
construyeron 195 viviendas en seis conjuntos habitacionales, se entregaron
mil pies de casa y se distribuyeron 5 millones de pesos a familias afectadas
para rehabilitar sus viviendas.
Durante la emergencia se distribuyeron 180 millones de
litros de agua, se construyeron 35 puentes urbanos y otros tantos rurales
fueron rehabilitados. Ante la falta de reserva territorial para el desarrollo
urbano, se adquirieron y expropiaron predios privados y ejidales, la administración
priísta actualizó el plan rector y el marco jurídico
urbano para elaborar el programa de desarrollo Acapulco 21.
Pero aún hoy, luego de la traumática experiencia,
miles de familias siguen viviendo junto a los cauces de los ríos,
los mismos que hace siete años arrasaron con todo lo que encontraron
a su paso. Si bien se han construido presas conocidas como gavión,
que sirven para aminorar la velocidad de las corrientes, y los canales
y cuencas se desazolvan con regularidad, el peligro frente a un fenómeno
natural como Paulina sigue latente.
Francisco Romero es taxista. Ha vivido en la avenida Puerto
Nuevo 33 los pasados 22 años. Se trata de la primera casa de la
calle, justo al lado de uno de los ríos por los que pasaron cuerpos
desmembrados, camiones, animales, toneladas de piedra, arena y basura que
sepultaron su vivienda y otras muchas, cuyos habitantes vieron "el fin
del mundo", donde la gente "quedó viva de pura casualidad", sin
embargo, no tiene planes "ni posibilidades económicas" de cambiar
de domicilio, "como la mayoría de las personas que vivimos en las
colonias marginadas".
Como muchos acapulqueños asentados en las faldas
de los cerros circundantes, Francisco Romero vive diariamente dos realidades.
La de quien sale a la puerta de su casa y es obsequiado con una vista de
la bahía que se compone del azul intenso del mar y todos los colores
imaginables que dieron a Acapulco la fama de paraíso turístico,
mientras viven en medio de las mayores carencias.
De acuerdo con el urbanista Javier G. Morales, quien se
encargó de la reconstrucción del puerto durante la administración
del priísta Manuel Añorve Baños, es urgente una reordenación
urbana de Acapulco, visión con la que coinciden organizaciones civiles
y el actual alcalde, Alberto López Rosas, del PRD, quien ha iniciado
la adquisición de predios para una nueva reserva territorial que
permita un crecimiento más ordenado de la ciudad.
Parte de la historia de Acapulco es la de los asentamientos
irregulares, que siguen proliferando, como sucedió durante el gobierno
de José Francisco Ruiz Massieu -reconocen versiones oficiales y
de la oposición-, en aras de mantener una estabilidad política
en la entidad. Los hay incluso que no reconocen más ley que la propia,
como la colonia bautizada como Leonardo Rodríguez Alcaine, liderada
por priístas que impiden incluso el acceso a la policía,
u otros asentamientos ocupados por simpatizantes del gobernante PRD.
Pero la invasión de tierras no sólo involucra
a precaristas, sino a dependencias federales que, ante la indefinición
jurídica, se apropiaron de grandes extensiones en parques nacionales,
como El Veladero.
Junto a esta realidad, en los pasados cinco años
las administraciones perredistas se han ocupado de atender las demandas
por servicios públicos, como el de la basura, concesionado a una
empresa poblana que lo mismo fue contratada por el municipio panista de
Mérida que por otro gobernado por el PRI en Nuevo León. El
resultado es evidente. La zona hotelera está limpia y cada vez más
el resto de las colonias de Acapulco.
Han construido pasos elevados, rehabilitado banquetas,
pavimentado con concreto de alta resistencia más de 250 calles,
además de que se creó la Procuraduría de la Inversión,
que se ocupa de verificar que no se extorsione al capital privado, lo que
ha generado en los pasados 24 meses 28 mil nuevos empleos, en un proceso
que busca renovar el rostro de este puerto.
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