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México D.F. Sábado 18 de septiembre de 2004

Gonzalo Martínez Corbalá

En el mes de la patria

Muy probablemente, en el momento mismo en el que el Presidente la República estaba saliendo al balcón de Palacio Nacional para iniciar el Grito de la Independencia que es una gran tradición que muchos mexicanos tenemos inclusive de dar en nuestras propias casas, en la intimidad familiar, estuvo pensando por un momento, en los instantes en los que estaba ya por salir al frente de la multitud de mexicanos que estaban deseosos de escuchar la voz del Presidente gritar el šviva México!, šviva México!, šviva México!, en que unos días antes hubo algunos empresarios y otros políticos de muy diversos ámbitos que también habían dicho en voz alta sus reclamos para satisfacer sus propios intereses de grupo, o de partido, o lisa y llanamente personales, pero seguramente en esos momentos estaba seguro y tenía buenas razones para ello, de que la multitud que estaba afuera de la plaza del Zócalo iba a escuchar lo que quería, porque eso era lo que él iba a decir en el Grito, y ellos, todos, lo iban a vitorear y a posponer las otras querellas que pudieran haber tenido pendientes. Allí se abrió el compás de espera, la tregua que el propio Presidente había pedido unos días antes en otra ceremonia.

De entre las muchas voces que se escucharon en días pasados planteando problemas de orden nacional, se puede recordar, por ejemplo, la de Carlos Slim, prominente empresario, que apremió a los partidos políticos a terminar sus pugnas (La Jornada, 13 de agosto) el mismo día que Juan Ramón de la Fuente, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, señalaba que México carece de una política de Estado. Slim pidió que recuperemos el milagro mexicano, mientras que De la Fuente demandó sacar al país de la coyuntura y la inmediatez, y afirmó que la política y la sociedad deben rencontrarse.

Luego, en una fecha que tiene un doble simbolismo, el 11 de septiembre -el de Chile, en 1973, del golpe de Estado contra Salvador Allende, y el de Nueva York, donde en este año se conmemoró el tercer aniversario del ataque terrorista a las Torres Gemelas- en la clausura del encuentro nacional de empresarios, José Antonio Fernández, presidente de FEMSA y Alberto Núñez Esteva, presidente de la Coparmex, condenaron la falta de resultados del gobierno, criticaron la carrera de encuestas que buscan la popularidad estéril (al que le venga el saco que se lo ponga) y pidieron que los gobernantes asuman costos políticos para rendir cuentas y evitar la "venezolización (sic) de México", (Reforma, 11 de septiembre).

También los empresarios de Monterrey, durante la visita del presidente Fox a esa ciudad del norte, echaron su cuarto a espadas y le pidieron más enjundia en sus actos de gobierno -como cuando era candidato, le dijeron- y también, en términos generales, en el mismo sentido que los de la Coparmex, pidieron más resultados en los actos de gobierno.

El Presidente de la República ha venido convocando a todos los mexicanos, de los diversos sectores y de los partidos políticos actuantes en el país, a que participen coordinadamente con el Ejecutivo y muy frecuentemente, incluso, se trata de responsabilizar a las cámaras del Congreso. Muy especialmente a la de Diputados, de la inmovilidad que se da en ciertas áreas de gobierno, por no poder sacar adelante las reformas fiscal y energética, acerca de las cuales los partidos políticos mayores no están de acuerdo, y no parece que lo estarán, desde luego en este periodo de sesiones que se inició el primero de este mes con el Informe presidencial, en el que el jefe del Ejecutivo convocó a una tregua, más duradera y consistente, desde luego, que la que se abrió en estos días patrios en los que la mayoría de los mexicanos están pensando en festejarlos, o en aprovechar el puente del 15 y el 16 para darse un descanso al tráfago en el Periférico, o en las otras vialidades del Distrito Federal, más que en los graves problemas nacionales que no solamente preocupan a los empresarios importantes, dirigentes sindicales, y los presidentes y dirigentes de las fracciones parlamentarias de las dos cámaras y de los partidos políticos, sino también a todos los mexicanos en general.

Hay un problema de fondo, de carácter estructural, que no parecen estar tomando en cuenta los protagonistas de este gran problema nacional, sobre todo de parte de algunos secretarios de Estado -que serían más propiamente llamados de gobierno, y que forman parte del Poder Ejecutivo, que es uno de los tres poderes del Estado-, que inclusive ofrecen tender la mano a todas las partes que están configurando una situación conflictiva, como si esto fuera una concesión de entrada para iniciar el diálogo, siendo que esta es precisamente su función, y su responsabilidad, sobre todo la del secretario de Gobernación. Conciliar intereses, aquí sí políticos por la naturaleza misma de su función, es precisamente lo que se espera que sea el centro de la atención y de la actividad de Santiago Creel, y de alguna manera constituirse en una de las partes en conflicto, tomando una actitud beligerante que es contraria a lo que debe ser su quehacer institucional.

Desde luego que es impostergable ya -debió serlo mucho antes- llevar a cabo un diálogo de verdad y no pidiéndole a las partes, como dice el dicho estadunidense mal traducido al español: "sé razonable, hazlo a mi manera", y a partir de allí iniciar el diálogo, para lo que es necesario establecer antes la tregua tan traída y llevada, con todos los protagonistas, lo cual quiere decir, con todos los dirigentes del país, que manejen fuerzas políticas reales y no medidas por las encuestas sino simplemente abriendo los ojos y los oídos a los clamores de la gente que ha estado saliendo a la calle a decir su verdad y a pedir justicia, y muy principalmente a los críticos que se expresan todos los días en los medios. No hay que olvidar a Maquiavelo cuando dice que los príncipes están rodeados de aduladores que abundan en todas las cortes, y que la mejor manera que tienen para deshacerse de ellos, es mostrar que la verdad no les ofende.

Hagamos votos porque se mantenga vivo hasta el próximo septiembre, el espíritu del grito: šque viva México!, šque viva México!, šque viva México!

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