México D.F. Domingo 4 de julio de 2004
Los fines de semana y en las madrugadas aumenta
la desidia del personal
En las agencias del MP se hace eterna la espera para
presentar una denuncia
AGUSTIN SALGADO
Los minutos parecen eternos en las agencias del Ministerio
Público (MP). La desidia de los burócratas tras las barandillas
lindan en el cinismo. Los acuerdos extrajudiciales entre agraviados, victimarios
y cuerpos policiacos son la norma.
Si
es fin de semana, sobre todo en la madrugada, el problema se agrava. Hay
agencias donde el responsable se ausenta con el pretexto de realizar "inspecciones
oculares". La cultura de la denuncia, que en fechas recientes forma parte
del discurso de autoridades federales y locales, tiene su principal obstáculo
en el letargo que caracteriza a la primera instancia judicial con la que
tiene que enfrentarse el ciudadano.
Alrededor de las 11:30 de la noche, en el Eje 3 Oriente,
una pareja de jóvenes sorprendidos por policías preventivos
besándose dentro de su automóvil, discute con los uniformados
a unos metros de la tercera coordinación territorial de Coyoacán.
Más tarde explican que tuvieron que extorsionar a los policías
para evitar ser presentados ante el juzgado cívico. Luego de una
negociación de 15 minutos, les permitieron retirarse, a cambio
de 240 pesos.
Ella, de no más de 18 años, prefiere subirse
al automóvil sin decir nada. El, resignado, argumenta que lo único
que hicieron fue darse un beso mientras esperaban a unos amigos, en el
estacionamiento del Parque de los Coyotes. "Pasó la patrulla, nos
lanzaron las luces y nos sorprendieron en un picorete. No nos quedó
otra opción que darles la lana que traíamos". Cuestionado
sobre el número de la patrulla, dice que en un momento así
"en lo que menos te fijas es en eso, y lo que único que buscas es
evitar a toda costa "ser llevado a la delegación".
Madrugada de sábado
Ya son los primeros minutos del sábado. En la calle
Prolongación Uxmal, a un costado de la explanada de la delegación
Benito Juárez, hay decenas de automóviles chocados y algunas
patrullas de la Policía Judicial y de la Secretaría de Seguridad
Pública del DF. Alrededor de las dos de la madrugada, unas 15 personas
se encuentran en la agencia 31 del Ministerio Público. Detrás
de las barandillas, algunos empleados aprovechan el tiempo para comer.
Enfrente, el público espera pacientemente a ser llamado por "los
secretarios" para levantar su denuncia.
Un cuarto de hora más tarde, dos hombres -después
dijeron ser miembros de la Asamblea de Barrios- acompañados por
dos mujeres jóvenes, preguntaron por una detenida. El servidor público
que los atendió les indicó que la información sobre
las personas aprehendidas se proporcionaba en la planta baja del edificio.
"Caminen por el pasillo, al final van a ver una escalera que da al estacionamiento,
bajan y del lado derecho hay un acceso que da a una puerta verde; ahí
los atienden", indicó, mientras señalaba con la mano derecha
el rumbo a tomar.
Finalmente, después de una búsqueda que,
aseguraron, comenzó a las 10 de la mañana del viernes, las
jóvenes localizaron a su mamá, la cual fue detenida por policías
judiciales en calles de la delegación Venustiano Carranza, debido
a que pesaba sobre ella una orden de aprehensión girada en el estado
de Campeche. "Recorrimos varias agencias y no la encontrábamos;
hablamos a la procuraduría y nos dijeron que ya la habían
trasladado", dijo la mayor, que logró ingresar a los separos.
El calvario de la espera
Alrededor de las tres de la madrugada, en la séptima
agencia del Ministerio Público, ubicada a un costado de la sede
delegacional de Cuauhtémoc, son presentados sexoservidores y sexoservidoras
que laboran en la zona de Insurgentes. Madrotas y padrotes
acuden al llamado de sus empleados. Bastan 10 minutos en el lugar para
percibir que no es la primera ocasión que autoridades y detenidos
coinciden. "Esto es siempre, ha habido semanas que me paso más tiempo
acá que en la calle", explica una detenida. En un rincón
un hombre duerme sobre el suelo, ajeno al paso de la gente que pasa a unos
centímetros.
Una
mujer de unos 50 años se queja: "¿el trato que recibimos?
Es de lo mejor, no más véanos: queremos levantar una
denuncia por robo y ya tenemos varias horas aquí".
Son cerca de las cuatro de la madrugada. En la Plaza del
Estudiante dormitan los indigentes. Cada vez que pasa un automóvil
o perciben que alguien atraviesa a pie por el lugar se despabilan e inclusive
alguno se llega a levantar. La puerta de la agencia primera del MP está
abierta. En el interior no se observa a nadie. Después de un "buenas
noches", una mujer que se encuentra literalmente escondida detrás
de un monitor de computadora, de espaldas a la puerta, responde con un
"pase por favor". Por primera vez es posible trasponer la barandilla. La
mujer, que prefiere omitir su nombre, explica que trabaja como oficial
secretaria del MP.
El lugar es compartido con una agencia del MP federal,
donde la situación es similar. Se le pregunta por el agente del
Ministerio Público que, de acuerdo con un organigrama que se expone
en una pared se llama Jesús Parissi Palacios, y responde: "no se
encuentra, está realizando una inspección ocular".
Se le cuestiona que policías preventivos de la
zona señalan que en esta agencia nunca se encuentra el médico
legista, y argumenta que sí hay, "pero por la hora que es, ya se
retiraron a sus casas". Explica que en las agencias del MP "se trabaja
24 por 48 horas; es decir, mi turno empezó a las ocho de la mañana
de ayer y termina dentro tres horas y cuarto", explica cuando faltan 15
minutos para las cinco de la madrugada.
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