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México D.F. Viernes 28 de mayo de 2004

Presentó Postango e hizo con el teclado lo que le dio su soberana y talentosa gana

Temible y amorosa lucha cuerpo a cuerpo de Gandini con el piano

El programa incluyó el estreno mundial de la pieza El Hábito, acompañada del vibráfono

La cantante Neli Saporiti redondeó la noche en ese territorio libre, en Coyoacán

ARTURO GARCIA HERNANDEZ

Esas manos que caen sobre el teclado, enérgicas, ágiles, precisas, no parecen las de un hombre de 67 años que en enero de 2003 sufrió una embolia cerebral.

La proeza sólo resulta explicable porque se trata del argentino Gerardo Gandini, cuyo nombre figura en la selecta nómina de los músicos contemporáneos más relevantes del mundo.

Con toda razón Jesusa Rodríguez califica de histórica esta noche de miércoles cuando anuncia la presentación del pianista y compositor en el teatro bar El Hábito. Postangos es el recital programado para la ocasión.

Mejor conocido y reconocido como compositor en el ámbito de la música de concierto, Gandini fue discípulo de Alberto Ginastera, otra figura clave de la música argentina, y toda su formación ha sido clásica. Es autor de aproximadamente 120 obras y de la ópera La Ciudad Ausente.

Se encuentra en México como parte del jurado del primer Premio Iberoamericano Rodolfo Halffter de Composición.

Aunque alcanzó notoriedad como integrante del sexteto de Astor Piazzolla, a finales de los años 80, sus méritos son anteriores a esa etapa y están por encima de la efímera celebridad mediática (nada qué ver con famas de oropel tipo Richard Clayderman o Yanni).

Lo sabe la cofradía de músicos (el compositor Mario Lavista, entre otros) y melómanos que han acudido al recinto de Coyoacán para escuchar sus muy personales aproximaciones al tango. Esta noche, más de uno se sorprende con su originalidad y virtuosismo como intérprete de música popular.

De la mano de Piazzolla

Gandini sube al escenario con paso torpe e inseguro, evidencia de las secuelas dejadas por la embolia. Ante el piano, se encorva como a punto de zambullirse en el teclado, su fragilidad se esfuma y de súbito emerge un ser formidable en amorosa lucha cuerpo a cuerpo con el instrumento.

Entonces, empieza a hacer sobre el teclado todo lo que le da su soberana y talentosa gana. Las cuatro primeras piezas son variaciones o improvisaciones sobre tangos de Carlos Gardel. El día que me quieras y Por una cabeza, entre otras.

Y pensar que Gandini -según dijo en una entrevista- detestaba el tango. Por una ''simple" razón: ''A mi padre le gustaba (...) El escuchaba el Glostora Tango Club y yo escuhaba esa música con odio. Descubrí el tango con Piazzolla."

En El Hábito, el pianista explica que el recital se llama Postango, no porque represente un después o un más allá del género. Le llama así porque es lo que toca después de aquel ''año loco" en que aprendió y estuvo tocando tango con Piazzolla por todo el mundo: ''Cuando eso terminó, se me ocurrió seguir en este asunto". Postango.

El programa también incluye temas como Malena y La cumparsita. Y la audiencia atestigua el estreno mundial de la pieza El Hábito, que el pianista ejecuta con la complicidad, en el vibráfono, de Ricardo Gallardo, director del grupo mexicano de percusiones Tambuco.

Conforman una hermosa locura los sonidos que brotan del piano de Gandini, en los que la clave es improvisación. Con el prodigioso ir y venir de sus manos sobre el teclado, se suceden escalas en inesperadas asociaciones sonoras; como en el jazz (aunque el músico argentino se resiste a asociar su música con este género), las líneas melódicas se desarticulan y fragmentan, a veces frenéticas, a veces pausadas.

Y hay pasajes en los que de plano la parte central de la improvisación está elaborada con sugerentes silencios apuntalados aquí y allá por uno que otro acorde e inclusive por una sola nota.

Hombre, piano, penumbra, luces tenues, humo de cigarrillos. La postal es propicia para un dèja vu con referencias cinematográficas.

Imagen clásica del músico genial

Viene a cuento la descripción de Gandini que hace la escritora Margo Glantz en una crónica publicada en La Jornada el año pasado, a propósito de un viaje a Buenos Aires:

''Aparece ante los ojos aquella imagen y sus manos son perfectas cuando toca una composición inspirada en temas de Gardel: es genial, viejo, pequeño, calvo, sobre la cabeza unos cuantos pelos que se encrespan, las venas de la frente se le saltan, se conmueve, retuerce la boca, cierra los ojos, las aletas de la nariz se hinchan, en suma, la imagen clásica del músico genial".

La noche en El Hábito se redondea con la participación de Neli Saporiti, quien como buena intérprete sabe que al tango, para que lo sea, se le vive y se le sufre mientras se le canta.

Soledad, Los mareados, La nube forman parte del repertorio interpretado por Saporiti.

Al final las anfitrionas, Jesusa Rodríguez y Liliana Felipe, agradecen emocionadas el regalo que Gandini y Saporiti ''le han hecho a esta casa".

Gandini se muestra contento y agradecido. Desciende del escenario con paso torpe e inseguro y hace escala en la barra. Güisqui en mano, departe con algunos de los amigos que fueron a verlo.

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