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E D I T O R I A L
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México D.F. Domingo 23 de mayo de 2004

 


AL RESCATE DEL MAIZ

SOL CORNISA 1El dato dado a conocer ayer por el especialista Alejandro Espinosa Calderón en un encuentro sobre el futuro del campo mexicano, consistente en que el precio de la semilla de maíz en nuestro país es el más alto del mundo, siete dólares por kilo, en promedio, mientras que en Estados Unidos y otros países desarrollados no supera los tres dólares, resulta preocupante y, sobre todo, aberrante siendo México cuna y productor del cultivo milenario. El genetista advirtió, además, que aún se está lejos de poder garantizar la diversidad genética del maíz debido al bajo porcentaje de hectáreas en las que se siembran variedades mejoradas. La causa principal de este alarmante panorama es la acción de las grandes trasnacionales de la agroindustria, para las cuales la venta de semillas se ha convertido en un "excelente negocio", ya que son ellas quienes controlan el mercado mundial de alimentos. El propósito de estas empresas, a decir del especialista, es "vender grandes cantidades de semilla para distribuirlas en regiones totalmente distintas, destruyendo la herencia genética del maíz", herencia que es también cultural y parte sustancial de la identidad de toda una nación.

Por su parte, indígenas de Chiapas que participaron ayer mismo en el quinto encuentro del maíz maya-zoque, celebrado en San Cristóbal de Las Casas, anunciaron los acuerdos que han tomado para proteger ese cultivo y, con ello, garantizar la seguridad alimentaria del país que hoy día está amenazada. El principal acuerdo es "cerrarle el paso a las semillas transgénicas" y renunciar al uso de abonos químicos y herbicidas con la práctica de técnicas tradicionales de siembra, a fin de no seguir gastando dinero en esos productos que constituyen parte sustancial del negocio de las empresas trasnacionales. El principal objetivo de los campesinos chiapanecos, compartido por los pequeños y medianos productores en otras regiones del país, es la conservación del maíz criollo, propósito que va más allá del universo agrícola por la importancia que entraña para la defensa de una cultura e incluso para la soberanía nacional.

Lo que está ocurriendo con esta semilla se inscribe en el proyecto de la globalización de despojar a los pueblos de su identidad y de su historia, y va de la mano de la imposición de un proceso agroindustrial protagonizado por los productores de las semillas transgénicas para hacer dependientes a los países en desarrollo de las semillas y los abonos químicos que éstos comercializan. De ahí que la reacción de los campesinos de todo el mundo ante este proyecto sea la exigencia de que el tema agrícola quede fuera definitivamente de las negociaciones que tienen lugar en la Organización Mundial de Comercio.

La desastrosa situación por la que atraviesa el campo mexicano, provocada en gran parte por las políticas de apertura comercial indiscriminada y la desprotección a los pequeños y medianos productores en beneficio de los grandes agroindustriales, ha tenido graves consecuencias para el tejido social en las comunidades indígenas afectadas por el fenómeno de la migración. No obstante, los gobiernos anteriores y el actual se han empeñado en seguir ejecutando la misma política comercial vigente desde hace más de 15 años, a pesar de sus evidentes resultados.

Es urgente que quienes gobiernan tomen conciencia de que garantizar la soberanía alimentaria es un asunto de seguridad nacional. El movimiento cam- pesino mexicano insiste en ello desde hace tiempo y ha formulado esta preocupación con la frase incontrovertible "sin maíz no hay país". El Ejecutivo federal no debiera dejar pasar más tiempo sin escuchar estas advertencias de especialistas y productores agrícolas y tomar acciones de inmediato para el rescate de uno de los mayores factores de historia e identidad cultural que nos quedan: el maíz.
 

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