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P O L I T I C A
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México D.F. Sábado 28 de agosto de 2004

DESFILADERO

Jaime Avilés

Mañana: la hora de la verdad

Todos a la marcha con López Obrador

EL TEMA DE hoy, por supuesto, es el de la gran marcha que mañana atravesará la ciudad de México para detener el golpe de Estado en contra de Andrés Manuel López Obrador, para salvar la legalidad de las instituciones y de los procesos electorales democráticos y para derrotar pacíficamente a la dictadura de la extrema derecha panista, priísta y a fin de cuentas salinista, que pretende quedarse en el poder seis años más. Pero nadie...

Sí, nadie, por tonto que sea, puede soslayar la importancia histórica del intenso y extenso laboratorio social que el EZLN está desarrollando en los municipios autónomos de Chiapas, como nos lo han recordado en estos días los más recientes comunicados de Marcos. Allí, en los informes de trabajo de las Juntas de Buen Gobierno, están materializadas concretamente las ideas sobre el futuro del mundo que van a marcar el debate y la práctica social de los próximos 50 años, hasta que se consolide un nuevo orden en este planeta que se cree el ombligo del universo.

En la guerra contra el hambre, la desnutrición crónica, las enfermedades curables y no obstante asesinas, la falta de escuelas, la productividad siempre pospuesta, las injusticias estructurales, el desprecio cultural y el olvido en que el racismo criollo intentó ahogar la existencia de los habitantes más antiguos de lo que ahora es este país, los zapatistas han puesto manos a la obra y han comprendido que si no se salvan ellos nadie los salvará.

Es la suya, sin cortapisas, una apuesta por la construcción de poderes locales que responde a una realidad incontestable: la muerte de los estados nacionales -entendiendo por Estado la suma clásica de población, gobierno y territorio-, hoy sometidos a la fuerza de los poderes globales que funcionan en beneficio de una minoría de la humanidad.

Frutos amargos de tal circunstancia han sido los últimos cuatro gobiernos federales de México, simples ejecutores de políticas y "cambios" que sólo responden a los intereses egoístas de las grandes empresas que deciden el destino de nuestras vidas sin que nadie las haya elegido para eso. A este propósito, el poder básicamente represivo de los estados nacionales -lo que de ellos queda son los ejércitos, las policías, los jueces y los medios de comunicación electrónica- sirve única y nada más como instrumento de control político e ideológico y como gran obstáculo para la construcción de consensos y procesos transformadores. Dicho en pocas palabras, los estados nacionales, sobre todo en las regiones empobrecidas del planeta, son meras ruinas, vestigios arqueológicos de un orden mundial que ya no existe.

La destrucción del Estado nacional mexicano es palpable: su "gobierno" está en manos de un grupo de empresarios rústicos al servicio de las grandes empresas sin patria; su población vive en condiciones alarmantes de deterioro, desprotección y desesperanza, y su territorio, las riquezas naturales del subsuelo y la propia jurisdicción soberana del país, están pasando de manera subrepticia a las manos de propietarios extranjeros. Estos tres factores se combinan para acelerar la desintegración de México. Quienes defendemos a López Obrador también estamos resistiendo en contra de esta fatalidad pero, debemos saberlo, tenemos todo en contra, estamos remando hacia la parte alta del río, y los vientos de la historia, esta vez, no soplan a nuestro favor. Por eso tenemos que detenernos a mirar de nuevo el profundo laboratorio social de Chiapas.

Los zapatistas se levantaron en armas para acabar con el sistema político autoritario, pero pronto descubrieron que la decadencia y descomposición de éste tenía su origen en la fractura del pacto social de 1917. En consecuencia, a través de la Convención Nacional Democrática (agosto de 1994), convocaron a una asamblea constituyente de carácter popular. Fue un acto simbólico que no fue valorado en su momento, pero dejó huella al menos entre quienes somos amigos y alumnos de la historia. Después lucharon por establecer acuerdos con el gobierno, para que éstos dieran paso a la reforma del Estado (en ruinas). Y cuando el Congreso de la Unión les dio la espalda, rechazando la vía del rencuentro entre los pueblos indios y el resto de la población, aceptaron en silencio que no les quedaba sino rascarse con sus propias uñas. Y eso es lo que están haciendo: gobernando, como recomendaba Platón (según Luciano de Samosata) "en su propia isla y con sus propias leyes", al margen de las disputas políticas nacionales por el control y la reproducción del poder.

ƑCuántos zócalos llenaremos?


El PRD ha tomado por su cuenta y riesgo la organización de la marcha de mañana. Datos publicados ayer dicen que ese partido traerá 900 autobuses del interior del país, lo que multiplicado por 40 butacas da un estimado de 36 mil personas (12 mil de las cuales vendrán de Tabasco). Estos contingentes no llenarán siquiera la mitad del Zócalo. A esto agréguese la participación de los perredistas organizados en el Distrito Federal, capaces de colmar la Plaza de la Constitución por sí mismos, como lo hicieron el 14 de marzo. Con ellos y con los visitantes de los estados se puede garantizar de antemano una concurrencia de un Zócalo y un tercio, es decir, mucho menos de lo que se necesita para que el acto, de por sí, sea todo un éxito.

Tales son los cálculos de la dirección nacional perredista: lo más que pueden ofrecer a la causa. Por eso están hablando de que no aspiran a competir, en términos de aforo, con "ninguna marcha reciente", en obvia alusión a la del 27 de junio, que reunió a 250 mil personas, 300 mil a lo más, aunque sus organizadores hayan hablado en un principio de 2 millones, para bajarle luego a millón y medio, y recortar la cifra, en su último mensaje publicitario, a 600 mil.

Para que después nadie le reclame, el PRD garantiza que mañana pondrá en el Zócalo a 200 mil partidarios organizados, lo que no es poca cosa pero está muy lejos de reflejar la indignación y la preocupación que se extiende por todo el país. Por eso, el triunfo o el fracaso de la marcha dependerá sobre todo de usted, y de todos aquellos que como usted saben que la hora de la verdad ha llegado. Es el momento de convertir en realidad nuestros pensamientos, de mostrar en la calle nuestra disposición a detener la monstruosa injusticia, de hacer visible nuestra muy proclamada entrega a una lucha en la que nos va de por medio todo, empezando por el futuro inmediato.

Si usted, cuando escribía a esta página manifestando su apoyo a López Obrador, dijo que a pesar de vivir lejos, de estar enfermo o de ser muy pobre asistiría a cualquier forma de repudio al golpe de Estado foxista, ahora tiene la oportunidad de ponerse a la altura de usted mismo cumpliendo su palabra. No traicione su compromiso personal con usted mismo. Haga su pancarta, hable con sus amigos y vecinos, forme su propio contingente, versifique sus propias consignas. Si por cada perredista organizado no marchamos dos representantes de la sociedad civil sin partido, preparémonos para enfrentar las peores consecuencias.

Vicente Fox está dispuesto a destruir el sistema electoral a cualquier precio, con tal de conservar la impunidad para él, para su esposa, para sus hermanos, para sus amigos y para todos los que en torno de él están robando a manos llenas. Ya lo ha dicho y reiterado en todos los tonos: el desafuero va, pase lo que pase. Pero el ranchero de Guanajuato, que nada entiende de política e ignora y desconoce la historia, habla en nombre de una minoría que tiembla de espanto al imaginarse un gobierno conducido por López Obrador bajo el cual perdería sus privilegios y tendría que saldar sus deudas con la justicia.

Sé muy bien que es ya un poco tarde para estas arengas y admoniciones, porque la gente de a pie, como usted, como yo, como todos los nadie que somos nosotros, ha entendido muy bien cuál es su papel en este acto de la obra: es el momento de salir a la calle con todo y con todos. Y nadie faltará a la cita.

Sin embargo, a pesar de su trascendencia, la marcha de mañana es apenas el principio de una etapa nueva en la política nacional. Si logramos demostrarnos a nosotros mismos de qué somos capaces, nadie nos detendrá. A fin de cuentas, si algo nos hermana en estos momentos con los zapatistas, es la urgencia de luchar por el poder local depositado en la persona de nuestro jefe de Gobierno. Estamos defendiendo la soberanía de la ciudad de México que reside en su pueblo, en sus habitantes, en sus ciudadanos y son éstos a quienes les corresponde sostener o modificar a sus autoridades. Pero si no logramos llenar dos zócalos con nuestra propia fuerza espontánea -aparte del que inunde el PRD-, el domingo por la tarde, y de allí en adelante, estaremos metidos en serios problemas y el reloj de la dictadura comenzará a correr en contra nuestra.

Abre el foro del Plan


Hoy, después de varias semanas de prueba, abre sus puertas al gran público el portal electrónico del Plan de los 3 Puntos, que estrenará simultáneamente un sitio de chat llamado "Los 3 Huastecos". En ese lugar usted podrá entrar en contacto con muchas otras personas preocupadas por el desafuero de López Obrador. La idea es que allí se reconozcan e identifiquen habitantes de un mismo barrio, de una misma ciudad, de una misma región o de un mismo estado, para que procedan a organizarse territorialmente, así como a coordinarse a través de foros locales.

Desfiladero invita a todos sus lectores a comunicarse con la siguiente dirección cibernética:

http://www.plandelos3puntos.org.

Hoy por la tarde, bajo los portales del Antiguo Palacio del Ayuntamiento, se realizará la segunda asamblea de los miembros de esta plataforma para discutir tareas de última hora relacionadas con la marcha. Y el domingo, todos los grupos sin partido, como el Comité Ciudadano Coyoacanense, Proyecto Esperanza, No al desafuero, Niza 66 y el Plan de los 3 Puntos, desde luego, se reunirán a las nueve de la mañana frente a los leones de Chapultepec.

Si usted quiere decirle a Mariano Azuela, presidente de la Suprema Corte, que desaprueba la maniobra golpista de Fox y que el máximo tribunal del país debe frenarla porque si no el riesgo de un estallido social será enorme, escriba una carta de su puño y letra, llévela a la marcha y cuando llegue al Zócalo entréguela a la oficina número 18, a cargo de César Cravioto, en la sede del Gobierno del Distrito Federal.

Es innecesario repetirlo: ha sonado la hora de la verdad y cada quien, sin duda, estará mañana en la calle para honrar sus responsabilidades. šMuera el salinismo! šViva la República Mexicana!

[email protected] y http://www.plandelos3puntos.org

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