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México D.F. Domingo 16 de mayo de 2004

Néstor de Buen

Un personaje inolvidable

Hace ya muchos años, pero muchos, solía comprar el Selecciones del Reader's Digest. Me entretenía, dentro de su casi frivolidad, pero sobre todo me llamaba la atención, el artículo que reiteradamente se refería a un personaje inolvidable. De hecho todos tenemos la tendencia a encontrar alguno o varios en nuestra experiencia vital.

No cabe duda de que Carlos Ahumada cumple de sobra con los requisitos para convertirse en ese personaje, con la variación de que ahora lo sería de todo un país, o tal vez de dos, sin olvidar al tercero no invitado, en este caso representado por el señor Colin Powell.

Recuerdo haber conocido a Carlos Ahumada hace algunos meses, muy poco después de la fundación del periódico El Independiente. Asistió a alguno de los desayunos de los viernes, allá en el Club de Industriales. Confieso que no recuerdo nada de su intervención ni de sus respuestas a las preguntas que con toda seguridad le hice y le hicieron otros asistentes. No había leído su periódico y me remordía un poco la conciencia no haberlo hecho, porque respeto mucho la capacidad de comunicación de mi querido amigo Javier Solórzano, entonces director del nuevo diario.

Ahora, cuando Carlos Ahumada se ha convertido, ya desde hace meses, en el eje de todos los problemas de México, no puedo dejar de reconocerle habilidades extraordinarias. Según las múltiples informaciones sobre él, nació en Argentina, vive en México desde muy joven; ha tenido serias dificultades económicas inclusive con su hermano, con pérdida de libertad; se convirtió después en contratista exitosísimo de diversas dependencias del DF; invierte en equipos de futbol; viaja o viajaba en aviones propios, y por alguna razón que aún no está muy clara, sirvió para fines oscuros que complicaron la vida a miembros importantes del PRD.

No descubro nada nuevo si afirmo, porque es mi convicción, que el señor Ahumada se convirtió en ariete en contra de la popularidad de Andrés Manuel López Obrador. A partir de allí, es muy sencillo averiguar en beneficio de quién.

Pero esa versatilidad se vincula ahora a temas de mayor importancia, como es en particular la desdichada decisión de nuestro gobierno de reducir al mínimo las relaciones con Cuba.

No puedo prescindir de mi condición de abogado. Y a partir de ella expresar que en todo el embrollo que se ha armado, se enfrentan de un lado acusaciones en contra del gobierno por parte de una oposición coincidente con la tesis del complot, y del otro, una defensa que no parece consistente.

Para los abogados la prueba presuncional es muy importante, aunque no sea prueba sino simple juego de la inteligencia. Se estima que a partir de hechos conocidos, el juzgador puede inferir la realidad de hechos desconocidos. Si una pareja viven juntos, cabe presumir (aunque en estos tiempos sea una presunción débil) que están unidos en matrimonio. Y si alguien se traslada en automóviles de lujo y viste ropa adecuada, cabrá presumir que se trata de un personaje solvente.

En el caso de Ahumada las presunciones son impactantes. Tropiezan, por supuesto, con afirmaciones en contrario. Deriva la primera de su estancia prolongada en el aeropuerto: cinco horas por acciones de la PGR, con impedimento de acceso al procurador general de Justicia del Distrito Federal. La segunda, la expedición de una carta dirigida a la PGR en la que Ahumada afirma haber sido torturado en Cuba, por lo que sus declaraciones allí no deben tener valor alguno. Esa carta aparecería al día siguiente de su retención por la PGR.

Esas presunciones, que nacen de una curiosa decisión cubana de deportar a Ahumada en lugar de extraditarlo, con claras constancias de cómo fue interrogado, generaron evidentes molestias que provocaron, sin la menor duda, su aislamiento en el aeropuerto por la PGR y la preparación del documento de denuncia que, además, sus abogados han hecho presente en organismos internacionales de derechos humanos. A esas presunciones se agrega la que deriva de que la PGR no accede a la solicitud de la PGJDF de requerir los videos a Cuba.

Entre tanto, alrededor de ese personaje se producen problemas en el futbol, con la intervención de sus equipos; las empresas particulares de Ahumada enfrentan complicaciones obvias; El Independiente se lanza a la búsqueda de nuevos responsables y, lo que es más grave, el presidente Fox y el presidente Castro se meten en un conflicto notable de consecuencias más que lamentables que ya quiere aprovechar Bush. De hecho, con todos nuestros problemas permanentes: desempleo, inseguridad, conflictos entre el Ejecutivo y el Legislativo y otros muchos más, el personaje central sigue siendo Carlos Ahumada, mexicano de documentación discutible, joven y guapo: eso sí se lo reconocen, eje de un conflicto mayúsculo.

ƑNo merece acaso el título de "personaje inolvidable"?

Me temo que sí y lo siento de verdad.

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