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P O L I T I C A
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México D.F. Lunes 9 de agosto de 2004

Armando Labra M.

Democracia, Ƒtiene que ser así?

La semana pasada se presentó en la UNAM el informe del Programa de las Naciones para el Desarrollo (PNUD), titulado La democracia en América Latina, hacia una democracia de ciudadanos y ciudadanas. Sería prolijo comentar aquí lo que expuso un elenco de lujo: el rector De la Fuente, el embajador Jorge Eduardo Navarrete, Jacqueline Peschard, Carlos Monsiváis y Rolando Cordera, pero el hilo conductor de los argumentos presentados fue la insatisfacción respecto a los logros de la democracia mexicana.

Con ello se corrobora la parte del estudio del PNUD que recoge una encuesta sobre las percepciones ciudadanas en la cual resulta clara la escasísima vocación democrática de los latinoamericanos: 58 por ciento está de acuerdo en que los presidentes actúen por encima de la ley, 56.3 por ciento prefiere el desarrollo económico al democrático, 54.7 por ciento apoyaría una dictadura si resuelve los problemas económicos, 43.9 por ciento tiene la certeza de que la democracia no resuelve los problemas nacionales, 40 por ciento cree en la democracia sin partidos políticos. En proporciones mayores a 25 por ciento creen prescindible a la democracia, aplauden que los presidentes abusen de la fuerza, controlen los medios y operen al margen de congresos y partidos, etcétera.

Es comprensible que en una región pobre del planeta -y Latinoamérica lo es y en extremo, sobre todo si hablamos de desigualdades entre ricos y pobres- haya preferencias por resolver lo económico antes que la democracia. Pero para arribar a una democracia social y justiciera, Ƒacaso será necesario transitar, otra vez, por el autoritarismo que ya habíamos creído dejar atrás? ƑTiene que ser así, de aquimichú?

En nuestro caso la pregunta es doblemente válida. Después de una revolución social y, quiérase que no, decenios de avance democrático expresado en instituciones y también en compromisos pendientes, pero que se manifestaron -al menos hasta el año 2000- en la construcción de marcos sólidos para los procesos electorales federales, ahora nos asomamos a nuestro propio país para contemplar azorados una franca devastación antidemocrática. ƑTiene que ser así, derruyendo a cambio de nada?

No se trata del precio de la democracia, sino del retroceso democrático, de la retrocracia, de ir hacia atrás. O Ƒcómo se puede llamar el patético proceso electoral en Oaxaca? ƑO la imposición de soluciones controvertibles en el caso del IMSS, abortando las negociaciones en curso, violentando la Constitución? ƑCómo cree el gobierno que aquilatamos los mexicanos el hecho que por primera vez en la historia reciente los senadores deban reunirse sólo por virtud de la protección policial? ƑY que perduren las impunidades, los peculados, los crímenes políticos no resueltos, el entreguismo energético, las privatizaciones dogmáticas, corruptas y, desde luego, el lacayismo económico respecto al exterior?

No, no se trata de sacrificios que reclame el avance democrático, sino de un franco retroceder político, antipopular y reaccionario. Un neoporfirismo y sus neocientíficos, pero sin talento ni capacidad ni conocimientos.

La democracia no es panacea y nadie ha dicho que se dé sin sacrificio ni marchas atrás o sin muertos. También por ello los ciudadanos latinoamericanos que prefieren la democracia sobre cualquier otro sistema no llegan en ningún caso a más de 48 por ciento del total. El 52 por ciento no está casado con la democracia y no podrá estarlo mientras tal sistema muestre como resultados la incompetencia económica, la ineptitud política y la acción pública antisocial.

No hay que olvidar la prácticamente nula experiencia democrática en nuestros países a lo largo de los 3 mil años más recientes. Y es que 80 por ciento de los latinoamericanos saben que el poder fáctico de grupos económicos y financieros somete a los poderes constitucionales y 64 por ciento sabe que el sistema no funciona y las promesas de campaña no se cumplen porque los gobernantes deben mentir para obtener el voto. Y en el caso mexicano deben además competir mediáticamente, no en contacto vivo con la sociedad y, al mismo tiempo, pagar y obedecer a los medios televisivos, como bien dice Carlos Monsiváis.

Es cierto que una cosa es la democracia y otra sus protagonistas; sin embargo, en la realidad política ambos son inseparables. Son los protagonistas quienes moldean la naturaleza de la democracia específica y, si la obra está en manos de artilleros, artesanos o artistas, el resultado será totalmente diferente. ƑQuiénes han moldeado nuestro proyecto democrático? Si lo que estamos padeciendo es resultado de un proyecto deliberado, independientemente del autor, dudo que la mayoría lo acepte. ƑTiene que ser así, una democracia de minorías ultraprivilegiadas?

Ciertamente el sendero de la democracia no tiene que ser así, pero lo está siendo y en consecuencia vivimos una auténtica desnaturalización de lo que vagamente entendemos como una democracia social donde las mayorías participen organizadamente en los esfuerzos, pero también en los beneficios de desarrollo. Democracia que no se agote en las urnas, sino que abarque la economía, la política, la cultura y la sociedad enteras, todos los días. Para ser democracia, tiene que ser así o no lo es. Ni modo. De todos nosotros depende, pero, por lo visto, poco hacemos para lograrla.

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